Es evidente que el desarrollo de la sociedad de la información basada en el uso masivo de las TICS, puede revitalizar la institucionalización de la democracia participativa. Las tendencias académicas sobre la democracia deliberativa electrónica, hacen más hincapié en los factores tecnológicos que en las respuestas conceptuales de la nueva visión a la mejora de las condiciones de la participación.
Así, mientras que por un lado existe el convencimiento que el potencial comunicativo que abre Internet nos va a conducir inexorablemente a un proceso de revitalización de nuestras democracias al permitir la aparición de una ciudadanía más informada y participativa, por otro lado no sólo se desconfía de la capacidad de Internet para producir cambios sustanciales en el funcionamiento de las democracias, sino que también se alerta sobre las posibilidades de que pueda agravar las brechas ya existentes y abrir otras nuevas. Como una nueva divisoria entre los ciudadanos que usan Internet para hacer valer sus derechos políticos y aquellos que no pueden usarla o no quieren.
Pero al margen de los criterios tecnológicos que están en el fondo de las dos posturas, debemos orientar nuestro trabajo hacia las dificultades de carácter ético e institucional que deben conformar nuestro discurso.
Las TIC’s han de facilitar la relación entre ciudadanos y Administración simplificando trámites, mejorando la accesibilidad a los servicios públicos, facilitando las respuestas administrativas, agilizando las relaciones, favoreciendo las propuestas, reclamaciones o peticiones de los habitantes de nuestra ciudad estableciendo plataformas interactivas que, sin sustituir la necesaria relación personal, faciliten foros de encuentro para el ejercicio de la libertad y el derecho a la participación desde la igualdad.
Así, mientras que por un lado existe el convencimiento que el potencial comunicativo que abre Internet nos va a conducir inexorablemente a un proceso de revitalización de nuestras democracias al permitir la aparición de una ciudadanía más informada y participativa, por otro lado no sólo se desconfía de la capacidad de Internet para producir cambios sustanciales en el funcionamiento de las democracias, sino que también se alerta sobre las posibilidades de que pueda agravar las brechas ya existentes y abrir otras nuevas. Como una nueva divisoria entre los ciudadanos que usan Internet para hacer valer sus derechos políticos y aquellos que no pueden usarla o no quieren.
Pero al margen de los criterios tecnológicos que están en el fondo de las dos posturas, debemos orientar nuestro trabajo hacia las dificultades de carácter ético e institucional que deben conformar nuestro discurso.
Las TIC’s han de facilitar la relación entre ciudadanos y Administración simplificando trámites, mejorando la accesibilidad a los servicios públicos, facilitando las respuestas administrativas, agilizando las relaciones, favoreciendo las propuestas, reclamaciones o peticiones de los habitantes de nuestra ciudad estableciendo plataformas interactivas que, sin sustituir la necesaria relación personal, faciliten foros de encuentro para el ejercicio de la libertad y el derecho a la participación desde la igualdad.
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