12/17/2012

Lenguaje y conceptos


Considero importante  el análisis centrado en la equivocidad, ligada al lenguaje humano, de los conceptos. Esta equivocidad, puede convertirse en una excelente herramienta para la creación cultural, pero al mismo tiempo existe la posibilidad de que actúe como una seria limitación.
Quizás por ser plenamente consciente de ello (Castro Nogueira et alii, 2005), la ciencia ha intentado conseguir, construyendo lenguajes descargados de ambigüedades y sesgos subjetivos, que cada entidad, cada hecho, recibiera un término asociado y sólo uno y que, a su vez, cada término del lenguaje expresara un solo concepto (Ibidem; Pág. 122):
“De existir tal lenguaje, liberado de las limitaciones que aquejan a las lenguas naturales, entonces la ciencia podría edificarse sobre una sola representación de lo real, el primer paso para una ciencia positiva verdaderamente objetiva”
Realmente, esto representa un lenguaje científico, formalista que pretende alejarse del  natural para evitar problemas como la polisemia. El neopositivismo del Círculo de Viena y el primer Wittgenstein (1974), sostiene que el lenguaje natural no puede servir de vehículo a la expresión científica y es preciso, para la ciencia, la creación de un lenguaje exacto, un lenguaje artificial que encauce y dirija el lenguaje para beneficio de las distintas ciencias.
Al mismo tiempo, Wittgenstein (1974) afirmaba que el lenguaje ofrecía una representación isomórfica de la realidad: el conocimiento es la constatación de lo dado en la experiencia y debe entenderse como su formalización lógica. Pero, el propio Wittgenstein en sus “Investigaciones Filosóficas” o en su “Los cuadernos azul y marrón”, renuncia a esta visión especular, el lenguaje no puede reflejar el mundo ni tiene como principal objetivo describirlo sino que es una forma de conducta entre otras muchas, a cada una de las cuales Wittgenstein (Ibídem) denominaba “juegos del lenguaje” (Spraschpiel). Cada uno de estos “juegos” se gestiona mediante reglas, pero para cada función las reglas son específicas, por lo que el significado no está en la verificabilidad, debe estar en el uso. En palabras de Wittgenstein (1988; Pág. 43): “El significado de una palabra es el uso que de la misma se hace en el lenguaje”.
Es pues el contexto el que da valor y significado a las palabras, por lo que es necesario evitar confundir los contextos o juzgar uno determinado con las reglas de otro.
Así pues, Wittgenstein evoluciona desde su posición inicial en la que plantea la necesidad de un lenguaje científico, construido, a apoyar, con claridad, el lenguaje natural o común, en el que el significado viene determinado por el uso que hacemos de las palabras. En definitiva, el lenguaje natural, bien informativo, bien teórico, se extiende desde los usos en la vida ordinaria hasta los de la ciencia. Ahora bien, las reglas que se establecen en los usos científicos y el carácter convencional o arbitrario del lenguaje que permite crear y utilizar signos de forma voluntaria e intencionada, nos permite considerar aquel lenguaje lógico, en gran medida artificial y específicamente creado para responder a las necesidades del conocimiento como específico.
A los juegos del lenguaje y las reglas que se establecen según los diferentes contextos, elementos suficientes como para resultar significativos en nuestra dispersión contextual, hemos de añadir que los conceptos son únicamente representaciones limitadas de la realidad que además están cargadas de intenciones teóricas y seleccionan algunos aspectos del objeto que representan, para disponer los nuevos moldes con los que construir el conocimiento.

12/05/2012

Nacionalismo y racismo: el determinismo racial


Thomas Jefferson se hace eco de la frase de Locke “todos los hombres son creados en igualdad” aunque dotándola de matices que la convierten en un argumento contrario. Al plantearse que los negros, ya sea porque son una raza distinta o porque el paso del tiempo los haya cambiado, son inferiores a los blancos en sus dotes intelectuales introduce en el discurso del siglo XVIII la cuestión de las diferencias raciales que entra en grave conflicto con la tesis del “gabinete vacío” que ya hemos analizado. Podemos enmarcar el comienzo difuso del racismo en el inicio de la reacción contramoderna que tuvo su apogeo en el siglo XIX. Las antiguas ideas de “racismo folk”, en expresión de Harris , consistentes en una generalidad de prejuicios y discriminaciones habían estado siempre presentes en el devenir de la humanidad, pero su configuración como una forma estructurada de determinismo, tuvo lugar bajo el nacionalismo y la industrialización, se intentó dotar de contenido científico al determinismo racial.
Como nos explica Harris :
“Según las doctrinas del racismo científico, todas las diferencias y las semejanzas socioculturales de importancia entre las poblaciones humanas son variables dependientes de tendencias y actitudes hereditarias exclusivas de cada grupo. Las explicaciones racistas suponen, pues, una correlación entre las dotes hereditarias y las formas especiales de conducta de un grupo. La gran debilidad y a la vez la tentación de la perspectiva racista reside en las dificultades con que tropieza la identificación de los componentes hereditarios. Como observar los factores hereditarios es imposible, se hace preciso inferir su existencia basándose en los rasgos de conducta que se supone que ellos explican.”
Sea cual sea su intención, supone un avance más en la génesis del concepto de cultura como un sistema cerrado y, al mismo tiempo, un pobre sustituto de un auténtico análisis sociocultural que permita, sin recurrir a tópicos, explicar rasgos culturales de una determinada población. No obstante la explicación basada en el determinismo racial se incluye en la relación naturaleza-cultura que se estableció en la Europa Ilustrada.

