1/27/2019

"Cultura y Patrimonio Cultural" o una forma de hacer política cultural simplemente con la denominación.

Quienes habéis leído mi blog, olvidado últimamente, sabéis de la importancia que concedo al valor simbólico y político de la cultura, hasta el punto de interpretar un papel airado en la comedia de  los últimos años :
"El papel de quien esto escribe no es otro que la traslación a lenguaje simbólico de la cólera del Pélida que transmite sus quejas, ya no a Apolo, sino más bien al Atrida y al funesto Néstor que sacrificaron a la hermosa Ifigenia (la cultura) para lograr sus objetivos".
La comprensión de la cultura y sus símbolos nos allana el camino para la comprensión del ser humano y las sociedades en las que convive. Podemos construir la realidad e interpretarla a través de las tramas de significación; solamente así, como explicaba Geertz, puede el ser humano construir y apropiarse de la realidad para transformarla, porque esas tramas de significación, que nosotros mismos construimos, van a dar lugar a la cultura. Una cultura que no puede ser una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones.

Ese carácter interpretativo permite dedicar una atención especial a la significación y el sentido que los actores otorgan a su propia cultura, es decir, a la apropiación, circulación, interpretación, comparación y transformación de los elementos simbólicos que componen su cultura.

Al mismo tiempo, las instituciones  que intermedian, que actúan positivamente sobre la cultura se convierten a sí mismas en un componente de las tramas de significación. Y los lugares donde se ubican transmiten mensajes simbólicos que permiten interpretar la prevalencia de las políticas que orientan la labor del gobierno al que pertenecen. Y la cultura en Andalucía tiene componentes de no-lugar. Y pese a las competencias concurrentes en materia de cultura la visión más consolidada, a través de políticas culturales y por sus equipamientos, es la que desarrolla la Junta de Andalucía.

Por eso observo con curiosidad y esperanza un cambio tan simple como el que supone la denominación institucional de la Consejería, establecido en el Decreto del Presidente 2/2019, de 21 de enero, de la Vicepresidencia y sobre reestructuración de Consejerías, como Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico.

Siempre presente en mi cabeza, Bauman, tanto en “La cultura como praxis” (2002), como en “La postmodernidad y sus descontentos” (2001), realiza una ingente labor de síntesis en torno al concepto de cultura y su desarrollo. Un desarrollo caótico, incoherente y a menudo contradictorio como afirma el autor: 
El discurso acerca de la cultura se ha caracterizado por mezclar temas y perspectivas que apenas pueden encajar en una narrativa coherente y sin contradicciones. El volumen de anomalías y de incongruencias lógicas habría hecho estallar hace tiempo el más duradero de los paradigmas khunianos (2002, pág. 20).
 Bauman intenta extraer los distintos significados que adquiere en cada uno de los contextos que define: estructura, concepto y praxis. Y, en principio, en la primera redacción de su obra, supone que había posibilidad de rectificar las incoherencias. Actualmente afirma que quizás no sea posible hacer desaparecer las ambivalencias que subyacen en el desarrollo del discurso de cultura. 
Y, lo que es más importante, no pienso que, de ser posible, la eliminación de dicha ambivalencia resultara algo bueno, al fortalecer la unidad cognitiva de la palabra. Por encima de todo, ya no acepto que la ambivalencia que realmente cuenta fuese un efecto accidental, un descuido metodológico o un error [….] Por el contrario, creo que la ambivalencia inherente a la idea de cultura, ambivalencia que refleja fielmente la ambigüedad de la condición histórica que se suponía que debía captar y narrar, es exactamente lo que ha hecho de esa idea una herramienta tan fructífera (Bauman, 2002, pág. 21). 
Se refiere a la ambivalencia más evidente, la que enfrenta a la creatividad con la regulación normativa. La cultura establece una relación inseparable con la invención y con la preservación, en un equilibrio inestable que, dependiendo de cuáles son las políticas culturales que se aplican, se decanta por una de las dos opciones, poniendo en situación de inferioridad a la otra. La preservación del orden se opone al azar creativo. Limitar las posibilidades, establecer protocolos sistémicos nos hacen circular por caminos donde no todo es estadísticamente posible. O, “producir orden significa manipular las probabilidades de los acontecimientos” (Bauman, 2002, pág. 22). 

