La teoría de
la construcción de la Tercera Cultura de
Casmir (1992) propone que, ante el fracaso de las culturas
nacionales, para superar las barreras de la comunicación intercultural y
reconociendo la diversidad como el eje vertebrador de la sociedad, es necesario
construir “terceras culturas” para la comunicación. Construida dentro los
modelos de comunicación intercultural está basada en el interaccionismo
simbólico y pretende no centrarse tanto en las dificultades comunicativas, como
en los resultados de la comunicación, planteando la posibilidad de la
construcción cooperativa de una cultura común que facilite una comunicación
intercultural más efectiva.
Tomando como
referencia la Escuela de Palo Alto (1994) se define la tercera
cultura como una subcultura que se produce en una situación comunicativa con el
fin de conseguir unos objetivos determinados mediante ajustes de la conducta
para la construcción de una experiencia común. Esta tercera cultura aparece en
tres ámbitos: el individual, el organizacional y el mediado (Rodrigo Alsina M. , 1999) .
Para ello propone el desarrollo de tres
modelos para el proceso de construcción de la tercera cultura: el ciclo de
actuación que construye individualmente, la construcción de la tercera cultura
y el tercer modelo basado en la interacción de los dos anteriores: el ciclo de
actuación individual y la construcción de la tercera cultura.
En el primer
modelo es, en opinión de Rodrigo Alsina (1999) , un modelo limitado,
construyendo individualmente en el entorno de la experiencia humana. Cuando esa
experiencia crea la necesidad un desarrollo eficiente de conocimiento y
capacidad conducen a que las siguientes fases de la relación interpersonal sean
beneficiosas para los intervinientes en la comunicación.
Dice Romeu (2006) :
El
primer paso concibe a la relación interpersonal como un intercambio de
experiencias a través de la comunicación, donde A y B son individuos que
interactúan a partir de sus experiencias, pero al mismo tiempo, y a pesar de
que se trate de experiencias y cosmovisiones diferentes, establecen relaciones
entre ellos porque éstas están determinadas por la necesidad de dicha interacción. (pág. 8) .
El segundo
modelo está inmerso en la construcción de una tercera cultura que permite que
dos o más intervinientes en una relación intercultural, en busca de una
efectiva comunicación y un beneficio mutuo, desarrollan un nuevo sistema
simbólico y estructural para, como dice Casmir (1992, pág.
420) ,
“sobrevivir, crecer mutuamente y
disfrutar de la vida”. Realmente, a partir de un primer contacto, personas
de diferentes culturas pueden construir una tercera cultura, con valores
compartidos, que además puede seguir recibiendo influencias de otros actores y
continuar adaptándose y modificándose en virtud de las necesidades de forma
permanente. El proceso de construcción puede ser interferido negativamente por
personas o instituciones situadas al margen de la relación intercultural.
El
segundo paso describe cómo este intercambio de experiencias entre A y B generará
forzosamente, aún con los obstáculos externos a los que se enfrente dicha
interacción, un ajuste en las mismas el cual construirá una instancia de
comunicación a la que Casmir denomina “Tercera Cultura” y que no es más que un
ambiente donde “quepan cómodamente” las experiencias de los interactuantes, es
decir, se admitan como posibles para su intercambio armonioso y productivo, a
partir de un proceso de acomodación de las mismas. (Romeu, 2006, pág. 8) .
El tercer
modelo surge de la combinación de los dos modelos anteriores y supone la
culminación de la construcción de una tercera cultura que permita la relación
fluida de los participantes.
Llegamos
así a la tercera y última etapa que es en la que A y B una vez instaurados los códigos comunes que resultan
del ajuste del intercambio de experiencias y el intercambio también de las
formas correctas para desconstruirlas, entenderlas y asimilarlas como parte de una construcción
común, establecen una interdependencia entre ellos, vía los procesos de la
comunicación, que plantea una nueva
necesidad de interacción
desde estos códigos
que se han
instituido como comunes
previamente por los propios interactuantes. (Romeu, 2006, pág. 8) .
Casmir afirma
que su propuesta sobre la construcción de la Tercera Cultura se estructura por
la inoperancia de las acciones políticas para resolver el conflicto
multicultural, precisamente porque el punto de partida epistemológico no aborda
posiciones de equilibrio, sino que se enfoca aún en controversias en las que el
poder juega un papel dominante.
Sin embargo,
la Tercera Cultura se sostiene, según su modelo, primeramente en un plano de
relación interpersonal, que no garantiza su realización a nivel de toda la
sociedad, y en segundo lugar, supone una plataforma que no interpela ni al
poder político ni al de las instituciones sociales (y esto es al mismo tiempo
núcleo de sus críticas y de su valor), sino que convoca a la buena voluntad
entre los hombres y la cooperación “desinteresada” entre ellos.
Realmente
Casmir no habla de la gestión práctica de su teoría sino que se limita a
describir los modelos teóricos que construye y la relación entre los
intervinientes.
Desde la
perspectiva de la construcción de la Tercera Cultural en la comunicación
intercultural Chen y Starosta, citados por Vilà (2005) , definen cinco
fases:
·
Comunicación intracultural
intrapersonal basada en las etapas
de conciencia y presentación unilaterales, caracterizadas
por la curiosidad y motivaciones iniciales para la comunicación intercultural.
·
Comunicación
intercultural interpersonal basada por los estadios de búsqueda de información,
de reciprocidad y de ajuste mutuo. Todo intento de superioridad de una de las
partes puede desfavorecer la construcción de la tercera cultura.
·
Comunicación
intercultural retórica, donde las dos partes empiezan a considerar no solo su
propia perspectiva cultural y se establecen las funciones de convergencia e
integración de aquellos elementos que constituirán la tercera cultura.
·
Comunicación
metacultural basada en el intercambio simbólico y reinterpretación y los
primeros intentos de acción mutua. Se propician dos estadios de reajuste y
asimilación mutua, que favorecen respectivamente la reducción de
desviaciones respecto a las normas establecidas y el establecimiento de la
negociación como aspecto natural en la interacción. Aspectos que a su vez,
favorecen trascender de las diferencias entre los referentes culturales que se
fusionan en la tercera cultura.
·
Comunicación
intracultural corresponde al estadio de abandono de la cultura primaria para la
formación de una metaidentidad que reinará en las próximas interacciones. (pág. 59) .
Estos
enfoques teóricos, nos permiten analizar el proceso de la comunicación intercultural que se da en nuestro sistema educativo desde múltiples
puntos de mira.
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