11/09/2012

Origen metafórico del concepto de cultura


Al remontarnos al uso antiguo de cultura nos topamos con el latín, en el que su significado es cultivar y se aplicaba a las tierras cultivables. Aquí podemos introducir un elemento clave: los espacios de la cultura comienzan siendo las agrupaciones habitadas estables. En opinión de Vallescar (2003, p. 23) ningún pueblo nómada ha desarrollado un concepto similar al de cultura Y no olvidemos que el trabajo agrícola era la actividad propia de la población estable, frente a las actividades de los nómadas:
“[…].finalmente, se puede afirmar que la expresión el espacio de la cultura, se refiere a las primeras configuraciones de ciudades o núcleos urbanos. Estos se dieron cuando los grupos humanos comienzan a asentarse y estabilizarse –el paso del nomadismo al sedentarismo- según su funcionalidad geográfica y estratégica , estructura topográfica y la idea de orden –cultura del espacio-, el cultivo de plantas y la cría de ganado, el desarrollo del comercio y transporte. Con el tiempo algunas de esas ciudades se convirtieron en Imperios “Ciudades-Estado”. Esto supuso su evolución y creciente complejidad a todos los niveles y se constituyeron en un verdadero foco creador y transformador de la cultura. El hombre civilizado será pues desde los inicios el hombre educado en la civitas, que hace posible la civilización o cultura” 
Intentaremos profundizar algo más, todos los discursos están poblados de metáforas, aunque es evidente que, en la mayoría de los casos, pasan desapercibidas tanto para quien los dice como para quien los escucha. Es más, las metáforas, como afirma Lizcano (2005), no solo están presentes en los discursos, es que les sirven para estructurar su lógica interna y organizar sus contenidos. Lo importante está en que, a través del análisis de las metáforas, se pueden penetrar las capas superficiales del discurso para acceder a lo no dicho en el mismo, es decir, el estudio de las metáforas puede convertirse en un potente analizador social. De tal análisis podremos obtener una visión de la génesis, composición, elaboración y articulación interna del concepto de cultura.
El método que utilizaremos, y que nos propone Lizcano (2005), es tanto analítico como hermenéutico, con toda la carga de escuela anticientífica que esta última opción posee. De tal análisis podremos obtener una visión de la génesis, composición, elaboración y articulación interna del concepto de cultura.
Todos los conceptos científicos -y el de cultura lo es-, tienen origen metafórico y en la metáfora que generará el concepto de cultura se encuentra la conjunción de dos campos, el de la agricultura y el de la inteligencia. Cada uno de ellos por separado, parecen constituir campos autónomos, con sus propios conceptos independientes, que vienen a confluir y entremezclarse en la generación metafórica del concepto de cultura.
El análisis “sociometafórico” de los conceptos permite, por un lado, extender su alcance hasta los conceptos usados por las ciencias o la lógica y por otro, enraizar el análisis en el sustrato social y político desde el que las metáforas emergen y se consolidan, que es el que utilizaremos en la primera parte de nuestro trabajo, mientras abordamos su origen y cuando más adelante estudiemos una posterior traslación metafórica.

 En el campo semántico en el que la cultura se inscribe, acompañando a cultedad, culteranismo, culterano, cultería, el término se desplaza desde el trabajo de la tierra –sujeto de la metáfora- hasta el cultivo de la inteligencia –término de la metáfora-, unificando las figuras de los campos sin cultivar a la de los hombres rudos y acercando su significado al de educación.
 Pero el sujeto de la metáfora al que nos referimos, fue a su vez término en un desplazamiento más antiguo en el antiguo indoeuropeo. Su origen está en la raíz indoeuropea Kwel, que posee dos campos semánticos. Uno que agrupa los significados que vienen de lejos, dando origen a las raíces griegas de tele y paleo. Y otro, más rico en derivaciones que agrupa significados como girar, hacer girar, revolverse, andar por ahí o establecerse ahí, de donde provienen las raíces griegas de bucólico, calesa, ciclo, ciclón, collar, degollar, palíndromo, palinodia, polea, polo, talismán como afirman Roberts y Pastor, en su Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española.
Otra de las acepciones de Kwel dio origen a las raíces latinas de colono, colonizar, agrícola, culto (a los dioses), inquilino y quizás domicilio. A este subgrupo que carece de similares en griego, pertenece cultura que deriva de colo.
En latín, colo empezó por decir ‘andar habitualmente en el campo’, y de ahí pasó a los significados de ‘habitar’ y ‘cultivar’. Como los dioses del lugar también lo habitan y protegen, colo se extendió al significado de ‘cuidar’ y, recíprocamente, ‘venerar’ (a los dioses protectores). Finalmente, se extendió a ‘cultivar las virtudes, las artes’ según Meillet y Ernout (2001; p. 133) y la palabra cultura se incorporó al lenguaje moderno con Cicerón y su cultura animi.
El término que más se acerca a cultura en griego es “paideia” (παιδεια). Ésta significa para nosotros educación, aunque representaba la formación necesaria para convertir a los individuos en ciudadanos aptos de la polis. Podemos ver que tanto en Grecia como en Roma, la cultura hace referencia a un crecimiento personal progresivo, cultivación o humanización.
La primera aparición del término cultura se produce en la Francia del siglo XIII con el significado de cultivar la tierra o referencias al culto religioso, como señala Lucien Febvre, citado en Goberna Falque (1999, p. 27). Este segundo significado cae en desuso a lo largo del siglo XVI mientras que la traslación metafórica que se produjo en el término latino, vuelve a suceder en el término francés, comenzando a extenderse su uso en las postrimerías del siglo XVII. En estos momentos necesita un complemento de objeto, es preciso hacer referencia al objeto que se cultiva, estamos por tanto en presencia de una cualidad, en su origen no es sustantiva.
En español, según Corominas (Diccionario crítico etimológico. 1954), la palabra cultura está documentada desde 1515 (es de suponerse que significaba ‘cultivo del campo’, pero no lo dice).
En la edición de 1780, establece que cultura significaba:
“Las labores y beneficios que se dan a la tierra para que fructifique.” “El estudio, meditación y enseñanza con que se perfeccionan los talentos del hombre.” “La hermosura o elegancia del estilo, lenguaje, etc.” “ant. Culto, adoración.”
Parece evidente que en España, en el siglo XVIII, se había realizado la traslación metafórica y asumido el nuevo concepto de cultura extendido, como veremos, por la Ilustración.

11/02/2012

Bobility o el arte de parecerlo sin necesidad de serlo


"Bobility  es un artilugio conceptual mediante el cual la clase privilegiada de la sociedad adquiere parte del prestigio de ciertas virtudes respetadas sin la inconveniencia de tener que practicarlas", asi de esta manera tan fantástica define Gellner el fenómeno de la bobility.

Ciertamente la construcción elitista de la cultura que se realizó en la Ilustración se sirvió, con irritante frecuencia, del concepto como justificación para promover y legitimar la posición de gobernantes de sus élites.

 Pasado el tiempo, tras revoluciones, involuciones e institucionalizaciones de nuevos-viejos sistemas las concepciones de cultura jerarquizada, de cultura entendida como sustantivo y escrita con mayúsculas, vuelven a convertirse en justificación de nuevos “establishments”, con su bobility como artilugio.

