Hemos abandonado la modernidad y la postmodernidad[1] cambio bases fundamentales del pensamiento, el progreso que aparece como metarrelato justificador de la modernidad se abandona[2]. Por ello, George Steiner en su ensayo de 1971 "En el Castillo de Barba Azul: una aproximación a un nuevo concepto de cultura", señala que en la actualidad se han derrumbado tres axiomas de la modernidad que han dado al traste la idea de progreso: El hombre para su desarrollo debe dominar la naturaleza que muestra sus heridas: “Primero, se ha perdido o al menos está decididamente dañado el axioma del progreso que concebía la historia occidental como una curva permanente de ascenso. Segundo, ya no aceptamos la proyección según la cual el progreso necesariamente habrá de difundirse desde los centros privilegiados a todos los hombres. Tercero, ya no podemos apelar sin excesiva reserva al programa educativo del humanismo que sostenía que la ignorancia racional e ilustrada era la fuente de la crueldad y la barbarie; el tipo de conocimiento y formación otorgado por esa educación humanística no ha disminuido los niveles de violencia e injusticia en las sociedades occidentales contemporáneas”. En esa misma línea somos conscientes de la creciente capacidad destructiva de la civilización generada por la sociedad industrial y una creciente inefectividad[3] derivada de la incapacidad resolutiva del sistema político. C. Offe afirma: “las tres fórmulas de racionalidad con las que se han impulsado y legitimado los procesos de modernización en los siglos XIX y XX (técnica científica, cálculo económico del capital y regulación jurídica), han quedado por lo menos tan desacreditados como insuficientes, poco fiables y potencialmente irracionales, y hoy nadie pretende fundamentar la racionalidad de la acción política en estos criterios exclusivamente”.
Igualmente, el concepto jerárquico se debilita, aparece un concepto diferencial; las necesidades humanas similares se pueden satisfacer de diferentes formas, ninguna de las cuales son en sí mismas mejores que las otras, cada cultura es el resultado de la elección arbitraria entre infinitas posibilidades. Necesitaremos emplear el término cultura en plural y hablar de culturas.
Recordando las definiciones que el Diccionario de la Real Academia Española daba, en el de 1984, añade otras dos: “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época o grupo social, etc.” y [Cultura] “popular: Conjunto de manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo.” Observamos una cercanía a la aceptación del concepto diferencial de cultura.
Queda excluida por tanto la justificación a través de los grandes relatos, no se puede recurrir ni a la emancipación de la humanidad, ni a la dialéctica del Espíritu para dar validez al discurso cultural postmoderno. Pero la postmodernidad ha mantenido la idea de que la cultura es un proceso creador de orden y que las normas que desarrolla deben ser coherentes y no contradictorias, por tanto seguimos considerando a la cultura un sistema[4]. Ahora bien, los sistemas sólo admiten aquellos elementos que contribuyen a su mantenimiento. Entonces si nos encontramos con alguna práctica que no cumple ninguna función, debemos pensar que, o bien, es un residuo de una situación anterior, o un añadido extraño perjudicial para su funcionamiento. Será por tanto la legitimación por la performatividad[5], la que oriente los discursos[6], pero este criterio es tecnológico y ajeno por tanto a lo verdadero o a lo justo.
Estamos pues acostumbrados a pensar la cultura como un dique frente al caos y el desgobierno y esta visión nos obliga a pensar que cierta incoherencia de las normas, la doble moral o la multitud de productos culturales sin uso obvio para el sistema, representan una crisis cultural o, en el caso cada vez más frecuente de sociedades multiculturales, un conflicto entre culturas. Es cada vez más difícil mantener esa visión de la cultura que nos mantiene permanentemente en la crisis convirtiendo en excepciones las acciones más comunes. Este proceso crítico, todavía no resuelto nos presenta a la cultura como una continua actividad que nos ayuda a diferenciar en nuestra actividad diaria.
Imagen tomada de:
Imagen tomada de:
http://tbpd.files.wordpress.com/2010/03/postmodernism-sbcimpactnet.jpg?w=400&h=320
[1] Lyotard, Jean-François “La condición Postmoderna” Barcelona 1992 Pág. 9 “Este estudio tiene por objeto la condición del saber en las sociedades más desarrolladas. Se ha decidido llamar a esta condición postmoderna. El término está en uso en el continente americano, en pluma de sociólogos y críticos. Designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas del juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX.” Lyon David “Postmodernidad” Madrid 2000.Pág. 9-10 “ La postmodernidad es un concepto de varios niveles que llama nuestra atención sobre diversos cambios sociales y culturales que se están produciendo al final del siglo XX en muchas sociedades avanzadas; pro ejemplo, el rápido cambio tecnológico, con las posibilidades que ofrecen las telecomunicaciones y los ordenadores; los nuevos intereses políticos y el auge de los movimientos sociales, especialmente los relacionados con los problemas raciales, étnicos, ecológicos y de género. Pero la cuestión es todavía más amplia:¿está desintegrándose la propia modernidad como entidad sociocultural, incluyendo el majestuoso edificio de las concepciones del mundo de la Ilustración? ¿Está apareciendo un nuevo tipo de sociedad quizá estructurada en torno a los consumidores y el consumo en vez de en torno a los trabajadores y la producción?