Estoy firmemente convencido que ese simple cambio nominativo nos muestra líneas de política cultural que coadyuven en una línea general que permite un adecuado mantenimiento de lo que ha alcanzado el valor de Patrimonio Cultural y, al mismo tiempo, establezca una libertad de creación y desarrollo de lo que aspira a llegar a ser o simplemente a desarrollarse. De igual modo demuestra el interés en mostrar que tiene cabida la cultura sofisticada y una cultura popular, de resistencia pero basada igualmente en principios sólidos. Por último permite suponer que incorpora como elementos de sus políticas culturales las recomendaciones del Consejo de Europa que en su reunión en Oslo de 1976, fijaba los objetivos de las políticas culturales que debían desarrollar sus estados miembros: Preservación del patrimonio, igualdad de acceso a la cultura con especial énfasis en las obras de arte y el acceso de todos a la creación,es decir democratización de la cultura y democracia cultural.

Por tanto no puedo sino contemplar con asombro un camino esperanzador y felicitar a las personas que hayan sido artífices de esta idea y que colaboren en su desarrollo.

11/03/2016

Selección de los informantes

El acceso al escenario lleva aparejado que los primeros contactos con los
futuros informadores se están realizando. Se estableció una estrategia para
acceder a la información “basada en el intercambio y enfrentamiento de
argumentos” (Pozo Llorente & Rodríguez Sabiote, 2006): creación de un
grupo de trabajo. En cualquier estudio los informantes resultan
imprescindible, son ellos los que aportan la mayor parte de la información,
por lo que el proceso de selección que describo resultó fundamental para
llegar al buen fin de la investigación.
Ayudado por los facilitadores y los porteros de los distintos contextos se
negoció la constitución de “grupos” que, en el ambiente de confianza
generado por el “grupo de pares” (Mena Manrique & Méndez Pineda, 2009,
pág. 2), pudiera favorecer la obtención de los datos cualitativos que se
analizarán. La composición de los grupos se orientó por los principios de
pertinencia y adecuación, identificando, a juicio de los porteros, a los
informantes que pueden dar una mayor cantidad y calidad de información
“a la investigación de acuerdo con los requerimientos teóricos de esta
última” (Bisquerra Alzina, 2004, pág. 305).
En el plan de recolección de información cualitativa los aspectos
que se destacan son: la definición de la estrategia de muestreo y
la selección de los participantes. Estos se orientan por dos
principios: pertinencia y adecuación. La pertinencia tiene que ver
con la identificación y logro del concurso de los participantes que
pueden aportar la mayor y mejor información a la investigación,
de acuerdo con los requerimientos teóricos de esta última. La
adecuación significa contar con datos suficientes disponibles para
desarrollar una completa y exhaustiva descripción del fenómeno,
preferiblemente cuando el momento de la saturación se ha
alcanzado. Esto es, cuando, por ejemplo, pese a realizar más
entrevistas o revisar todos los casos negativos identificados, no
aparecen datos nuevos o distintos a los ya disponibles. (Quintana
Peña, 2006, pág. 64)
Frente al muestreo probabilístico la investigación cualitativa propone
estrategias de selección de informantes que suponen una selección
deliberada e intencional. Las personas o grupos no se seleccionan al azar
para completar una muestra con tamaño definido, se eligen uno a uno de
acuerdo con el grado en que se ajustan a los criterios o atributos
establecidos por el investigador.
Ruiz Olabuénaga (2012) nos describe las tendencias más generales en la
selección de informantes y que son aquellos que
Faciliten más la accesibilidad a los núcleos de la acción social
misma.
Estén situados más inmediatos y próximos al núcleo de la acción,
de tal manera que no se precisen otros intermediarios (de
información) ni otros intérpretes (de sentido).
Prometan más riqueza de contenido por la intensidad de su
experiencia personal.
Dispongan de más información por su sensibilidad idiosincrática
y por su disponibilidad actitudinal a comunicarla.
Se caractericen por su singularidad. (pág. 155)
Es evidente que no existía posibilidad para que el investigador
determinase que personas, pertenecientes a las plantillas de los distintos
escenarios, pudieran ser los informantes idóneos. Por tanto se confió en el
criterio de selección de los “porteros” y se fijaron los criterios negociados
de selección que se deberían ajustar a la teoría y a los criterios de
pertinencia y adecuación. Igualmente se consideraron otros como
experiencia, interés en el tema y la capacidad estimada para participar
activamente en el grupo.
Al mismo tiempo, se les propuso que solicitasen una muestra voluntaria
entre los miembros de los claustros que no fue necesaria ya que los grupos
alcanzaron un tamaño adecuado en ambos casos, ajustándose a los
criterios de selección pactados con los “porteros”.
A menos que se haya tenido una experiencia negativa reciente,
las personas generalmente cooperan, les suele gustar que se
conozca su historia, se sienten felices de ayudar a alguien a hacersu trabajo, aunque no sean optimistas sobre el beneficio que les
pueda procurar la investigación. (Stake R. , 2005, pág. 58).
Los porteros trasladaron a los componentes de sus claustros el documento
de negociación que se había remitido a su centro y la solicitud de muestra
voluntaria. El documento junto al código ético que regularía la investigación,
establecía el objetivo de la misma, por lo que todos los componentes del
grupo eran plenamente conscientes de cuál sería su labor como
informantes. Igualmente se realizó, en cada uno de los diferentes casos,
una propuesta de convocatoria, negociada con el facilitador y el portero,
donde se fijaba la fecha, lugar y hora prevista para la reunión.