No resulta por tanto extraño que los aparatos de los partidos utilicen el artilugio conceptual de la bobility, para proporcionar a sus miembros las virtudes que, en su momento, reverenciaron a quienes con sus actos contra la opresión generaron nuevos sistemas políticos. Eso si claro los inconvenientes de practicar tales virtudes, justicia, solidaridad, conocimiento, legitimidad, quedan al margen y evitables mediante nuestro artilugio y, por tanto, les permiten ser liberales sin serlo o bien socialistas sin haber entendido jamás el concepto

10/22/2012

Nacionalismo y nación en el origen


Los diversos historiadores no se ponen de acuerdo sobre el “nacimiento del nacionalismo” o sobre su origen, Smith (2000; pág. 52-53) nos dice.
Kohn hablaba de la Revolución Inglesa, Cobban optó por las postrimerías del siglo XVIII y lo relacionaba con la partición de Polonia y la Revolución Americana, mientras que Kedourie situaba el nacimiento en el año 1807, año en el que se publican los Discursos a la Nación Alemana, de Fichte. Sin embargo, la mayoría aceptaba que los inicios había que buscarlos en la Revolución Francesa, que sería así, como evento y como período, la primera manifestación plena del nacionalismo, vinculándolo además firmemente a los movimientos cívicos y democráticos que ya se daban en la Europa de aquellas fechas”.
Como vemos los estudios, en un principio, se centran en Occidente y en la Ilustración, una manifestación característica del Zeigeist vinculada a la modernidad europea.
No obstante, otros autores como De Julios-Campuzano (2000; pág. 105) vinculan el fenómeno con la reacción contramoderna del siglo XIX que el autor relaciona con el Romanticismo y que entiende como “la afirmación excluyente de una identidad colectiva de carácter étnico o cultural”. En esta misma línea se define Gellner (Naciones y Nacionalismo Volumen 532 de Alianza Universidad Autor Ernest Gellner Edición ilustrada, reimpresa EditorAlianza, 1988) para el que la justificación teórica del nacionalismo tiene sus orígenes en la reacción a los principios más profundos de la Ilustración, el racionalismo y el universalismo. Para Gellner el nacionalismo acompaña al cambio que la modernidad y la industrialización generaban en la sociedad. Es pues, una fuerza que podemos caracterizar como revolucionaria, en la medida en que genera, a partir de 1848, una disgregación de los antiguos imperios con motivaciones fundadas en el idioma, la religión, las etnias y, en definitiva, la cultura, promovida por la ola de modernización e industrialización que se extendía, rompiendo los débiles lazos que integraban los escasamente centralizados imperios.
Pero quizás sea el momento adecuado para intentar una definición de nacionalismo que nos sirva de guía en nuestro acercamiento. Y, para ello, vamos a utilizar el trabajo de Ors, presentado en el Congreso Internacional sobre “Ilustración y Nacionalismo” celebrado en el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (Cosmopolitismo y nacionalismo: De la Ilustración al mundo contemporáneo Editor Gerardo López Sastre Editor Universitat de València, 2011; Pág. 192):
“El nacionalismo es un principio político según el cual la semejanza cultural es el vínculo social básico y los principios de autoridad adquieren legitimidad cuando se fundamentan en esa cultura compartida. Dicho en términos políticos, el nacionalismo postula la coincidencia entre la unidad política y la unidad cultural, lo que en lenguaje nacionalista es la nación. […]. La falsa conciencia les lleva a firmar la naturalidad de ese principio, les parece natural e incluso universal y en ese sentido válido; como ideología, para los defensores del nacionalismo estaría basado en la auténtica identidad humana”
Vemos aparecer uno de los hechos culturales menos pacíficos de la discusión cultural actual: la cuestión identitaria. La identidad no constituyó ningún problema cuando la pertenencia se consideraba algo natural, sobrevenido, en definitiva “dado”. Este tipo de identidad fue posible en las antiguas comunidades previas a la modernidad. Un ser humano puede pertenecer a un grupo que no puede ser mayor que su propia red de interactuaciones personales, pero debe identificarse con una totalidad imaginada. Esta identidad constituye una tarea que exige esfuerzo y que puede ser concebida como un aprendizaje. (Bauman, 2002; Pág. 52)
“El signo de la modernidad es el incremento del volumen y del alcance de la movilidad, con lo cual, inevitablemente, el peso de lo local y de sus redes de interactuación se debilita. Por la misma razón, la modernidad también es una época de totalidades supralocales, de comunidades imaginadas aspirantes o sostenidas por el poder, de construcción de naciones y de identidades culturales fabricadas, postuladas y edificadas”
Ese nacionalismo que construía naciones, apoyándose en culturas preexistentes aunque modificándolas e incluso destruyéndolas encontró, en las categorías étnicas, un excelente limes, una frontera que protegía el contenido cultural unificador de la nación. En palabras de Barth (Ethnic groups and boundaries: the social organization of culture difference Autor Fredrik Barth Editor Fredrik Barth Edición ilustrada, reeditada Editor Waveland Press, 1998):
“Las categorías étnicas proporcionan un recipiente organizativo al que se le pueden atribuir contenidos y formas variados en sistemas socioculturales diferentes. Pueden ser enormemente relevantes por lo que se refiere al comportamiento, pero no tienen por qué serlo; pueden impregnar la vida social o pueden resultar significativas únicamente en ciertos sectores de la actividad. […] es la frontera étnica la que define al grupo, no el relleno cultural que encierra”
Ahora bien, el nacionalismo en su configuración de Estado-Nación eligió la opción que impregnaba toda la vida de la nueva comunidad, procurando limitar los grupos minoritarios dentro de esa gran comunidad nacional que construía. La existencia del propio grupo y del Estado-Nación se fundamentaba sobre la creación de fronteras claras y nítidas que separaran su identidad de otras identidades, si bien, como podemos deducir tales fronteras son artificiales y apoyadas sobre elementos geográficos fácilmente discernibles para hacerlas más patentes.
Así pues había que dotar de contendido cultural al grupo que permanecía dentro de las fronteras y la cultura era el elemento fundamental que iba a cohesionar al grupo. La cultura y la educación, ese esfuerzo que la Ilustración extendió por toda Europa, se convierten en el fundamento de la naciente sociedad industrial que obtiene del nacionalismo su configuración política y redimensiona Europa. La industria, la modernidad necesita personas educadas, si en el Antiguo Régimen y su sociedad agraria los individuos aprendían a medida que realizan su labor, la fábrica necesita una preparación anterior, el estudio en la escuela que preparaba al individuo para el trabajo y al mismo tiempo lo convertía en ciudadano de los nuevos estados-nación. Y la escuela, opinaba Gellner (1988) debía ser nacional.
Al mismo tiempo aparecen conceptos como el de “masas” que reflejan la tendencia homogeneizadora de los nacionalismos, su radical ambición de disolución de las variadas identidades locales en una identidad común a través de la instrucción, del control y, llegado el caso extremo, de la coerción. Este proceso homogeneizador, que se instrumenta a través de la cultura y la educación, necesita autoridad, guías que ayuden a las masas a salir de su estado de incapacidad, en palabras de Renan (citado por Bauman 2002; Pág. 55):
“Las masas son onerosas, groseras, están dominadas por una concepción superficial de sus propios intereses. […] imbéciles o ignorantes se pueden unir, pero nada bueno puede surgir de su unión. […] No hay duda de que el espectáculo del sufrimiento de los pobres es lamentable. Admito, sin embargo, que me causa infinitamente menos dolor que la visión de la gran mayoría condenada al provincialismo intelectual”.
La conclusión parece evidente, el nacionalismo en su proceso de creación de la nación, que como afirma acertadamente Nietzsche (Mas allá del bien y el mal. Alianza 2001) es más una res facta que una res nata, debe convertir a las masas, elevar su espíritu, pero evitando cuidadosamente que se convirtieran en sujetos autónomos ya que duda de su capacidad de elección, es necesario un guía, un orden que convierta en previsible y adecuada su actuación y este instrumento de sistematización del orden no fue otro que la cultura.


