En 1869 un grupo de intelectuales encabezados por el catedrático de Física, Geología e Historia Natural, Dº Antonio Machado y Nuñez, recién elegido rector de la Universidad de Sevilla, junto a Federico de Castro, abogado y catedrático de Metafísica, Literatura y Ciencias, fundan la Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias de Sevilla, como órgano difusor de los nuevos planteamientos ideológicos. Así lo hacen constar en el primer número.
Ya desde el primer número va a aparecer una sección fija bajo el nombre genérico de “Apuntes para un artículo literario” cuyo autor es Antonio Machado y Alvarez, hijo del fundador y padre de Antonio y Manuel. Educado al calor de las ideas revolucionarias e influido por el krausismo de Federico de Castro, se dedica al estudio de las tradiciones y costumbres populares con el mismo ahínco que su padre en la esfera de la Historia Natural. Fue, por tanto, el iniciador de las investigaciones de lo que por entonces comenzó a llamarse Folklore, y que con el tiempo paso a perfilarse como una nueva ciencia: la Antropología Cultural.
Sus trabajos no fueron sino el principio de sus investigaciones sobre la CULTURA DEL PUEBLO, con mayúsculas, tal y como él lo escribiera, protagonista hasta tal punto de sus trabajos que le harán adoptar el nombre de Demófilo.
Su labor no pretendió ser mas que meramente recopiladora, aunque dejando entrever ya escuetas interpretaciones de las canciones, que de hecho aparecerán agrupadas por temas, que van desde los políticos, como las que a su entender expresan la protesta enérgica del pueblo mejor que los discursos del más ilustrado político.
Su preocupación por los temas andaluces lo llevan a abordar todas aquellas canciones sonde se manifiesta la especial estructura de su pronunciación, realizando un análisis lingüístico. De igual forma deja ya entrever la relación de esos modismos del lenguaje con la cultura andaluza, y de ésta como expresión de una entidad jurídica y política, a la que todavía no se atreve a definir claramente. Tendrían que pasar algunos años aún para que otros hombres emprendieran la tarea de la afirmación política de Andalucía.
Machado utiliza el término ya hoy en desuso de dialecto, mediante el cual manifiesta su carácter e individualidad: “Así observamos que el andaluz muestra predilección por unas consonantes y aversión decidida por otras...Este amor y este odio hacia las inofensivas letras, revela algo fundamental que no depende ya del estado y la conformación del órgano físico, sino que sirve para descubrir ese individuo mayor, sin nombre todavía, que marca el tránsito de la provincia a la nación o pueblo”.
Su preocupación por los cantes populares le van a conducir como un proceso lógico al flamenco, y a pesar de que más adelante realizará diversos estudios en profundidad sobre tales temas, deja ya por sentado en sus artículos algunos datos sobre sus orígenes: “resultado del contacto en que vive la clase baja del pueblo andaluz con el misterioso y desconocido pueblo gitano”.
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