Acceso al escenario de la investigación

Se debe entender el acceso al escenario como un proceso mediante el que
voy recogiendo la información que resulta imprescindible para el estudio y
plantea diversas necesidades, establecer nuestra posición en él y
negociarla. Flick (2007) aconseja que el investigador se sitúe en una
camino intermedio entre la extrañeza y la familiaridad. El conocimiento del
objeto de estudio nos ubica en una situación de cercanía no como alguien
absolutamente ajeno. Al mismo tiempo hemos de resultar lo menos
intrusivos posible, ya que nuestra presencia supone una intromisión en la
vida habitual del centro (Stake R. , 2005):
Casi siempre, la recogida de datos "se juega en casa" de alguien.
En la mayoría de los casos, supone al menos una pequeña
invasión de la vida privada. Los procedimientos para obtener
respuesta se basan en que siempre se da por supuesta la
necesidad de obtener permisos. ¿A quién corresponde el espacio
en que nos movemos? (2005, pág. 58).
Nos dicen Hammersley y Atkinson (1994, pág. 54) “En muchos sentidos,
obtener el acceso es una cuestión totalmente práctica (…) implica
inspirarse en las estrategias y recursos interpersonales que todos
tendemos a desarrollar al hacer frente a la vida diaria”.
Los contextos del escenario de investigación, o las subunidades del estudio
de caso, que se decidieron son, por la propia naturaleza de la investigación,
varios y la primera cuestión será resolver el acceso a los mismos.
En el primer momento, se estableció, a través de dos distintos facilitadores,
uno con acceso a la Delegación Provincial de Educación y el otro a los
distintos centros, a los grupos de trabajo y a los alumnos del Master,
contacto con los respectivos “porteros” a fin de obtener permiso de entrada
y acceso a los distintos informadores que proporcionarán los datos
necesarios para su análisis.
Para la obtención de los permisos se utilizaron dos diferentes fórmulas. En
la Delegación Provincial de Educación se utilizó una vía informal de
negociación, por la relación del investigador con personal de la misma,
explicando el sentido y finalidad del estudio al facilitador y clarificando los
objetivos y el planteamiento del estudio.
La vía informal de negociación, siempre que sea posible utilizarla,
tiene la ventaja de que alguien habla a favor del investigador ante
las autoridades o porteros. Esta persona suele explicar quién es
el investigador, despejando posibles temores acerca de los
prejuicios que supondría su trabajo para la institución o la
comunidad. Esta mediación concede a la vía informal un mayor
valor que a las peticiones formales de permiso, que en ocasiones
resultan papel mojado. Hay que tener en cuenta que los permisos
oficiales muchas veces no tienen más valor que el de facilitar el
contacto que dará a conocer el proyecto de investigación a la
autoridad responsable de facilitar el acceso al campo. (Rodríguez
Gómez, Gil Flores, & García Jiménez, 1996, pág. 108).
La fase de la negociación que nos abre (o no) las puertas al campo de
estudio es obligada y puede determinar en buena medida el curso de la
investigación, pues como Woods (1987) mantiene, en esta fase "en el
fondo, se trata de venderse a sí mismo como una persona digna de crédito
que lleva a cabo un proyecto de valor" (pág. 37).
Para el acceso a los distintos centros el facilitador, nos permitió establecer
una reunión que culminó mediante la solicitud formal para acceder a los
informadores. Se redactó un documento de negociación (Anexo 1),
incorporando la solicitud formal. Los centros no plantearon ninguna forma
de control, pese a que se les ofreció formalmente, y colaboraron de forma
activa en el proceso.
Cada uno de los contextos del escenario, entendido como situación social,
las personas que lo ocupan, sus redes de relaciones e interacciones,
genera una nueva relación entre quien investiga y quien es investigado, por
lo que, en alguna medida, el control de la información puede implicar
problemas.
Dada la naturaleza de este tipo de investigación, afrontar la
realización de un estudio de caso es emprender una acción moral
que, como tal, implica inevitablemente tomar decisiones, deliberar
y elegir. Su importancia radica en las incidencias y las
consecuencias que, de un modo u otro, van a tener para y en las
personas/colectivos que son objeto de investigación.
Los problemas éticos se le plantean al investigador/a en forma de