Gracias a "La alacena de las Ideas" por la imagen

10/08/2012

CUESTIONES DE INVESTIGACIÓN


Las cuestiones representan para Miles y Huberman (1994; Pág. 23) “The questions represent the facets of an empirical domain that the researcher most wants to explore”, es decir, definen en profundidad los problemas específicos a los que se aplican.
Se trata de enunciados con referencia a relaciones que queremos comprobar y conceptos generados o verificados. Teóricamente deben configurarse como un resumen de lo que el investigador quiere hacer o, en virtud del carácter emergente de la investigación, de lo que ha logrado hacer. Efectivamente, las cuestiones de investigación están expuestas a modificaciones, reorientaciones y una nueva formulación a lo largo del trabajo de investigación (Goetz, J.P. y LeCompte M.D; 1988). Al mismo tiempo, tenemos que ser conscientes de que están influidas implícita o explícitamente por la formación, la orientación y las experiencias personales del investigador que modelan su interés y su pensamiento. En definitiva se trata de la implicación subjetiva del investigador en su trabajo que se ha convertido en uno de los focos de la investigación etnográfica. Los trabajos de Alan Peshkin (1993) en relación con las experiencias personales del investigador y los de Apple y Weis (1983) u Olivera Lahore (2008) respecto a su formación confirman nuestro planteamiento. Como nos dice Flick (2007; Pág. 63):
“Las preguntas de investigación no provienen del aire. En muchos casos su origen está en la biografía personal del investigador y su contexto social. La decisión sobre una pregunta específica depende sobre todo de los intereses prácticos del investigador y su implicación en ciertos contextos sociales e históricos. Tanto los contextos cotidianos como científicos tienen un papel aquí.”
Existe abundante bibliografía sobre el concepto y la taxonomía de las cuestiones de investigación. Definidas como aquellas preguntas que “delimitan la información específica necesaria para alcanzar el correspondiente objetivo” por Trespalacios Gutiérrez, Vázquez Casielles y Bello Acebrón (Métodos de recogida y análisis de la información para la toma de decisiones en Marketing; 2005, Madrid, Paraninfo, Pág. 39), o como “los enunciados perfeccionados de los componentes específicos del problema” por Malhotra (2004, Pág. 48), sirven, fundamentalmente, al propósito de clarificar los datos que obtendremos del trabajo de campo  (Flick, 2007). En la medida en que las cuestiones de investigación sean claras y precisas, menor será la probabilidad de encontrarnos ante datos difícilmente categorizables y desconectados de nuestro propósito. Pese a que “principio de apertura” reclamado por Hoffman-Rien (citado en Flick, 2007) cuestiona, dado el carácter emergente de la investigación, la formulación de antemano de las hipótesis, no supone el abandono de la formulación de las cuestiones de investigación.
Debemos tener una idea clara de las cuestiones y, al mismo tiempo, estar atentos a la posibilidad de resultados totalmente distintos a los imaginados.
Igualmente, la formulación de las cuestiones de investigación, y la definición del marco teórico-conceptual en el que vamos a desarrollar nuestro trabajo, condicionarán la decisión sobre la metodología que habremos de utilizar en la investigación y a la vez, reducen la variedad y permiten la reestructuración del campo de estudio.

9/20/2012

Muestreos intencionales


En el muestreo intencional, característico del diseño cualitativo, los elementos muestrales de la población serán seleccionados por el juicio personal del investigador (Namakforoosh, 2000). Siguiendo a Patton (Patton, 1990) todos los muestreos en investigación cualitativa pueden incluirse en la denominación de muestreo intencional, aunque describe hasta quince variaciones distintas del mismo. En este tipo de muestreo el investigador tiene conocimiento previo de los elementos poblacionales y supone una decisión tomada con anticipación al comienzo del estudio (Bonilla Castro & Rodríguez Sehk, 2005). Existe, después de recopilados y revisados los primeros datos y una vez que emergen de ellos las primeras categorías, lo que denominamos muestreo teórico. Las primeras categorías configuran y orientan el siguiente muestreo. Así pues decidir donde hacer el muestreo de acuerdo con las categorías emergentes es lo que se considera el muestreo teórico que, en todo caso también es un muestreo intencional.
La investigación cualitativa está siempre condicionada por el contexto concreto donde se obtiene la información, no tiene pretensiones nomotéticas, se mantiene la margen de cualquier intento de formular leyes generales y su producto final, se presenta como un estudio de caso, con unidad contextual y, siguiendo a Geertz, una descripción densa de un fenómeno concreto.

9/10/2012

El carácter multiparadigmático de las ciencias sociales.


