El sistema tradicional de contratación de los obreros del
puerto, las “paradas”, desaparecido con el advenimiento de la Dictadura, es
reivindicado nuevamente por el Sindicato de Transportes, pero cuestionado por
la patronal que se niega a reconocerlo. Esta situación, afectaba gravemente al
gremio portuario ya que permitía: “ ...que
los elementos no sindicados fueran los preferidos por los chaquetillas, por el
motivo de que dicho elemento es propicio a trabajar por un salario menor al que
cobran los obreros organizados”[1].
Así pues, el día 23 de septiembre los trabajadores se reúnen en el local de
C/Esquilache, para decidir cual ha de ser su actitud si los patronos se
mantienen irreductibles. La reunión, que conoce la que la patronal celebrará el
día siguiente, acuerda esperar los resultados de ésta y si fueran contrarios a
sus intereses declarar la huelga a los 12 de la mañana del día 24 como así
sucedió.
Efectivamente en la reunión de empresarios, pese a que un
sector estaba decidido a aceptar el restablecimiento de las paradas, la mayoría
opinaba lo contrario por lo que se decidió seguir rechazándolas, obligando a
los trabajadores a :”...ir mendigando el
trabajo hasta el costado de los buques”[2].
El Gobernador Civil enterado por el agente de vigilancia de
la inminencia de la huelga que, en plena época de “vendeja” afectaría de forma
importante a la economía malagueña, apuesta por la solución del conflicto, como
se aprecia en las declaraciones efectuadas a la prensa: “...se aceptarán, [ las paradas] pues no
representan coacción y si una medida que creen convenir más a sus intereses” [3],
pero al mismo tiempo adopta medidas tendentes a limitarlo: “...tenía ya noticias de las posibles
actitudes de patronos y obreros, y del planteamiento de la huelga, y me creí en
la obligación de adoptar medidas que evitasen lo ocurrido en la huelga última,
en que unos grupos de mozalbetes se hicieron casi dueños de la población en los
primeros momentos, obligando al cierre de establecimientos y cafés”[4]. Estas medidas consistieron en la
ocupación del centro de la ciudad y el Puerto por fuerzas de Caballería de la
Guardia Civil junto a los infantes habituales, mientras que miembros de la
Brigada Social acompañarán a los huelguistas que recorran la ciudad informando
sobre el conflicto planteado.
La huelga comenzará oficialmente el día 24 a las 12 de la
mañana, realmente hacía dos días que no se trabajaba, abandonando el trabajo y
el Puerto unos 2.000[5]
obreros que no pretender reanudar sus actividades en tanto no se acepten sus
reivindicaciones. A los trabajadores del Puerto se les une rápidamente la
generalidad del Sindicato de Transportes al cual pertenecen sus sociedades
obreras. También comienzan a producirse reuniones del resto de los Sindicatos
que en general ofrecen su solidaridad, como el de la Construcción o el
Metalúrgico que además aprovecha para discutir problemas específicos de su
sector, como el de los destajos[6].
Los patronos, que acuerdan mantener su actitud[7],
han comenzado a contratar trabajadores libres que con protección policial
realizan las labores de estiba o desestiba de algún buque, pero son pocos y
además carecen de la experiencia necesaria para llevar a buen término el
trabajo, por lo que la mercancía, principalmente frutas perecederas, se
comienza a acumular en los muelles. Pese a todo comienzan los incidentes entre
los huelguistas y los “esquiroles” por lo que el Gobernador Civil aumenta la
presencia policial.
El día 26, tercero del conflicto, y a requerimientos del
Gobernador Civil que, informado por el Comité Paritario de Transportes de la
lejanía de un acuerdo, se muestra dispuesto a mediar en el conflicto[8],
tanto los obreros como los patronos ratifican sus posiciones iniciales. Los
incidentes que tenían lugar a diario motivan las primeras detenciones que a su
vez aceleran el proceso de solidaridad de los demás gremios. Efectivamente, los
ferroviarios y metalúrgicos incrementan su apoyo hasta ahora moral, elevándolo
a material, y se recibe el del Sindicato de la Piel con presencia orgánica
comunista.
Al día siguiente el conflicto continuará sin cambios,
produciéndose una reunión de Consignatarios de Buques en la que, ante la falta
de acuerdo, unos opinan que debe contratarse directamente y otros piensan que
es competencia de los patronos, deciden volver a reunirse[9].
En cuanto a la actitud de la prensa malagueña, se observan posturas distintas,
El Cronista, destaca : “...la sensatez de
los huelguistas”[10],
mientras que La Unión Mercantil afirma: “Hoy
con harto sentimiento hemos de reconocer que es muy difícil que se restablezcan
estas corrientes de armonía: se han extremado tanto las violencias que si no
busca una pronta solución al conflicto, éste va a tomar caracteres
verdaderamente peligrosos...”.
El Gobernador que sigue manteniendo su papel de
mediador propone una entrevista conjunta de obreros y patronos que éstos no
aceptan, pero que sirve para comprobar que se ha iniciado una cierta
modificación en la postura de los patronos. Mientras, los Consignatarios de
Buques adoptan el difícil acuerdo de notificar a los buques que se encuentran
en ruta la imposibilidad de cargar y descargar en el puerto de Málaga, por lo
que deben continuar su ruta sin intentar detenerse en él. Al mismo tiempo el
Gobernador Civil, recibe la visita de las diferentes sociedades obreras de la
ciudad que le informan de su disposición a la huelga general en caso de no
hallarse una solución satisfactoria al problema de los obreros del Puerto.
El mes de octubre se inicia con similares
características a las de días pasados, pero a medida que transcurren los días y
se hace más patente el grave perjuicio provocado a los intereses exportadores
de la provincia, se va endureciendo la postura del Gobernador, espoleado en
cierta medida por las editoriales de la Unión Mercantil: “No es posible continuar convertido en mero espectador ni que continúe
pasando en la indiferencia tan perjudicial y lamentable situación. Se impone
que las entidades representativas de las clases mercantiles e industriales se
acuerden de las funciones que les impone su cometido, y se requiera la enérgica
intervención de las autoridades, para que el conflicto tenga inmediato término,
como mejor proceda, pero rápidamente”. Así pues, se prohibe el acceso de
los huelguistas al puerto, día 2; se ordena la detención de quien agreda
verbalmente a los trabajadores que han venido de fuera, suspensión de mítines[11],
etc. Pero, en la misma medida, el Sindicato de Transportes ha intensificado sus
acciones, paralizando el transporte público (excepto los tranvías) y el de
alquiler y ha comenzado a exigir la solidaridad del resto de los trabajadores.
Las reuniones del Gobernador con las partes
implicadas en el conflicto se siguen manteniendo a diario, incluso de forma
conjunta, como la celebrada con los patronos, el Comité de huelga y el Jefe de
Vigilancia, pero sin alcanzar ningún principio de acuerdo, estableciéndose la
diferencia fundamental en la sindicación o no de los trabajadores. La representación
de la Asociación de patronos visitó a los medios de comunicación locales
exponiendo las diferencias entre los que denominan “su buena voluntad” y “la
intransigencia” de los trabajadores y como muestra de ello están dispuestos a
aceptar que sólo sean contratados “todos
aquellos que dispongan del oportuno carnet del Comité Paritario”,
circunstancia que se discutió en la reunión celebrada en el Gobierno Civil y
que no fue aceptada por el Comité de Huelga que incluso rechaza al Comité
Paritario. A partir de ese momento, y ante el aumento de la tensión por la
incorporación de otros sectores al paro[12],
se suceden las mediaciones en el conflicto, desde la del Sr. Briales Franquelo,
Alcalde de la ciudad, hasta la de la Cámara de Comercio. La fórmula presentada
por el Sr. Briales constaba de dos puntos:
1.
Que los patronos contratarían al personal según sus
necesidades.
2.
Que este personal podía tener una proporción de dos
sindicados por cada tres sin sindicar.
Esta formula será presentada a los trabajadores del
Puerto y del Sindicato de Transportes el domingo día 5, en asamblea celebrada
en los locales de Calle Esquilache, siendo rechazada con considerable tumulto,
decidiendo que la única solución factible pasaba por la aceptación del
Sindicato Unico del Ramo de Transportes.
