6/08/2012

Cultura y participación



Resulta fundamental la sensibilización de la sociedad del valor en sí mismo de la cultura como parte de los derechos y el bienestar social. Es obvio que esta implicación de la sociedad requiere a su vez que esta sociedad participe en la propia gestión de la cultura. Se requiere más horizontalidad, más alternativas participativas, educativas o de trabajo comunitario con los entornos, con los espacios y con los protagonistas de la cultura que no son otros que los ciudadanos. La vida cultural es un principio activo que genera públicos y dinamismo social, algo fundamental en el sostenimiento de la cultura, que no es igual al consumo cultural que solo es un principio pasivo. Tenemos claro que la cultura, al igual que la educación, es una inversión y no es un gasto. Con la inversión cultural y los servicios públicos de la cultura se apoyan proyectos, artistas y creatividades, la vida cultural de los ciudadanos, la madurez y el capital social y por tanto el progreso económico.
También somos conscientes que muchas cosas deben cambiar y se hace necesario replantear los modelos que nos han regido en los últimos años, a la cierta normalización conseguida, no exenta de luces y sombras, especialmente en infraestructuras, debemos añadir objetivos estratégicos sensatos, con nuevas políticas que se alejen de la inestabilidad, la arbitrariedad, el oportunismo, la falta de transparencia y la ineficacia por la falta de coordinación entre las distintas administraciones, y como fundamental los criterios de sostenibilidad, que no quiere decir dejación de la responsabilidad pública.
En el actual contexto de crisis y por otra parte algo evidente ante la los nuevos paradigmas culturales y sociales producidos por la globalización, es inevitable una razonable auto-reconversión para sobrevivir, de artistas, de empresas, de organizaciones culturales, de asociaciones y profesionales.

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