Partimos desde la convicción de que las ciencias sociales tienen una naturaleza multiparadigmática  y que la noción de paradigma que debemos utilizar, para que se ajuste a nuestra propuesta, debe ser flexible y amplia. Esas mismas cualidades las hemos de extender a los conceptos de programa de investigación  y al de tradición de investigación . En palabras de Giddens
“La sociología no está dominada […] por un único sistema conceptual. Sin embargo, probablemente habría que considerar esto uno de sus puntos fuertes, no una de sus debilidades. No creo que esa diversidad haya producido un desorden completo, sino que, por el contrario, expresa el pluralismo que debe existir cuando se estudia algo tan complejo y controvertido como el comportamiento social humano y las instituciones»
El mismo criterio es compartido por Habermas que afirma que la coexistencia, en las ciencias sociales, de diversos paradigmas es un hecho vinculado con la naturaleza de la sociedad como objeto de estudio, y que resulta además fundamental para su comprensión, pues la variedad de intereses y posiciones normativas debe conducir, por fuerza, a distintos enfoques paradigmáticos, cada uno de los cuales representa una diferente agrupación de intereses y valores cognitivos:
“[…] la contienda de paradigmas tiene en las ciencias sociales un significado distinto que en la física moderna. La originalidad de los grandes teóricos de la sociedad, como Marx, Weber, Durkheim y Mead, consiste […] en que han introducido paradigmas que en cierto modo siguen compitiendo hoy en pie de igualdad. […]. Por otro lado, los paradigmas guardan en las ciencias sociales una conexión interna con el contexto social del que surgen y en el que operan”.
No debemos intentar encontrar esta idea en la obra de Kuhn . La estructura de las revoluciones científicas. México, Fondo de Cultura Económica, 1986), pues afirmaba que si una ciencia no cuenta con un paradigma dominante simplemente se trata de una disciplina pre-paradigmática, es decir, una disciplina que no ha alcanzado su madurez como ciencia.
Alexander  nos puede ayudar a solucionar este conflicto desde su construcción de la noción de teoría desde las tradiciones de investigación. Las teorías surgen de una interactuación entre dos elementos, uno apriorístico y otro fáctico. Si, en alguna medida, nos sobresalta una investigación inductiva es por el convencimiento de que, en el origen de nuestro trabajo en cualquier observación, encontramos un elevado número de elementos y sesgos teóricos. Esta carga teórica, apriorística, esta condicionada por un elemento fáctico, la propia realidad. Ésta, si bien no puede conocerse de un modo preteórico y neutral limita al conocimiento definiendo el campo de lo teorizable a partir de ciertos límites empíricos; con mucha dificultad se pueda argumentar sobre la libertad religiosa en países como Irán, Bhutan o Myanmar.
“Llamaré elemento apriorístico a la parte no empírica de la ciencia. Este elemento no depende de las observaciones sino de las tradiciones. Esta afirmación puede parecer extraña. La ciencia prototipo de racionalidad y modernidad parecería opuesta a la tradición. A mi juicio, sin embargo, la ciencia –aunque sea racional- depende vitalmente de la tradición” 
La gran dificultad estriba en determinar que son y que contienen las tradiciones de investigación. Podemos, siguiendo a Alexander , hablar de los componentes básicos de la ciencia social. Estos componentes básicos se conforman con los aspectos ideológicos, los modelos, los conceptos, definiciones y clasificaciones, las leyes, las proposiciones teóricas, los supuestos metodológicos y las observaciones. Cada tradición científica o investigadora acentúa uno o varios de esos elementos básicos, estableciendo diferentes enfoques.
Ahora bien, más allá de esos elementos básicos, cada teoría adopta presupuestos más elementales que determinan el modo en que el investigador se acerca a la realidad. Estos presupuestos afectan a dos cuestiones fundamentales: la naturaleza de la acción cultural y social, incluida la racionalidad de tal acción, y el problema del orden. Acción y orden son los principios básicos que permiten, en múltiples combinaciones, generar el mundo de la teoría cultural, imposible de reconstruir sin ser consciente de estas tradiciones que anteceden al propio investigador, ofreciéndole un marco de pensamiento desde el que dar cuenta de lo real.
No obstante, también existen corrientes  que apuestan por modelos de integración en las ciencias sociales. Integración que pasaría por el abandono de lo que Noguera denomina “anarquía cognitiva”, y que afectaría al léxico, los conceptos, el método, la epistemología y la teoría.


[1] MASTERMAN, Margaret (1974). «The Nature of a Paradigm», en I. LAKATOS (ed.),
Criticism and the Growth of Knowledge. Cambridge, Cambridge University Press.
[2] GIDDENS, Anthony . En defensa de la sociología. Madrid, Alianza, 2000.
GIDDENS, Anthony y TURNER, Jonathan (eds.) (1990). La teoría social, hoy. Madrid,
Alianza

8/01/2012

Semiosis


Al introducir este modelo en nuestro teórico asumimos que todo conocimiento es representativo. Resulta complicado el intento de acercamiento por su elevada complejidad y sus ramificaciones así como por sus tecnicismos.
Conocer una realidad significa un proceso de elaboración de una representación de la misma, de modo que lo que hemos aprehendido en nuestro conocimiento no es la realidad en sí misma, sino la representación que hemos construido, una aproximación más o menos compleja, fundada y útil.
La forma común de elaboración de las representaciones utiliza signos y símbolos, convirtiéndose el lenguaje, cualquier tipo, en el recurso más habitual de nuestra actividad cognitiva. Su análisis y el de los procesos de comunicación lingüística tienen como elemento común una idea (Wittgenstein; 1974): el lenguaje es un mediador simbólico, el fundamental, entre el conocimiento y la realidad, por lo que los defectos y límites del lenguaje lo son también de nuestro conocimiento.
La situación central del lenguaje ha condicionado, en alguna medida, la investigación dirigiéndola hacia los procesos de semiosis, de transmisión, codificación y decodificación de la información. Grandi (1995, Texto y contexto en los medios de comunicación. Análisis de la información, publicidad, entretenimiento y consumo, Bosch, Barcelona) comienza a relacionar el proceso representativo y su comunicación con sus acompañamientos culturales y sociales. En palabras de Castro Nogueira et alii (2005; Pág. 480):
“De este modo, la teoría de la información dejó atrás el modelo informacional-cuantitativo para incorporar al esquema E-M-R los complejos procesos de codificación  y descodificación asociados a las posiciones sociales de los sujetos, a sus orientaciones pragmáticas y a las distintas variables que inciden en los procesos de interacción, tanto en su dimensión reproductora de convencionalismos como en su vertiente generadora y recreadora. […]. Así, el lenguaje, la comunicación y el conocimiento han quedado anclados y afectados por un conjunto complejo de referencias socioculturales y psicosociales indisociables. De este modo se han introducido como variables esenciales en el proceso de comunicación –producción, recepción y semiosis- nociones tales como género, etnia, clase cultural, habitus, etc., obligando a reelaborar la lógica de los procesos comunicacionales por completo.”
Encontramos de nuevo conceptos ya asumidos en nuestro marco teórico y que se ajustan a una orientación teórica que contempla los fenómenos culturales como semióticos, tanto desde la perspectiva de los significados ya construidos como desde la producción de nuevos sentidos culturales.