Ante este giro de los acontecimientos el Gobernador Civil
Sr. Queipo de Llano, tras ser informado por el Comité de huelga, hace pública
una nota de prensa en la que endurece considerablemente el lenguaje y que dice
así:
“El sábado conferenció
el Gobernador con la Comisión de huelga de los obreros del Muelle para conocer
su actitud y manifestarles el deseo de la Cámara de Comercio de que intervenga
en el asunto un funcionario especializado del Ministerio de Trabajo.
Contestaron los
obreros que estaban animados de los mejores propósitos de cordura y concordia y
que no creían necesaria la intervención de ninguna otra persona convencidos de
que nadie conseguiría de ellos lo que consiguiera el Sr. Gobernador.
Estas manifestaciones
fueron agradecidas por la primera autoridad pero a pesar de ellas propuso la
intervención del digno Alcalde de Málaga, Sr. Briales Franquelo que lo hizo en
la reunión celebrada la misma noche en el Gobierno Civil y en que la Comisión
de huelga aceptó unánimemente la fórmula de establecer las paradas y sacar de
ellas dos obreros asociados por cada tres libres. En la asamblea de ayer
domingo se rechazó por segunda vez esta fórmula aceptada por la Comisión.
Esta informalidad y la
fundada sospecha de que este movimiento tiene carácter no sólo y exclusivamente
obrerista me obliga a adoptar desde hoy enérgicas medidas que garanticen con la
mayor resolución la libertad de trabajo y castiguen con el mayor rigor a
quienes falten a la ley”[13].
Según informaron al Gobernador Civil, el Sindicato Unico del
Ramo de la Construcción, el de la Madera y le de Metalúrgicos han convocado la
huelga, concentrándose grupos de obreros en el centro de la ciudad que son
inmediatamente disueltos por las fuerzas policiales. La reunión del Sindicato
Metalúrgico ha terminado con incidentes pues la policía ha intentando detener a
la Directiva basándose en la ilegalidad de la declaración de huelga, y por un
descuido de un agente se ha disparado un arma, produciéndose un considerable
tumulto por el pánico.
El Gobernador siendo consecuente con la nota hecha pública
intensificó la presión sobre las organizaciones sindicales clausurando los
centros obreros adheridos a la C.N.T con la excusa del tumulto de C/Esquilache
e igualmente ordenó la detención de cuantos elementos significados tuviesen
relación con la situación del conflicto. Sin embargo, y con el objeto de
impedir que los sindicatos federados en la U.G.T. se incorporen al paro, se
permiten las reuniones así como la de los sindicados en los FF.AA.
El conflicto se agrava en la mañana siguiente, se difunden
pasquines llamando a la huelga general revolucionaria y, por otra parte, el
Gobernador Civil imparte la orden de detnción de un Comité de Huelga del
Sindicato de Transportes que ha presentado su dimisión, disponiendo además que
se hagan listas de los obreros destacados de cada gremio para facilitar su
vigilancia y proceder a su detención en el caso de que se comprobase su
actividad agitadora. Los incidentes se generalizan por toda la ciudad con
situaciones de gran tensión, como la producida en la puerta de los
Ferrocarriles Andaluces, entre los obreros de talleres y depósitos que van a
incorporarse a su trabajo y trabajadores en huelga que les conminan a
abandonarlo produciéndose una reyerta. Al acudir la Guardia Civil es recibida a
pedradas lo que provoca una reacción excesiva ya que proceden a disparar sus
armas reglamentarias para disolver el tumulto. Esta actuación impulsó a los
obreros ferroviarios a no entrar en talleres incrementando el números de
huelguistas y motivó un escrito de protesta al Gobernador Civil[14]
por la desproporción de los medios empleados. Ese mediodía se produciría un
muerto entre los trabajadores de la Compañía de Locomoción que seguía
desarrollando su actividad, sin que pudiera detener o identificar al
responsable de lo sucedido.
Se han incorporado a la huelga los trabajadores de Artes
Gráficas y los camareros, además las faeneras[15]
de envasado de fruta para la exportación han sido despedidas, por lo que se
incorporan a los grupos de huelguistas que recorren los centros de trabajo
solicitando el cierre y la incorporación de los trabajadores a la huelga.
