"Bobility es un artilugio conceptual mediante el cual la
clase privilegiada de la sociedad adquiere parte del prestigio de ciertas
virtudes respetadas sin la inconveniencia de tener que practicarlas", asi de esta manera tan fantástica define Gellner el
fenómeno de la bobility.
Ciertamente
la construcción elitista de la cultura que se realizó en la Ilustración se
sirvió, con irritante frecuencia, del concepto como justificación para promover
y legitimar la posición de gobernantes de sus élites.
Pasado el tiempo, tras revoluciones, involuciones e
institucionalizaciones de nuevos-viejos sistemas las concepciones de cultura
jerarquizada, de cultura entendida como sustantivo y escrita con mayúsculas,
vuelven a convertirse en justificación de nuevos “establishments”, con su bobility como artilugio.
No resulta por tanto extraño que los aparatos de
los partidos utilicen el artilugio conceptual de la bobility, para proporcionar
a sus miembros las virtudes que, en su momento, reverenciaron a quienes con sus
actos contra la opresión generaron nuevos sistemas políticos. Eso si claro los
inconvenientes de practicar tales virtudes, justicia, solidaridad,
conocimiento, legitimidad, quedan al margen y evitables mediante nuestro
artilugio y, por tanto, les permiten ser liberales sin serlo o bien socialistas sin
haber entendido jamás el concepto
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