7/31/2012

Cercanía sociológica


Con este modelo asumimos como opción teórica preferente que la identidad y la conducta de los individuos son inseparables de sus inclusiones sociales, por lo que la única posibilidad de conocer al individuo pasa necesariamente por el conocimiento de la exterioridad social en la que se desenvuelve.
Este modelo teórico nos va a acercar a conceptos diferentes que mantienen lo social como hilo conductor. Así pues podremos hablar de estilo de vida y habitus con Bourdieu (1988, 1991), de imaginario social con Castoriadis (1994), de discurso ideológico con Ibáñez (1979) u Ortí (1986) o de clase cultural con Barker y Beezer (1994).
Quizás el autor más cercano a nuestros planteamientos pueda ser Pierre Bourdieu (1988, 1991, 1991, 1996) pese a las dificultades que presenta dado que su obra desborda cualquier clasificación. El concepto fundamental que Bourdieu utiliza es el concepto de habitus como teoría de socialización mediante el cual se adquiere un sentido entrópico que permite el mantenimiento del sistema social. Pero dejemos que sea el propio Bourdieu quien nos hable del habitus (1991; pág. 92):
“Los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia producen habitus, sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones para alcanzarlos, objetivamente reguladas y regulares sin ser el producto de la obediencia a reglas y, a la vez que todo eso, colectivamente orquestados sin ser producto de la acción organizadora de un director de orquesta.”
Pese a las resistencias que el análisis sistémico me produce y su evidente limitación, Bourdieu, junto a las pinceladas añadidas por Berger y Luckmann (1968) y Sloterdjick (2004) o a la posterior construcción de Castro Nogueira et alii (2005) que construyen junto al habitus el denominado fluxus, constituye el soporte más eficiente de este marco teórico.
Desde este modelo teórico la investigación cualitativa se centrará en el intento de descubrir los contenidos y los límites o fronteras de las corrientes culturales en las que se construye la identidad y personalidad de las personas. Creo que, desde esta posición teórica, cuando se reúne un grupo el investigador no puede aspirar a obtener resultados que hablen de motivación, interés, actitud o emoción, sino que el objetivo es acercarse, a través del lenguaje, a las formas culturales y sociales en que esa persona se ha socializado y a los discursos que la sustentan. Así pues, el interlocutor válido en palabras de Castro Nogueira et alii (2005; Pág. 477) será:
[…] no es propiamente el individuo concreto de carne y hueso, sino un interlocutor virtual estereotipado, que reúne en sí el conjunto de corrientes sociales, de representaciones, gustos, sensibilidades y elementos ideológicos que componen el retrato robot con el que la persona puede identificarse y por el que puede interesarse.”
El individuo pierde aquí su protagonismo porque se pone el acento sobre el mundo social en el que se desenvuelve. No obstante, es evidente que este modelo margina elementos fundamentales de la realidad social tal y como la percibimos, las personas también actúan al margen de las estructuras y los sistemas de orden que regulan las relaciones y existe la capacidad de recreación de las normas culturales. Estamos, por tanto, en una situación de retroalimentación, el ser humano es un producto social pero al mismo tiempo debemos ser conscientes de que lo social es un producto del ser humano, planteamiento que desarrollaron Berger y Luckman en su obra “La construcción social de la realidad” de 1968. En esta situación coincido plenamente con Strauss y Corbin (2002) en que el investigador ha de fijar su atención a los procesos de interacción cultural y social, mediante los cuales se reconstruyen y actualizan constantemente las convenciones sociales y se establecen los mecanismos por los que se resuelven los conflictos, demostrando la capacidad para adecuar esos mecanismos a las circunstancias particulares en las que se producen.
Nos situamos pues, en un marco teórico que intenta acercar aquellas teorías, tanto sociológicas como antropológicas que intentan explicar la cultura y la sociedad en función de un complejo conjunto de variables con capacidad de establecer nomologías y las orientaciones más individualistas que, dentro de teorías como la de la elección racional o la de juegos, intentan representar la conducta humana como una creación individual aunque regulada por complejos algoritmos.
Al movernos en este modelo la estrategia metodológica fundamental es la observación y el análisis de discursos, esencialmente verbales, a través de los que el investigador puede acceder al imaginario cultural y social correspondiente. Y dentro de estas estrategias las técnicas que entiendo más adecuadas son el grupo de discusión y la entrevista en profundidad, aunque alejándose de sus orígenes, de su carácter clínico, reorientándose hacia el análisis de un discurso culturalmente definido y configurado como imaginario colectivo. Por último, frente a la representatividad extensiva que busca la investigación cuantitativa, la investigación cualitativa intenta la reproducción experimental de las relaciones estructurales permitiendo, de ese modo, la producción de los discursos culturales adscritos a determinadas posiciones sociales.

7/02/2012

ESTABLECIMIENTO DEL MARCO TEÓRICO


Coincido con Castro Nogueira et alii (2005) en que toda investigación tiene su origen en los intereses y compromisos teóricos del investigador, no son los hechos los que inducen la investigación:
“[…] es la mirada teórica e interesada del investigador la que constituye y convierte ciertas realidades en hechos y, mas tarde, en datos de una investigación.” (pág. 473)
Desde esta posición es evidente que aclarar los marcos teóricos sobre los que descansa la investigación resulta esencial. Al mismo tiempo, haber efectuado un recorrido temporal sobre los objetos de la misma nos ha permitido ajustar y redefinir nuestros compromisos. Ese recorrido permite al investigador establecer conexiones entre los fundamentos teóricos y el propósito de la investigación. Ahora bien, ese camino no es fácil y asumir, pese a la evidente incomunicabilidad de paradigmas, una postura ecléctica genera tensión. Mi posición personal es compleja, alejada del exclusivismo que plantea que sólo un modelo es pertinente y en la cercanía de que en una investigación pueden mezclarse diversos modelos teóricos sin miedo. Castro Nogueira et alii (2005, pág. 474) plantean en cambio una posición intermedia: “[…]; a nuestro juicio, sólo hay un modelo teórico pertinente para cada investigación, pero hay muy diferentes tipos y propósitos de investigación.”.
Debemos ser coherentes y establecer un marco teórico que agrupe un conjunto de enfoques o tradiciones teóricas que gravitan sobre la realidad social y, al mismo tiempo, sobre el componente simbólico del mundo humano, en todas sus manifestaciones. Estos enfoques parten de un elemento común la realidad social, como dicen Castro Nogueira et alii (2005; pág. 476):
“la idiosincrasia y la conducta de los individuos son inseparables de sus inserciones sociales, de modo que el camino para conocer la interioridad y la subjetividad individual pasa por el conocimiento de la exterioridad social en la que se desenvuelve el individuo”
Por tanto, nuestro marco o, quizás más bien, nuestro modelo resaltará una serie de conceptos que se ajustan al protagonismo de lo social frente a lo individual, de ahí que hablemos de sensibilidad social, discurso ideológico, estilo de vida, imaginario social o habitus.
Al mismo tiempo, procuraremos incluir un enfoque semiótico o, más bien, sociosemiótico. Durante las últimas décadas del siglo XX y hasta el momento actual se va produciendo una toma de conciencia de la distancia existente entre conocimiento y realidad, destacando la naturaleza representativa del conocimiento y la función mediadora de los símbolos en su adquisición y conservación.

6/22/2012

La oscura sombra II

Ha pasado el tiempo, pero las heridas de la última guerra no se han cerrado y las pequeñas y aisladas fortalezas donde se refugian los restos del ejército que,  apoyado por los otros guerreros, pudo vencer perdiendo, siguen sin que sus viejas estancias sean ocupadas por los nuevos capitanes.
Los antiguos líderes, heridos en la batalla cuando no retirados tras sustanciales pérdidas, miran con cautela la Corte del Señor, en la lejana capital atrincherada en la vieja Alcazaba mientras que las murallas y los barrios están en poder del enemigo, del mismo modo que en el resto del territorio bravas torres albarranas y pequeños donjon mantienen la batalla. Una batalla que puede cambiar su destino, pues pese a la victoria, el Nombrado por el Norte, ha abandonado a su ejército.
Son tiempos en que la rapidez es fundamental, pero los magos que dirigen las dos fuerzas contendientes elucubran y destilan sus pociones y fijan su interés en nuevos guerreros que han sido poderosos en los apoyos prestados a las cortes, pero no se han enfrentado al enemigo.
Gloria a los viejos capitanes.

