9/03/2015

Simbolismo y antropología simbólica. La interpretación

Los orígenes de las concepciones simbólicas de cultura se remontan a Malinowski y a Leslie White y se incorporan de forma definitiva en el estructuralismo de Lévi-Strauss.
Pero el enfoque simbólico o interpretativo se genera precisamente como una crítica al estructuralismo, con el que comparten la tesis de la cultura como un sistema de símbolos salvo que, para el enfoque simbólico, los investigadores no tienen capacidad para conocer los contenidos.
Reynoso se plantea si realmente existe algún enfoque que podamos denominar simbólico, y tras analizar las opiniones de Parry o Silverman que consideran que son un conjunto indefinido de especialidades, o de quienes como Harris o Kuper han decidido soslayar el enfoque afirma:
“El caso es que la antropología simbólica parece constituir una modalidad de indagación que, a contrapelo de lo habitual, se define por su objeto (el símbolo) más que por sus métodos o por sus teorías.” (Reynoso C. , 1987, pág. 9)
Y en esa línea, considera la existencia de diversos paradigmas y estrategias de investigación como el psicológico, el retórico o expresivo, el posicional, el semiótico o comunicacional, el criptológico o hermenéutico, el interaccional o sociológico y el holístico.
En opinión de Moreno Sosa, Lorca Mora, Márquez Gómez y González Rodríguez (2011)Clifford Geertz puede ser considerado el creador y el investigador más significativo del enfoque simbólico.
En 1972, como resultado de un trabajo de campo, publica un artículo “Juego profundo: notas sobre la riña de gallos en Bali” en la revista Dædalus, incorporándolo posteriormente a su libro “La interpretación de las culturas(2003), afirma que la cultura es un texto, un sistema de significación encarnado en símbolos, y que debe interpretarse realizando trabajo de campo etnográfico en la sociedad que la escribió.
“Para el antropólogo interesado en formular principios sociológicos y no en apreciar y evaluar riñas de gallos, la cuestión es ésta: ¿qué puede uno aprender sobre tales principios al enfocar la cultura como un conjunto de textos?
Extender de esta manera el concepto de un texto más allá del material escrito y aún más allá del material verbal no es desde luego algo enteramente nuevo, aunque sea un paso metafórico.” (Geertz, 2003, pág. 368)
“La cultura de un pueblo es un conjunto de textos, que son ellos mismos conjuntos y que los antropólogos se esfuerzan por leer por encima del hombro de aquellos a quienes dichos textos pertenecen propiamente. Esa empresa presenta enormes dificultades, trampas metodológicas capaces de hacer estremecer a un freudiano y también ciertas perplejidades morales. Tampoco es la única manera en que pueden tratarse sociológicamente las formas simbólicas. El funcionalismo vive y también vive el psicologismo. Pero mirar tales formas como formas que "dicen algo sobre algo" y lo dicen a alguien significa por lo menos la posibilidad de un análisis que llegue a la sustancia de dichas formas antes que a fórmulas reductivas que pretenden explicarlas.” (Geertz, 2003, pág. 372)
En el capítulo introductorio de “La interpretación de las culturas”, que no podemos olvidar que se escribió con posterioridad a su trabajo de Bali, titulado “Descripción densa: hacia una tarea interpretativa de la cultura” Geertz” (2003, pág. 20) nos dice:
“El concepto de cultura que propugno y cuya utilidad pueden mostrar los ensayos que siguen es esencialmente un concepto semiótico. Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de soluciones. Lo que busco es la explicación, interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie.”
La interpretación de esas expresiones que son enigmáticas en su superficie se realiza a través de la etnografía y comprendiendo lo que es “hacer etnografía(Geertz, 2003, pág. 20), se capta a que equivale el análisis antropológico como forma de conocimiento. Geertz utiliza para definir ese hacer etnografía un concepto desarrollado por Gilbert Ryle, un conocido miembro de la escuela analítica de filosofía, el de “descripción densa
“Pero la cuestión es que la diferencia entre lo que Ryle llama la “descripción superficial” de lo que está naciendo el que ensaya ante el espejo (remedador, guiñador, dueño de un tic...), es decir, "contrayendo rápidamente el ojo derecho" y la "descripción densa" de lo que está haciendo ("practicando una burla a un amigo al simular una señal con el fin de engañar a un inocente y hacerle creer que está en marcha una conspiración") define el objeto de la etnografía: una jerarquía estratificada de estructuras significativas atendiendo a las cuales se producen, se perciben y se interpretan los tics, los guiños, los guiños fingidos, las parodias, los ensayos de parodias y sin las cuales no existirían (ni siquiera los tics de grado cero que, como categoría cultural, son tan no guiños como los guiños son no tics), independientemente de lo que alguien hiciera o no con sus párpados.” (Geertz, 2003, pág. 22).
Como experiencia personal, Geertz, transmite que la investigación etnográfica consiste en lanzarnos a una desalentadora aventura cuyo éxito puede no alcanzarse; tratar de formular las bases en que uno imagina, siempre con excesos, haber encontrado apoyo, es aquello en que consiste el informe etnográfico como empeño científico. Y que la finalidad de la investigación etnográfica consiste en ampliar el universo del discurso humano, aspirar a la instrucción, al entretenimiento, al consejo práctico, al progreso moral y a descubrir el orden natural de la conducta humana.

“Concluyendo con su teoría sobre la descripción densa, Geertz establece su propia posición en el medio de todo esto que no fue otra que tratar de resistirse al subjetivismo y al cabalismo mágico; tratar de mantener el análisis de las formas simbólicas lo más estrechamente ligado a los hechos sociales concretos con el mundo público de la vida común y tratar de organizar el análisis de manera tal que las conexiones entre formulaciones teóricas e interpretaciones no quedaran oscurecidas con apelaciones a ciencias oscuras. Siempre está el peligro de que el análisis cultural pierda contacto con las duras superficies de la vida, con las realidades políticas y económicas dentro de las cuales los hombres están contenidos siempre, y pierda contacto con las necesidades biológicas y físicas. La única defensa es analizar esas realidades y esas necesidades en primer término.” (Moreno Sosa, Lorca Mora, Márquez Gómez, González García, & González Rodríguez, 2011)

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