En la sede del Gobierno Civil, el edificio de la Aduana, se
ha instalado una estación telegráfica[16]
para mejorar las comunicaciones con el Gobierno y desde Madrid, el General Mola
ha cursado una carta[17]
conminando a la detención de todos los individuos afectos a la C.N.T. que
lleguen a Málaga desde otras provincias. Como vemos, el criterio de Mola
respecto a la dirección y coordinación de la huelga sigue apuntando a la
responsabilidad de los anarcosindicalistas, pero al mismo tiempo el envío a la
ciudad del Comisario Martín Banegas, experto, o más bien, “impuesto” en
comunistas, como afirma el General Mola en sus Memorias, nos permite ver que el
Partido Comunista de Málaga ha escalado puestos en los motivos de preocupación
del Director General de Seguridad del Gobierno.
El Comité Paritario que ha seguido reuniéndose elabora una
propuesta de resolución que permita salir del conflicto:
“El Comité de Transportes
Marítimos de Málaga en sesión celebrada el día de hoy a las seis de la tarde
acordó por unanimidad establecer la parada a los obreros que trabajan en el
Muelle en la siguiente forma:
Primero.
Se establece
la parada de estiba y desestiba a los obreros en la estatua de Benítez.
Segundo.
Se establece
la parada de cargadores, descargadores y barqueros a los obreros afiliados a
este Comité en la entrada del Paseo de Bergamín.
Tercero.
Se establece
la parada de arrumbadores a los obreros afiliados a este Comité en el lado
derecho de la entrada principal del puerto.
Cuarto.
El
nombramiento del personal se hará en las paradas media hora antes de empezar
los trabajos.
Quinto.
La Cía. De
Locomoción general seguirá nombrando personal en la forma de costumbre.
El presente acuerdo
estará en vigor hasta el 31 de diciembre de 1931, comprometiéndose los representantes que integran este Comité a
estudiar la reglamentación del trabajo en el más breve plazo posible. Málaga a
8 de octubre de 1930”[18].
Desde el día siguiente, nueve, podemos considerar que la
ciudad está en huelga general, se incrementan las detenciones, incluso las de
cinco personas procedentes de Sevilla y Jerez, que la prensa identifica con
“comunistas[19]”
y a los que el profesor Nadal identifica como confederales, junto a uno de los
choferes que los han transportado y al ferroviario Ramón López Domínguez, del
que se afirma que se encontraba junto a los anteriores recibiendo
instrucciones. Resulta igualmente detenido “un peligroso anarquista procedente
de Barcelona” Casiano Selva Soler. Por la tarde la presión del Gobierno Civil
se traslada hacia el P.C.E., procediendo a la detención de Cayetano Bolívar
Escribano[20]
y José Luis González, ambos destacados militantes del partido, aunque no son
los primeros pues ya había sido detenido con anterioridad José Rivera Hurtado y
posteriormente lo sería Romero Blanco.
El Comisario de Vigilancia, Sr. Roldán, enviado por la
Dirección General de Seguridad por su profundo conocimiento de las huelgas y su
entorno, convocó a reunión a los obreros huelguistas en la mañana del día 11,
alcanzando un acuerdo satisfactorio que no obstante el Gobernador Civil
desautorizó, ordenado la detención de tres de los representantes obreros que
acudieron esa tarde a ratificar el
acuerdo alcanzado. El Comisario es destituido y vuelve a Madrid, siendo
sustituido por el ya mencionado Martín Banegas.
Pero la huelga parece haber entrado en su línea final y si
el domingo transcurre con tranquilidad, el lunes se retomaba el trabajo en el
Muelle y se comenzaban a normalizar las labores en los demás sectores de la
producción. Al final, se decide aceptar la fórmula propuesta por el Comité
Paritario, renunciando al reconocimiento del Sindicato Unico, que en la
Asamblea del día 5 se había considerado prioritario. El día 15 los obreros
acuden a las paradas, pero se encuentran con que sólo 2 de los 20 capataces
acuden a las mismas. Los obreros ante esta circunstancia deciden continuar la
huelga, pero la intervención ante los patronos del Gobernador Civil, hace que
éstos garanticen su presencia en las paradas el día siguiente, 16 de octubre,
afirmando su desconocimiento de que ese día hubieran acudido los obreros. El
día 16 puede darse por concluido el conflicto reincorporándose todos los
trabajadores a sus puestos.