6/08/2012

Cultura y participación



Resulta fundamental la sensibilización de la sociedad del valor en sí mismo de la cultura como parte de los derechos y el bienestar social. Es obvio que esta implicación de la sociedad requiere a su vez que esta sociedad participe en la propia gestión de la cultura. Se requiere más horizontalidad, más alternativas participativas, educativas o de trabajo comunitario con los entornos, con los espacios y con los protagonistas de la cultura que no son otros que los ciudadanos. La vida cultural es un principio activo que genera públicos y dinamismo social, algo fundamental en el sostenimiento de la cultura, que no es igual al consumo cultural que solo es un principio pasivo. Tenemos claro que la cultura, al igual que la educación, es una inversión y no es un gasto. Con la inversión cultural y los servicios públicos de la cultura se apoyan proyectos, artistas y creatividades, la vida cultural de los ciudadanos, la madurez y el capital social y por tanto el progreso económico.
También somos conscientes que muchas cosas deben cambiar y se hace necesario replantear los modelos que nos han regido en los últimos años, a la cierta normalización conseguida, no exenta de luces y sombras, especialmente en infraestructuras, debemos añadir objetivos estratégicos sensatos, con nuevas políticas que se alejen de la inestabilidad, la arbitrariedad, el oportunismo, la falta de transparencia y la ineficacia por la falta de coordinación entre las distintas administraciones, y como fundamental los criterios de sostenibilidad, que no quiere decir dejación de la responsabilidad pública.
En el actual contexto de crisis y por otra parte algo evidente ante la los nuevos paradigmas culturales y sociales producidos por la globalización, es inevitable una razonable auto-reconversión para sobrevivir, de artistas, de empresas, de organizaciones culturales, de asociaciones y profesionales.

5/21/2012

Acciones de cultura: recuperar la interculturalidad, establecimiento de una relación dialógica con los diferentes sectores sociales, control de las sinergias.


La actual situación, a la que nos ha conducido la crisis económica y las medidas ortodoxas de control del déficit a la que todos los gobiernos europeos se han visto abocados, genera una dinámica pública con una limitadísima capacidad de actuación, orientada a acciones especialmente significativas y que llegan tras un profundo proceso de establecimiento de prioridades.
Nos queda, por tanto, incrementar nuestra capacidad de interlocución con todos aquellos sectores que son sujetos y creadores de cultura. Entiendo, en este discurso, que hemos de potenciar aquellas actuaciones que van en la línea de colaboración con las acciones de Responsabilidad Social Corporativa (en adelante RSC), como con las Organizaciones del Tercer Sector (asociaciones y fundaciones primordialmente) sin olvidar otros actores sociales como Universidad, Colegios Profesionales o Sindicatos, y dada la composición multicultural de nuestra sociedad, creo que la interculturalidad como paradigma complejo de cultura puede ser la mejor de nuestras bazas.
En la línea de recuperación del discurso de interculturalidad, entendido, no sólo como culturas étnicas distintas, sino como gestión de la diversidad, género, orientación sexual, religión, etc., propongo una actuación que genere discurso y se acerque a las diferentes inquietudes que en este momento se plantean en nuestra sociedad. Está establecido el concepto “tolerancia” como valor, sin que realmente comprendamos su verdadero significado etnocéntrico. Zygmunt Bauman analiza el concepto, desde el cambio intelectual que se produce al abandonar la modernidad y repensar nuestra sociedad desde la contingencia. La tolerancia nos remite a una situación de modernidad, donde el planteamiento filosófico[1] nos la muestra como el símbolo de conducta, pero ciertamente puede conllevar una carga de etnocentrismo. Pero la propuesta es la solidaridad reflejada como responsabilidad mutua al compartir un destino común.
No me cabe duda que los componentes más solidarios de nuestra sociedad se encuentran alineados en organizaciones solidarias. No importa realmente cual sea la figura de participación, socio o voluntario, ya que la estructura postmoderna de la sociedad del conocimiento ha modificado profundamente con sus procesos de reconstrucción las formas de compromiso social. La actividad de los más jóvenes se siente más cercana a participar en causas y acciones concretas que su pertenencia estable a grupos constituidos. Puede que en algún momento futuro represente algún problema, pero las nuevas tecnologías de la comunicación han permitido la organización de grandes movilizaciones que, eso sí responden a causas concretas, sin que se haya reflejado en las mismas la falta de liderazgo organizativo.
Esa falta de liderazgo no se refleja en las organizaciones estables del tercer sector ni en las organizaciones que desarrollan programas de RSC, por lo que debemos apoyarnos en estos liderazgos para mediante procesos de diálogo compartidos, acercar sus posturas en materia de acción cultural.
Es curioso constatar el escaso resultado obtenido en ayudas al voluntariado cultural en nuestra provincia, cuando es la más vertebrada a nivel organizativo del tercer sector y la que posee un mayor número de organizaciones de segundo nivel. Quizás el análisis consista en entender que la mayoría de las acciones y programas de voluntariado se instrumentan a través de acciones culturales (sirva como ejemplo una actividad de acercamiento a la lectura de grupos desfavorecidos ¿es una actividad social o cultural? Para mí la respuesta es obvia, la transversalidad de lo cultural impregna todas las actuaciones). Un excesivo acotamiento de la acción reduciéndola al concepto de cultura clásico aleja a las organizaciones de segundo nivel y limita la acción de numerosas organizaciones.


[1] Richard Rortry “ puede significar mera indiferencia y despreocupación derivadas de la resignación; el otro no se va a ir y no se va a volver como yo, pero no tengo manera (en este momento, por lo menos, o en un futuro previsible) de obligarlo a irse o a cambiar; Como estamos condenados a compartir tiempo y espacio, hagamos soportable y un poco menos peligrosa  nuestra coexistencia. Al ser tolerante incito a la tolerancia. Espero que mi oferta de reciprocidad sea aceptada: esa esperanza es mi única arma”

5/14/2012

Modelos de gestión descentralizada. Gestión Directa


Planificación.
Establecida en el programa la puesta en valor de diferentes espacios con el propósito de ganarlos para la comunidad y potenciar la participación, considero necesario establecer su planificación a través de un “Plan de Gestión” una carta de navegación, una herramienta dinámica, un documento que integra un conjunto ordenado de objetivos, programas, proyectos y actividades, definidos por el Ayuntamiento para llevar adelante objetivos culturales y entregar diversos servicios en su territorio, acorde a sus políticas culturales y que permita establecer un modelo de gestión.
Podemos construir el Plan tras una serie de procesos dinámicos que con templen el análisis de la realidad, su diagnóstico y su conceptualización para poder llegar a generar el modelo de gestión.

APOYO EN PROYECTOS EXISTENTES DE LA JUNTA DE ANDALUCIA.

