La definición
de Tylor fue retomada y reelaborada, con más o menos añadidos y aciertos, por
numerosos autores, fundamentalmente británicos y americanos. Será en las
universidades de Estados Unidos donde comience una tendencia que marcará la
historia de la cultura durante gran parte del siglo XX: el relativismo. Esta
posición viene a romper la línea argumental del evolucionismo de Morgan y
supone un cambio completo respecto a la definición de Tylor. La figura central
de la escuela del particularismo histórico es Franz Boas. Ya a finales del
siglo XIX, en 1887, Boas debate con Otis Mason (citado por Trigger; 1992) sobre
el criterio de exposición museológica de los materiales que se estaban
acumulando en los museos norteamericanos. En su opinión debían ser expuestos
según áreas geográficas y no por secuencias evolutivas, siguiendo, en cierto
sentido, los criterios difusionistas de las áreas culturales como explica en su
Libro “Franz
Boas: textos de antropología” (2008), concretamente en el capítulo que
titula “Los principios de la
clasificación etnológica”. Este texto supone un primer cuestionamiento de
las teorías evolucionistas al que acompañó “Las
limitaciones del método comparativo”, otro capítulo de su libro, una
crítica y un cambio de finalidad en el método, más cercano al difusionismo que
al darwinismo social. Lo primero que
Boas se plantea es la necesidad de separar los ejemplos de convergencia de los
de evolución paralela, al mismo tiempo afirmaba la existencia de (Harris, 1993;
Pág. 224) “ muchas y notables semejanzas
culturales que no podían explicarse por difusión”. No es posible construir
un gran sistema de evolución que incluya a toda la humanidad en diferentes
etapas de una única fórmula de desarrollo. Ahora bien, no podemos afirmar que
Boas fuera antievolucionista, simplemente entendía que la difusión estaba más
extendida que la invención independiente.
La evolución de las diferentes culturas de los pueblos eran un problema
histórico y como tal debía ser tratado. Con ese sin se dispuso a desarrollar un
nuevo método: el histórico. El método
consistía en realizar un estudio detallado de la forma de vida y, a ser
posible, la historia del grupo humano objeto de estudio, compararlo con un
estuio similar de los grupos vecinos dentro de las mismas áreas geográficas y,
finalmente, intentar buscar leyes del desarrollo cultural. Pese a la búsqueda
nomotética en el método histórico Boas era especialmente escéptico sobre su
descubrimiento, aunque esto no signifique que, como nos dice Harris(1993; Pág.
225), “que […] se erigiera
conscientemente en defensor de la
preposición de que en la historia no existen regularidades, sino más bien que
era consciente de que el alcance de las regularidades se había sobreestimado
groseramente”. Boas afirma (1993; Pág. 31-32):
"Un estudio detallado de las
costumbres en su relación con la cultura total de la tribu que las practica, en
conexión con una investigación de su distribución geográfica entre las tribus
vecinas, nos suministra casi siempre un medio para determinar con considerable
exactitud las causas históricas que condujeron a la formación de las costumbres
en cuestión y a los procesos psicológicos que actuaron en su desarrollo. Los
resultados de las investigaciones conducidas a través de este método pueden ser
triples. Pueden revelar las condiciones del medio ambiente que han creado o
modificado los elementos culturales; pueden aclarar factores psicológicos que
actúan en la formación de la cultura; o pueden mostrarnos los efectos que las
conexiones históricas han tenido sobre el desarrollo de la cultura".
Una vez establecido el método
histórico, a finales del siglo XIX, momento en el que se produjeron los
primeros acercamientos a la conceptualización científica de cultura, y en un entorno
que comienza a cambiar Franz Boas desarrolla su propia definición del concepto
de cultura que supondrá un cambio cualitativo respecto a los iniciales
conceptos descriptivos (1964; P´g. 166):
"Puede definirse la cultura como la
totalidad de las reacciones y actividades mentales y físicas que caracterizan
la conducta de los individuos componentes de un grupo social, colectiva e
individualmente, en relación a su ambiente natural, a otros grupos, a miembros
del mismo grupo y de cada individuo hacia sí mismo. También incluye los
productos de estas actividades y su función en la vida de los grupos. La simple
enumeración de estos varios aspectos de la vida no constituyen, empero, la
cultura. Es más que todo esto, pues sus elementos no son independientes, poseen
una estructura".
De un
concepto como el de Tylor que nos presentaba a la cultura, siguiendo la línea
de los evolucionistas, como singular, uniforme, progresiva y universal,
avanzamos hacia la visión que refleja Boas como plural, histórica, integrada y
relativa. Es evidente el abandono de la cultura jerárquica y se impone la
visión de múltiples culturas, muchas de ellas conectadas y, mutuamente,
influenciadas. Como afirma Xon de Ros (2007, p. 66):
“En su obra “The primitive mind” de 1911, Boas
va a sentar las bases de un nuevo paradigma metodológico y teórico en los
estudios antropológicos que tendrá también una influencia decisiva no sólo para
el futuro de la disciplina, sino también, fundamentalmente, para la concepción
moderna del primitivo y para el estudio de la cultura en general. Rechazando el
determinismo biológico y las jerarquías raciales en las que se asentaba la
práctica etnográfica de sus predecesores, Boas propone una definición de
cultura en términos de tradición, usos y costumbres que rompe con la
interpretación de la tradición humanista, y con las nociones de superioridad e
inferioridad del desarrollo evolucionista. Desde este enfoque todas las culturas
son en sí mismas propiamente civilizadas”
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