El conflicto cumple en sus esquemas de convocatoria y
desarrollo con la actitud generalizada que la C.N.T. desarrolló en el año 1930.
Recordemos que pese a su legalización, ha declarado la hostilidad a la
monarquía y actúa de forma revolucionaría realizando acciones alejadas
generalmente de la actitud reivindicativa salarial. Podemos observar una
estructura del conflicto similar a la de la huelga general solidaria de junio,
dominada por Sindicatos adheridos a la Confederación, pero con una mayor
actividad y presencia de los comunistas, que utilizan sus sociedades obreras en
apoyo de la huelga con la celeridad que permiten las circunstancias. No hay que
olvidar que las declaraciones de huelga de la mayoría de los gremios se
producen de forma ilegal lo que conducía a la detención de las Directivas.
Mientras la actitud del Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de
Trabajadores, no difiere de la de junio, la labor de infiltración en todos los
ámbitos obreros que lleva a cabo el P.C.E. genera en muchas ocasiones
conflictos entre las bases y los dirigentes, el apoyo de la Federación de Artes
Gráficas o de los FF.AA, son ejemplos de participación de sociedades obreras
del entorno de la Unión, en la Huelga General. En el caso de los FF.AA., el
Comité ejecutivo de la Subsección de Málaga tendrá ya en 1931 mayoría comunista[21].
[1]
Rebelión 18 de octubre de 1930
[2]
Ibídem.
[3]
El Cronista. Día 23 de septiembre de
1930. Pág. 2
[4]
El Cronista. Día 25 de septiembre de
1930. Pág. 12
[5]
Ibídem
El Sr. Massa, Gobernador Civil interino eleva sin
embargo el número de huelguistas a 3.000, cifra que según el profesor Nadal no
se alcanzaría hasta el día 29.
[6]
Ibídem Jueves día 25 de septiembre de
1930. Pág. 2
[7]
Ibídem. Contraportada
[8]
Nadal, Antonio “Andalucía ante el
advenimiento de la República. Coyuntura Política y movimientos huelguísticos en
la Málaga de 1930” Pág. 115.
García Sánchez, Antonio “La Segunda República en Málaga: La Cuestión Religiosa 1931-1933”. Pág.
142.
“El Gobernador
estaba dispuesto a gestionar con los patronos la aprobación de una fórmula si
antes era aceptada por los huelguistas. En ella se restablecían las paradas,
pero a condición de que pudieran concurrir a ellas igual los obreros asociados
que sin asociar, pudiendo escoger los patronos a los que considerasen más
capacitados”
[9]
El Cronista. Domingo día 28.Pág. 2
[10]
Ibídem.
[11]
Ibídem, 3 de octubre de 1930
[12]
El día 4 se declara la huelga en la Sociedad de Casas Baratas de Ciudad Jardín
[13]
El Cronista, martes 7 de octubre.
[14]
El Cronista. 9 de octubre.
[15]
Nadal, Antonio “Andalucía ante el
advenimiento de la República. Coyuntura Política y movimientos huelguísticos en
la Málaga de 1930” Pág.128.
[16]
Ibídem Pág. 127.
[17]
Junto a las instrucciones citadas El General Mola remite una carta a todas las
Provincias:
“La España
Política del siglo XX”, Mola, Emilio, Carta a los Gobernadores Civiles 3 de
Octubre de 1930.
“La masa obrera,
y en particular las organizaciones integradas por anarquistas,
anarcosindicalistas y comunistas, son materia propicia a la revuelta y la
acción, no porque les interese un cambio de régimen “monárquico-burgués” por
otro “republicano-burgués”, sino porque, rotos los diques que mantienen el
estado social actual y sumida la nación en el caos de la revolución, saben
perfectamente los difícil que sería volver las masas a la disciplina, y como,
por otra parte, a través de la crisis, sólo las organizaciones obreras habrían
ganado en fuerza y prestigio, el momento sería llegado de instaurar un régimen
proletario....”
[18]
El Cronista 9 de octubre de 1930.