El “Proyecto Lunar” es el primer programa de la Junta de Andalucía de apoyo integral a emprendedores de la industria creativo-cultural destinado a fomentar la creación y consolidación de empresas y empleo en el sector. Si utilizamos un modelo de gestión que confíe en empresas de gestión cultural o en gestores culturales, puede ser un buen camino de colaboración que permita además creación de empleo.

DIFERENTES MODELOS DE GESTIÓN: ANÁLISIS DE CASOS:
1.- Gestión Directa. La Gestión directa es llevada a cabo por asociaciones sin ánimo de lucro, con el objetivo de convertirse en motor dinamizador de su entorno o bien a través de gestores culturales

.9 Barris, San Martí o Cornella, basados en la experiencia de organizaciones juveniles y con participación de educadores sociales:
 “Entendemos por Gestión Directa cuando los jóvenes, como vecinos y vecinas, asumen directamente la responsabilidad que les corresponde y no delegan en las manos de otros las decisiones y acciones que a ellos y a ellas les incumbe.
Sea trabajando a través de dinero público (Gestión Cívica) o a través de la autogestión son ellos los que viven directamente la realidad sobre la que quieren incidir.
Es muy larga la lista de equipamientos y proyectos socioculturales gestionados por entidades vecinales sin ánimo de lucro: desde la okupación de la planta asfáltica que fue reivindicada y convertida en el Ateneo Popular 9 Barris, la Masía de Can Basté recuperada del
abandono para convertirse en centro cultural, el Casal de barri de Prosperitat, la Cosa Nostra en Can Peguera,; los Planes Comunitarios gestionados por Asociaciones de Vecinos en Trinitat Nova y Verdum o por Plataformas de Entidades como la de Roquetes, la zarza 9Barris Acull, la Coordinadora Cultural y un largo etcétera.
Tenemos que considerar como objetivos de la participación directa la mejora de la persona -del individuo- y la mejora de la comunidad,- el colectivo-.
En el colectivo se trata de una herramienta comunitaria, una herramienta de mejora del entorno. La participación en relación al colectivo nos da una serie de beneficios culturales, laborales, relacionales y sociales.
En todo este tipo de procesos, deben estar presentes, animadores/as y educadores/as, pues se pueden producir cambios que harán variar las funciones y tareas de la dinamización de manera rápida. Nunca podemos olvidar que las personas que participan en estos proyectos dedican su tiempo de manera voluntaria, y que la vida puede cambiar (por estudios, trabajo, pareja)y variar su tiempo de dedicación al proyecto.
El educador/a o el animador tiene que trabajar para ayudar y facilitar la participación en este tipo de modelo haciendo que los proyectos sean:
Consensuados: con una finalidad, y objetivos definidos y claros. Se tiene que saber hacia dónde se camina y qué valores describen el proyecto.
 Abiertos: con diferentes niveles y espacios de participación y decisión donde se pueda aportar y decidir sobre el funcionamiento, líneas de trabajo, de cosas concretas o generales. Espacios que pueden ser espontáneos e informales, como una conversación sobre una fotografía que deriva en la realización de una exposición colectiva, o espacios pensados y organizados como una comisión de programación.
Diversos: dónde compartiendo los mismos valores se pueda trabajar de diferentes formas. Las personas y los colectivos no tienen que participar de una única manera, ni tienen que tener el mismo nivel de implicación.
Dinámicos: con itinerarios donde la persona y los colectivos pueden desarrollar un proceso de implicación en el proyecto. Podríamos entender diferentes pasos en un itinerario como consumir una actividad, posteriormente organizar la actividad, después decidir sobre qué actividades se realizan y finalmente qué tipo de proyecto queremos.
Compartidos. La persona y el colectivo que participan tienen que compartir todo lo que implica el proyecto con el resto de miembros.
Cálidos: basados en unas buenas relaciones interpersonales donde el calor humano y hacer piña marquen el talante.
Autónomos: con independencia en las decisiones.

El centro cultural Ton i Guida-Barcelona

La Carta Municipal de Barcelona, en el título sobre “Participación ciudadana i derechos de los vecinos” (art. 34), prevé lo que define como Gestión cívica de competencias, servicios o equipamientos municipales por parte de entidades y organizaciones ciudadanas, sin animo de lucro. En nuestro caso, como ya se ha dicho anteriormente, la gestión se daba a partir de una subvención anual. Es a partir de este año que el Ayuntamiento ha sacado a concurso de oferta pública la gestión del centro Ton i Guida. A este concurso puede presentarse cualquier entidad sin ánimo de lucro de la ciudad. Con esta formula administrativa se corre el riesgo de no ganar el concurso, sea por causas administrativas (hay que presentar mucho papeleo y requerimientos legales), o porque otra asociación saca más puntos en el concurso. No obstante es un avance respecto a la subvención. Ésta es una formula con la que, a pesar de suponer un avance respecto a la subvención, no estamos de acuerdo. Pensamos, y reivindicamos, que debe de existir un sentimiento de confianza por parte del ayuntamiento que se traduzca administrativamente en la firma de un convenio, que no contrato, con la Plataforma de Entidades para la gestión del equipamiento.

AAIM (Agentes Artísticos Independientes de Madrid) Se trata de una federación que bajo las siglas AAIM (Agentes Artísticos Independientes de Madrid) se reúne distintos agentes que vienen desarrollando activamente estrategias innovadoras en la comprensión y la creación de cultura contemporánea en la Ciudad y la Comunidad de Madrid.
Actualmente lo componen: Acción!Mad, Arrebato, BRUMARIA, Espacio Menosuno, Hablar en Arte , IN-SONORA ))), La Enana Marrón, La Más Bella, Liquidación Total, Off limits.
Iniciada en 2006. En una primera etapa fue una red de colectivos con espacio físico en Madrid, posteriormente se incluyeron proyectos sin espacio. En 2010 se convierte en Federación. Continua en activo.
Integran AAIM asociaciones sin ánimo de lucro dedicadas a la gestión de proyectos de cultura contemporánea, coordinación de espacios, comisariado de eventos, edición de publicaciones, celebraciones de encuentros, emisiones de radio… En definitiva, generadores de acciones /realidades que involucran tanto a los agentes culturales como a los ciudadanos de a pié de modo horizontal y participativo, a los que mueve la necesidad de sacar a Madrid de la indiferencia y provocar cambios sustanciales en la implicación ciudadana con su propia cultura.
Principales actividades: Como Federación AAIM no tiene actividades, su función es dar visibilidad, difusión, apoyar y representar a todas las asociaciones que la integran y servir de interlocutor con las distintas administraciones de Madrid.
Persona de contacto:  Presidente: Nieves Correa (Acción!MAD), Vicepresidente: Lurdes Fernández (OffLimits), Secretario: Javier Martín (Hablar en Arte)