2/22/2012

Teoría de alcance medio, nomología y sistemas


Uno de los aspectos que me resultaron más apasionantes en mi formación como historiador fue el del cambio cultural y la diversidad, especialmente desde su análisis en arqueología. Los conceptos de cultura, cambio cultural, difusión o generalidad intercultural articulaban diferentes discursos según se expresara el funcionalismo, el estructuralismo, el procesualismo o nueva arqueología, el postprocesualismo, el neoevolucionismo o la ecología cultural. En tanto que la arqueología no puede observar el comportamiento de las culturas que estudian, los arqueólogos deben inferir el comportamiento y las ideas a partir de los restos materiales y del impacto que las diferentes culturas generaron. La nueva arqueología liderada por Binford (1997) definía a la cultura como una forma extrasomática de adaptación al medio de los seres humanos, pretendiendo la reconstrucción completa de los procesos culturales del ser humano, con base en el positivismo lógico y utilizando el método científico hipotético-deductivo, aunque con un profundo anti-historicismo, llegando a la conclusión de que no hay un pasado objetivo y de que las maneras que utilizamos para representárnoslo no son sino textos que producimos en función de nuestra posición sociopolítica. La necesidad de generalización que difícilmente puede alcanzar al comportamiento humano configuró la clasificación de sus teorías o generalizaciones en categorías altas, medias o bajas y permitió la aparición de la teoría de Alcance Medio, que intentaba utilizar datos etnográficos para unir fenómenos observables arqueológicamente y comportamientos humanos. Esta escuela con su materialismo determinista con marcados acentos lamarckianos y su enfoque sistémico influyeron notablemente en mis concepciones.
Pero, las teorías de nivel medio, y la de alcance medio lo es, configuran generalizaciones que, desde el postpositivismo, formalmente se estructuran como leyes universales, lo que en alguna medida viene a considerar a la naturaleza humana como invariable. Por otra parte, el análisis sistémico de la cultura, que propone la modernidad, nos la muestra en una permanente crisis, independientemente de la deriva pesimista de la Teoría de Sistemas que se aleja del optimismo de Parsons, como afirma Lyotard (1992, p. 34):
.” […]….Parsons en los años 50 asimila la sociedad a un organismo autorregulado. El modelo teórico e incluso material ya no es el organismo vivo, lo proporciona la cibernética que multiplica sus aplicaciones durante y al final de la segunda guerra mundial.
En Parsons, el principio del sistema todavía es, digámoslo así, optimista: corresponde a la estabilización de las economías de crecimiento y de las sociedades de la abundancia bajo la égida de un welfare state moderado En los teóricos alemanes de hoy, la Systemtheorie es tecnocrática, es decir, cínica, por no decir desesperada: la armonía de las necesidades y las esperanzas de individuos o grupos con las funciones que asegura el sistema sólo es un componente adjunto de su funcionamiento: la verdadera fiabilidad del sistema, eso para lo que el mismo se programa como una máquina inteligente, es la optimización de la relación global de sus input con sus output, es decir su performatividad.”
Luhmann (1996) explica que de la Teoría General de Sistemas Abiertos surgen tres teorías subsidiarias que intentan explicar la relación de los sistemas con su entorno: 1) Input/Output, 2) Feed Back Negativo y 3) Feed Back Positivo. Con elevado nivel de relación con la cibernética en su acepción de arte de conducción de sistemas técnicos y sociales, muestra ese cinismo al que se refería Lyotard y reserva une elevado índice de construcción teórica para el análisis de la entropía y la negentropía.

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