Pág. 6
[19]
Ibídem. 10 de octubre
Relación de detenidos: Juan Manuel Cordero Valencia;
Juan Casares Olózano; Federico Gonzales Villalobos Figuereiro; procedentes de
Sevilla. Carlos Giberman Ruiz y Ramón Muñoz García procedentes de Jerez junto
al Chofer Francisco Crespo Contreras.
[20]
El Propio Cayetano Bolívar relata su versión sobre la detención en carta
dirigida a Rebelión, 1 de noviembre
de 1930.
“ Creemos vale
la pena se sepa cómo y por qué se detiene y encarcela en estos tiempos de
restablecimiento de la legalidad, y aunque podríamos hablar de las noventa y tantas
detenciones practicadas, sin ton ni son, durante la huelga pasada ( en que han
entrado “directivos” de Sindicatos que son sólo “vocales”, niños de quince y
dieciséis años y hasta un torero), bastará con que nos refiramos concretamente
a nuestro caso.
A media tarde
del día 10, fuimos interrumpidos, en pleno trabajo de clínica y despacho,
respectivamente, por varios policías, que nos invitaron a ir a la Comisaría
“para una pregunta”. A la observación de estar haciendo trabajo inaplazable, se
nos dio la seguridad de que se trataba de una diligencia momentánea. Ya en la
Comisaría hubimos de “esperar al Comisario”, en una habitación con guardia a la
puerta, y permanecimos en ella diez horas. Se nos dijo que estábamos detenidos
por orden y a disposición de la Dirección General de Seguridad, “no se sabía
por qué”. A altas horas de la madrugada, en medio del silencio de una población
tomada por la Guardia Civil, esposados, tras una cuerda de otros quince
detenidos, igualmente esposados, y con escolta de varias parejas de Seguridad,
con carabina, se nos condujo a la cárcel, donde hemos permanecido nueve días.
La Prensa local
publicó nuestra detención con la declaración del Gobernador de que habíamos
protestado uno ante el Gobierno contra las detenciones arbitrarias y el otro
ante él contra la suspensión de una sesión del Sindicato de Profesiones
Liberales en que se leían: “documentos subversivos” (el telegrama no fue al
Gobierno sino a la prensa de Madrid, ni fue personal, sino de la Directiva del
Sindicato, y por su acuerdo. La otra protesta ante el Gobernador no fue tampoco
personal, sino de una Comisión, ni la lectura suspendida fue de “documentos
subversivos”, sino de artículos y periódicos, entre ellos “Nosotros” y “La
Libertad”, según consta en el oficio de autorización de la sesión, que
conservamos). Pero aún prescindiendo de estos detalles, resulta que se nos
encarcelaba por un delito novísimo: el de “protesta”. Denunciar a la prensa
detenciones injustificadas, y denunciarle al propio Gobernador la extralimitación
de un delegado en una sesión de nuestro Sindicato, tales eran las causas de
nuestro encarcelamiento.
La escueta
explicación de lo ocurrido, bastará para que se aprecien los procedimientos a
que hoy se recurre.
Pero la
explicación es más grave: con las detenciones se pretendía presentar como
política una huelga cuyas reivindicaciones el propio Gobernador reconoció desde
el comienzo justas, y que sólo llegó a ser general ante el fracaso de veinte
días de incomprensibles negociaciones. No se negaba a los huelguistas la razón,
pero no se les daba satisfacción, ante una inquebrantable intransigencia
patronal, y así se llegó a uno de los movimientos de solidaridad más extensos
que ha habido en Málaga y más auténticamente espontáneo, de masas. En efecto,
durante días y días, hasta la Huelga, en varios Sindicatos –construcción,
madera, metalurgia- no hicieron otra cosa las Directivas que contener el
impulso de las Asambleas a favor de la huelga de solidaridad, frenar el impulso
de la masa, acusar ante ésta de “manejos comunistas” la tendencia a la huelga
general, acusación en que han coincidido con el Gobernador.
[21]
Velasco Gómez, José “Los ferroviarios
andaluces en los primeros años de la II República (1931-32): entre la unidad,
huelga general y la escisión” en “Isla
de Arriarán” nº 7 de Mayo de 1996 Pág. 171-184
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