Los orígenes
de las concepciones simbólicas de cultura se remontan a Malinowski y a Leslie
White y se incorporan de forma definitiva en el estructuralismo de
Lévi-Strauss.
Pero el enfoque
simbólico o interpretativo se genera precisamente como una crítica al
estructuralismo, con el que comparten la tesis de la cultura como un sistema de
símbolos salvo que, para el enfoque simbólico, los investigadores no tienen
capacidad para conocer los contenidos.
Reynoso se
plantea si realmente existe algún enfoque que podamos denominar simbólico, y
tras analizar las opiniones de Parry o Silverman que consideran que son un
conjunto indefinido de especialidades, o de quienes como Harris o Kuper han
decidido soslayar el enfoque afirma:
“El caso es que la antropología
simbólica parece constituir una modalidad de indagación que, a contrapelo de lo
habitual, se define por su objeto (el símbolo) más que por sus métodos o por
sus teorías.” (Reynoso C. , 1987, pág. 9)
Y en esa
línea, considera la existencia de diversos paradigmas y estrategias de
investigación como el psicológico, el retórico o expresivo, el posicional, el
semiótico o comunicacional, el criptológico o hermenéutico, el interaccional o
sociológico y el holístico.
En opinión de
Moreno Sosa, Lorca Mora, Márquez Gómez y González Rodríguez (2011) Clifford Geertz puede
ser considerado el creador y el investigador más significativo del enfoque
simbólico.
En 1972, como
resultado de un trabajo de campo, publica un artículo “Juego profundo: notas sobre la riña de gallos en Bali” en la
revista Dædalus, incorporándolo posteriormente a su libro “La interpretación de las culturas” (2003) , afirma que la
cultura es un texto, un sistema de significación encarnado en símbolos, y que
debe interpretarse realizando trabajo de campo etnográfico en la sociedad que
la escribió.
“Para el antropólogo interesado en
formular principios sociológicos y no en apreciar y evaluar riñas de gallos, la
cuestión es ésta: ¿qué puede uno aprender sobre tales principios al enfocar la
cultura como un conjunto de textos?
Extender de esta manera el concepto de
un texto más allá del material escrito y aún más allá del material verbal no es
desde luego algo enteramente nuevo, aunque sea un paso metafórico.” (Geertz, 2003, pág. 368)
“La cultura de un pueblo es un conjunto
de textos, que son ellos mismos conjuntos y que los antropólogos se esfuerzan
por leer por encima del hombro de aquellos a quienes dichos textos pertenecen
propiamente. Esa empresa presenta enormes dificultades, trampas metodológicas
capaces de hacer estremecer a un freudiano y también ciertas perplejidades
morales. Tampoco es la única manera en que pueden tratarse sociológicamente las
formas simbólicas. El funcionalismo vive y también vive el psicologismo. Pero
mirar tales formas como formas que "dicen algo sobre algo" y lo dicen
a alguien significa por lo menos la posibilidad de un análisis que llegue a la
sustancia de dichas formas antes que a fórmulas reductivas que pretenden
explicarlas.” (Geertz, 2003, pág. 372)
En el
capítulo introductorio de “La
interpretación de las culturas”, que no podemos olvidar que se escribió con
posterioridad a su trabajo de Bali, titulado “Descripción densa: hacia una tarea interpretativa de la cultura” Geertz” (2003, pág. 20) nos dice:
“El concepto de cultura que propugno y
cuya utilidad pueden mostrar los ensayos que siguen es esencialmente un
concepto semiótico. Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto
en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es
esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una
ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en
busca de soluciones. Lo que busco es la explicación,
interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie.”
La
interpretación de esas expresiones que son enigmáticas en su superficie se
realiza a través de la etnografía y comprendiendo lo que es “hacer etnografía” (Geertz, 2003, pág. 20) , se capta a que equivale
el análisis antropológico como forma de conocimiento. Geertz utiliza para
definir ese hacer etnografía un concepto desarrollado por Gilbert Ryle, un
conocido miembro de la escuela analítica de filosofía, el de “descripción densa”
“Pero la cuestión es que la diferencia
entre lo que Ryle llama la “descripción superficial” de lo que está naciendo el
que ensaya ante el espejo (remedador, guiñador, dueño de un tic...), es decir,
"contrayendo rápidamente el ojo derecho" y la "descripción
densa" de lo que está haciendo ("practicando una burla a un amigo al
simular una señal con el fin de engañar a un inocente y hacerle creer que está
en marcha una conspiración") define el objeto de la etnografía: una
jerarquía estratificada de estructuras significativas atendiendo a las cuales
se producen, se perciben y se interpretan los tics, los guiños, los guiños
fingidos, las parodias, los ensayos de parodias y sin las cuales no existirían
(ni siquiera los tics de grado cero que, como categoría cultural, son tan no
guiños como los guiños son no tics), independientemente de lo que alguien
hiciera o no con sus párpados.” (Geertz, 2003, pág. 22) .
Como
experiencia personal, Geertz, transmite que la investigación etnográfica
consiste en lanzarnos a una desalentadora aventura cuyo éxito puede no
alcanzarse; tratar de formular las bases en que uno imagina, siempre con
excesos, haber encontrado apoyo, es aquello en que consiste el informe
etnográfico como empeño científico. Y que la finalidad de la investigación
etnográfica consiste en ampliar el universo del discurso humano, aspirar a la
instrucción, al entretenimiento, al consejo práctico, al progreso moral y a
descubrir el orden natural de la conducta humana.
“Concluyendo con su teoría sobre la
descripción densa, Geertz establece su propia posición en el medio de todo esto
que no fue otra que tratar de resistirse al subjetivismo y al cabalismo mágico;
tratar de mantener el análisis de las formas simbólicas lo más estrechamente
ligado a los hechos sociales concretos con el mundo público de la vida común y
tratar de organizar el análisis de manera tal que las conexiones entre
formulaciones teóricas e interpretaciones no quedaran oscurecidas con
apelaciones a ciencias oscuras. Siempre está el peligro de que el análisis
cultural pierda contacto con las duras superficies de la vida, con las
realidades políticas y económicas dentro de las cuales los hombres están
contenidos siempre, y pierda contacto con las necesidades biológicas y físicas.
La única defensa es analizar esas realidades y esas necesidades en primer
término.” (Moreno Sosa, Lorca Mora, Márquez Gómez, González
García, & González Rodríguez, 2011)
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