dilemas acerca de lo que es correcto o no en cada actuación,
tanto en el decir, hacer o estar. (Vázquez Recio & Angulo Rasco,
2003, pág. 20)
Opina Cerri que los dilemas éticos “surgen en primer lugar de la búsqueda
de un equilibrio entre las obligaciones” (pág. 363), así como de la
concurrencia de dos moralidades diferentes.
Por un lado, la “personal”, relativa a la convivencia y
coparticipación entre personas. Aquel código ético que
aprendemos en el espacio y el tiempo en el que vivimos y que nos
dirige en cada ámbito de la vida. De hecho, cada tipo de relación
conlleva un particular código ético al que nos remitimos para
interactuar con los demás de la forma más “correcta”. Este nivel
supone ya de por sí una serie de conflictos. Por otro, la
“profesional”, que nos obliga a respectar unos compromisos con
la comunidad científica y con los sujetos de estudios. Además,
para ser “objetivos”, nos obliga a establecer limites entre nuestro
ser personal, nuestro yo, y nuestro ser profesional, produciendo
estrategias metodológicas para “crear distancia”. (pág. 366).
Para resolver esos “dilemas éticos” que con alto nivel de probabilidad
surgirán en nuestra investigación fue necesario establecer un catálogo de
criterios éticos que sirvieran de soporte al proceso de investigación. A estos
efectos, se tuvieron en cuenta los criterios éticos estudiados por Del Olmo
(2010), Angulo (1993) como se refleja en el documento de negociación
(Anexo nº 1) que sirvió de base a la misma. Reproduzco aquí, parte de su
contenido en relación con los criterios éticos fundamentales establecidos
para la investigación. Entiendo a la propia negociación como uno de los
criterios éticos básicos en la investigación.
Negociación: Es muy importante el proceso de negociación inicial, de
negociación interactiva durante toda la investigación y la negociación de los
informes. Es importante porque democratiza el proceso, da protagonismo
a quien realmente lo tiene, abre un diálogo constructivo entre todos los
participantes y crea un clima favorable al intercambio, a la reflexión y a la
mejora.
Confidencialidad: - Se mantendrá el anonimato de los informantes con el
fin de garantizar las deseables condiciones de libertad de expresión. No
siempre es posible conseguirlo ya que los papeles de carácter único no es
posible camuflarlos del todo. De cualquier manera el respeto a las personas
y a sus opiniones está por encima de cualquier pretensión de objetividad.
La publicación del Informe es una parte de las exigencias democráticas de
la investigación. El conocimiento obtenido con fondos públicos ha de ser
público y beneficiar a todos. De cualquier forma no es preciso que el
nombre del Centro, si así lo preferís, aparezca en los Informes.
Equidad: - La investigación pretende ser una ayuda, no una amenaza para
nadie. Por eso considero fundamental el conocimiento del Informe y la
garantía de intervención sobre él.
Colaboración: - El Investigador recabará autorización de los implicados y
acordará con ellos el acceso a las situaciones y actividades que se desee
observar. Para realizar grabaciones se demandará la autorización de los
implicados.
Por otro lado, en el acceso a los datos de los alumnos del Máster, se
concedió permiso verbal por parte del coordinador, para poder solicitar de
cada alumno respuestas a un cuestionario (Anexo 2) negociado con la
persona responsable del curso. El cuestionario comenzó a aplicarse en el
curso 2009-2010 y se han obtenido datos hasta el año 2013-2014.
Así pues, superado uno de los momentos más difíciles del trabajo de
investigación el primer contacto real con el campo, se inició un proceso que
sólo terminará con la finalización de la investigación y el conocimiento
público del informe.
Ahora bien, una vez negociada la entrada, el acceso al campo suele ser
también conflictivo, pues entrar en un campo no significa permanecer en él
en exclusiva. Acceder a un campo implica penetrar en las culturas grupales
así como invadir determinados espacios que previamente eran habitados
por otros. Como afirman Hammersley y Atkinson (1994):
El acceso no es sólo una cuestión de presencia o ausencia física.
Es mucho más que una simple cuestión de conseguir o poseer un
permiso para llevar a cabo la investigación. (…) En muchos
lugares, mientras la presencia física no representa en sí un
problema, la actividad investigadora sí puede presentarlo. (págs.
72-73).