Esa maldita manía que tengo que me impide dormir sin tener la radio de fondo me hizo perder ayer un buen rato de sueño. El diálogo entre la amable presentadora y un representante del Partit Socialiste, al que pertenece el presunto agresor sexual Dominique Strauss-Kahn, convirtió mi duermevela en una inquieta desazón.
Parece que las presuntas tendencias del Ilustre Director del Fondo Monetario Internacional eran bien conocidas en el partido en el que milita pero que sus posibilidades de éxito en la próxima confrontación electoral francesa pesaban más en la balanza de su elección como candidato que su propia calidad como ser humano y posible futuro presidente de todos los franceses. Tal comentario fue acogido con muestras de comprensión por los contertulios de la cadena de radio donde se desarrollaba la entrevista y con comentarios relativos a la rapidez con que se habían llevado a cabo las actuaciones judiciales y policiales, ningún comentario sobre la víctima y el reconocimiento de que quizás si había sido una trampa en la que el ingenuo director del FMI había caido.
A estas alturas de mi vida se muy bien que me repugna y comienzo a alejarme de sistemas que siempre había defendido.
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