[2] La mención al concepto lineal de progreso a través de la historia ya aparece cuestionada en Oswald Spengler, que igualmente diserta sobre la diversidad cultural “He aquí lo que le falta al pensador occidental (………): la comprensión de que sus conclusiones tienen un carácter histórico-relativo, de que no son sino la expresión de un modo de ser singular y sólo de . El pensador occidental ignora los necesarios límites en que se encierra la validez de sus aserto; no sabe que sus verdades inconmovibles sus verdades eterna, son verdaderas sólo para él y son eternas sólo para su propia visión del mundo, no cree que sea su deber salir de ellas para considerar las otras que el hombree de otras culturas ha extraído de sí y afirmado con idéntica certeza. Pero esto justamente tendrá que hacerlo la filosofía del futuro si quiere preciarse de integral. Eso es lo que significa comprender el lenguaje de las formas históricas, del mundo viviente. Nada aquí es perdurable, nada universal. No se hable de más de formas del pensamiento, del principio de lo trágico, del problema del Estado: La validez universal es siempre una condición falsa que verificamos extendiendo a los demás lo que sólo para nosotros vale”.
No obstante existen voces como Daniel Bell, que opinan que el progreso aún es posible a condición de mantener los principios ilustrados de la razón, aunque ahora codificados digitalmente.
[3] Illich Ivan “Energía y equidad”, Barcelona 1973. Lyotard, Jean-François “La condición Postmoderna” Barcelona 1992 Pág 118 “Con el argumento de Brillouin (La información cuesta energía, la negentropia que constituye suscita la entropía), la idea o la ideología del control perfecto de un sistema, que debe permitir mejorar sus actuaciones, aparece como inconsistente con relación a la contradicción: disminuye la performatividad que pretende aumentar. Esta inconsistencia explica en particular la debilidad de las burocracias estatales y socio-económicas; ahogan a los sistemas o subsistemas que controlan, y se asfixian al mismo tiempo que ellos (feedback negativo).
[4] Lyotard, Jean-François “La condición Postmoderna” Barcelona 1992 Pág. 34 “….Parsons en los años 50 asimila la sociedad a un organismo autorregulado. El modelo teórico e incluso material ya no es el organismo vivo, lo proporciona la cibernética que multiplica sus aplicaciones durante y al final de la segunda guerra mundial. En Parsons, el principio del sistema todavía es, digámoslo así, optimista: corresponde a la estabilización de las economías de crecimiento y de las sociedades de la abundancia bajo la égida de un welfare state moderado. En los teóricos alemanes de hoy, la Systemtheorie es tecnocrática, es decir, cínica, por no decir desesperada: la armonía de las necesidades y las esperanzas de individuos o grupos con las funciones que asegura el sistema sólo es un componente adjunto de su funcionamiento: la verdadera fiabilidad del sistema, eso para lo que el mismo se programa como una máquina inteligente, es la optimización de la relación global de sus input con sus output, es decir su performatividad.”
No obstante existen voces como Daniel Bell, que opinan que el progreso aún es posible a condición de mantener los principios ilustrados de la razón, aunque ahora codificados digitalmente.
[3] Illich Ivan “Energía y equidad”, Barcelona 1973. Lyotard, Jean-François “La condición Postmoderna” Barcelona 1992 Pág 118 “Con el argumento de Brillouin (La información cuesta energía, la negentropia que constituye suscita la entropía), la idea o la ideología del control perfecto de un sistema, que debe permitir mejorar sus actuaciones, aparece como inconsistente con relación a la contradicción: disminuye la performatividad que pretende aumentar. Esta inconsistencia explica en particular la debilidad de las burocracias estatales y socio-económicas; ahogan a los sistemas o subsistemas que controlan, y se asfixian al mismo tiempo que ellos (feedback negativo).
[4] Lyotard, Jean-François “La condición Postmoderna” Barcelona 1992 Pág. 34 “….Parsons en los años 50 asimila la sociedad a un organismo autorregulado. El modelo teórico e incluso material ya no es el organismo vivo, lo proporciona la cibernética que multiplica sus aplicaciones durante y al final de la segunda guerra mundial. En Parsons, el principio del sistema todavía es, digámoslo así, optimista: corresponde a la estabilización de las economías de crecimiento y de las sociedades de la abundancia bajo la égida de un welfare state moderado. En los teóricos alemanes de hoy, la Systemtheorie es tecnocrática, es decir, cínica, por no decir desesperada: la armonía de las necesidades y las esperanzas de individuos o grupos con las funciones que asegura el sistema sólo es un componente adjunto de su funcionamiento: la verdadera fiabilidad del sistema, eso para lo que el mismo se programa como una máquina inteligente, es la optimización de la relación global de sus input con sus output, es decir su performatividad.”
[5] Lyotard, Jean-François “La condición Postmoderna” Barcelona 1992 Pág. 34 “Incluso cunado cambian sus reglas y se producen innovaciones, incluso cuando sus disfunciones, como las huelgas o las crisis o el paro o las revoluciones políticas pueden hacer creer en una alternativa y levantar esperanzas, no se trata más que de reajustes internos y su resultado sólo puede ser la mejora de la vida del sistema, la única alternativa a ese perfeccionamiento de las actuaciones es la entropía, es decir la decadencia”
[6] Lyotard, Jean-François “La condición Postmoderna” Barcelona 1992 Pág.10 “así la sociedad que viene parte menos de una antropología newtoniana (como el estructuralismo o la teoría de sistemas) y más de una pragmática de las partículas lingüísticas. Hay muchos juegos de lenguaje diferentes, es la heterogeneidad de los elementos. Sólo dan lugar a una institución por capas, es el determinismo local. Los decididores intentan, sin embargo, adecuar esas nubes de sociabilidad a matices de imput/output , según una lógica que implica la conmensurabilidad de los elementos y la determinabilidad del todo. Nuestra vida se encuentra volcada por ellos hacia el incremento del poder. Su legitimación, tanto en materia de justicia social como, de verdad científica, sería optimizar las actuaciones del sistema: la eficacia.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario