El
materialismo cultural es un enfoque de investigación científico en ciencias
sociales, que prioriza las condiciones materiales en la explicación sobre las
causas de las diferencias y similitudes socioculturales. Un nuevo paradigma basado,
pero en ningún caso limitado, por el materialismo dialéctico de los marxistas. El
término fue introducido en la obra de Marvin Harris “El desarrollo de la teoría antropológica” (1993) en 1968, consideraba
que las escuelas antropológicas que surgieron a principios del siglo XX hasta
la década de 1940 abandonaron la búsqueda de las causas y orígenes de las
instituciones y daban una concepción de la cultura que exageraba los
ingredientes irracionales e inescrutables de la vida humana.
“Yo creo que en el dominio de los
fenómenos socioculturales el analogum de la estrategia darwiniana es el
principio del determinismo tecnoecológico y tecnoeconómico. Este principio
sostiene que tecnologías similares aplicadas a medios similares tienden a
producir una organización del trabajo similar, tanto en la producción como en
la distribución, y ésta a su vez agrupamientos sociales de tipo similar, que
justifican y coordinan sus actividades recurriendo a sistemas similares de
valores y de creencias. Cuando se traslada a la estrategia de la investigación,
el principio del determinismo tecnoecológico y tecnoeconómico concede prioridad
al estudio de las condiciones materiales de la vida sociocultural, del mismo
modo que el principio de la selección natural da prioridad al estudio de las
diferencias de eficacia reproductora.
Al lector sensibilizado la estrategia
esbozada le parecerá una forma de materialismo y, efectivamente, yo me referiré
a ella a lo largo de todo este libro llamándola la estrategia del «materialismo
cultural». Aunque al pensar en el oprobio que suscita tanto en el público en
general como en muchos científicos sociales, siento la tentación de evitar el
término «materialismo», ceder a ella sería cobarde.” (Harris, El desarrollo de la teoría
antropológica: Una historia de las teorías de la cultura, 1993, pág. 3)
Ante eso propuso un enfoque basado en los
trabajos de los antropólogos Leslie White y Julian Steward y sus respectivas
teorías de la evolución cultural y ecología cultural. Teorías que Harris ya
consideró materialismo cultural, como queda claro en los títulos de los
capítulos 22 y 23 de su libro “El desarrollo de la teoría antropológica”
(1993) , que denomina “Materialismo cultural: La evolución general” y “Materialismo
cultural: Ecología cultural”.
A posteriori,
en su libro “Antropología cultural” (2000)
planteado para la enseñanza desarrolla de forma completa su estrategia de
investigación, entendida como aquellos supuestos básicos que el investigador
posee y reconstruye sobre el objeto de su investigación, en este caso la
cultura y su evolución. Trigger (1992, págs. 31-32) identifica lo que
Harris denomina estrategias de investigación con las teorías generales o de
nivel alto, a las que incorpora el materialismo cultura, y las define así:
“como reglas abstractas que explican las
relaciones entre las proposiciones teóricas relevantes para el conocimiento de
las categorías principales de fenómenos. El evolucionismo darwiniano y más
recientemente la teoría sintética de la evolución biológica, que combina los
principios darwinianos con los genéticos, son ejemplos de teorías generales
relativas a las ciencias biológicas. En el ámbito humano, las teorías generales
se refieren exclusivamente a la conducta
humana […] no existen teorías generales que hayan sido aceptadas universalmente
por los científicos sociales como los biólogos han hecho a propósito de la
teoría sintética de la evolución. Ejemplos de teorías enfrentadas de nivel alto
que han influido en la investigación arqueológica son el marxismo (o
materialismo histórico), el materialismo cultural y la ecología cultural”.
A fin de poder comparar las diferentes
culturas, el investigador debe reconocer y usar aquellos elementos que estén
presentes en todas las culturas, lo que podemos denominar un patrón universal.
Pese a reconocer la existencia de ese patrón universal pocos investigadores comparten
el número de categorías se pueden establecer, ni como priorizarlas. Harris propone
tres divisiones para los componentes de las culturas: infraestructura,
estructura y superestructura.
“En este libro se utilizará un patrón
universal integrado por tres divisiones principales: infraestructura,
estructura y superestructura.
1. Infraestructura. Se compone de las
actividades etic y conductuales mediante las cuales toda sociedad satisface los
requisitos mínimos de subsistencia (modo de producción) y regula el crecimiento
demográfico (modo de reproducción).
2. Estructura. Se halla constituida por
las actividades económicas y políticas de tipo etic y conductual mediante las cuales
toda sociedad se organiza en grupos que distribuyen regulan e intercambian
bienes y trabajo. Se puede hablar de economías domésticas o economías políticas
como componentes universales en el nivel estructural, según que el foco de organización
se centre en los grupos domésticos o en las relaciones internas y externas de
la sociedad global.
3. Superestructura. Está integrada por
la conducta y pensamiento dedicados a actividades artísticas, lúdicas,
religiosas e intelectuales junto con todos los aspectos mentales y emic de la
estructura e infraestructura de una cultura.” (Harris, Antropología cultural, 2000, pág. 31) .
La palabra
materialismo del materialismo cultural proviene de la formulación de Karl Marx sobre
la influencia de la producción y los procesos materiales en la vida social. Sin
embargo el materialismo cultural rechaza la concepción dialéctica de la
historia proveniente de Hegel del materialismo dialéctico. Harris añade la
presión reproductiva y variables ecológicas a las condiciones materiales.
La palabra
cultural sirve para distinguir las causas materiales de los fenómenos
socioculturales de otros materialismos orgánicos. Así, se opone a cualquier reduccionismo
biológico sobre las diferencias y similitudes socioculturales.
En relación
con las diferencias entre materialismo cultural y materialismo dialéctico,
Harris afirma:
“Los materialistas culturales difieren de los
materialistas dialécticos principalmente en su rechazo de la noción de que la antropología
debe convertirse en parte de un movimiento político destinado a destruir el
capitalismo y a favorecer los intereses del proletariado”. (2000, pág. 554)
Como ya hemos
visto el materialismo cultural es una estrategia de investigación científica o
teoría de alto nivel y como tal su meta
es formular teorías explicativas que lleguen a ser predictivas (o
retrodictivas), comprobables (o falsables), parsimoniosas, de amplio alcance e
integrables dentro de un corpus teórico coherente y extensible. Esta visión
deriva del positivismo lógico y del empirismo.
“Al defender la ciencia y la objetividad
no me mueve el propósito de encubrir el fracaso de la ciencia y la tecnología a
la hora de mejorar por si solas, la calidad fundamental de la vida humana. [….]
Pero sería un grave error concluir que, de haberle retirado nuestro apoyo a la
ciencia y la tecnología a principios de este siglo, el resultado hubiera sido
más satisfactorio.
Hasta que quede demostrado que los costos
de la ciencia superan necesariamente sus beneficios, la solución para una
ciencia deficiente es hacer ciencia de mejor calidad.” (Harris, 2000, págs. 158-159)
Harris
propone dos conjuntos de distinciones: entre sucesos mentales y conductuales; y
entre los puntos de vista emic y etic, términos que tienen origen en el
lenguaje. Los sucesos mentales serían el pensamiento y los conductuales serían
las acciones y movimientos corporales y los efectos que producen en el medio
ambiente:
“La cultura, tal como se define en este
libro, consiste tanto en acontecimientos que tienen lugar dentro de la mente de
las personas como en la conducta exterior de estas mismas personas. Los seres
humanos pueden describir sus pensamientos y conducta desde su propio punto de
vista. Por tanto, al estudiar las culturas humanas debemos dejar claro si es el
punto de vista del participante nativo o el punto de vista del observador lo
que se está expresando. Estos son los puntos de vista emir y etic,
respectivamente. Los términos emic y etic han sido tomados prestados de la
distinción lingüística entre fonémica y fonética. Tanto el aspecto mental como
el conductual de una cultura pueden enfocarse desde los puntos de vista emir o
etic. Las versiones emic y etic de la realidad con frecuencia difieren
notablemente, aunque hay un cierto grado de correspondencia entre ellas.” (Harris, 2000, pág. 32)
El principio
teórico básico del materialismo cultural lo fija Harris al aclarar cuál es la
estrategia básica de investigación con la que desarrolla su trabajo:
“La estrategia de investigación seguida
en este libro enfatiza la infraestructura como una causa de la estructura y la
superestructura, y a esto se le llama materialismo cultural”. (Harris, 2000, pág. 32)
El principio de primacía de la infraestructura
afirma que es mucho más probable que las innovaciones surgidas en la
infraestructura sean preservadas y propagadas cuanto más potencien la
eficiencia de la producción y la reproducción que sustenten la salud y el
bienestar y satisfagan básicas sociales.
Las
innovaciones adaptativas suelen seleccionarse incluso aunque se dé una
incompatibilidad pronunciada (contradicción) entre ellas y aspectos definidos y
existentes en la estructura y la superestructura. Esa incompatibilidad llevará
a cambios estructurales y superestructurales. En cambio, las innovaciones de
tipo estructural o supraestructural serán probablemente desechadas si se
produce una incompatibilidad profunda entre ellas y la infraestructura; es
decir, si reducen la eficiencia de los procesos productivos y reproductivos que
sustentan la salud y el bienestar y satisfacen necesidades y pulsiones
biopsicológicas básicas en el hombre.
Lógicamente dada
la presencia de complejos infraestructurales evolucionados en sociedades diferentes, cabe
esperar una convergencia hacia relaciones estructurales y rasgos
simbólico-ideacionales similares. Lo contrario también es cierto: diferentes
infraestructuras conducen a estructuras distintas y a símbolos e ideas
diferentes.
Las
innovaciones en los repertorios culturales proceden de muchas fuentes (algunas
conscientes, otras inconscientes), y su contribución al bienestar y la salud es
objeto de verificaciones continuas. Algunas son seleccionadas y se propagan de
generación en generación; otras son descartadas y se eliminan. Como ocurre en
los fenómenos de la selección natural y procesos análogos, ni el sistema del
materialismo cultural ni sus agentes saben necesariamente hacia dónde se
dirigen.
El
materialismo cultural defiende una evolución convergente y paralela. Los datos empíricos
indican que los sistemas socioculturales humanos han conocido un alto grado de
evolución paralela y convergente. Asimismo, cientos de estudios basados en los
Human Relationes Area Files u otras importantes bases de datos comparativas
demuestran inequívocamente la naturaleza no aleatoria de la selección
sociocultural.
Se acepta
que, en general, el materialismo cultural es más eficaz en dar explicaciones
para la evolución a largo plazo que a corto plazo. Eso ocurre porque el
materialismo cultural, frecuentemente, considera situaciones de equilibrio
entre la sociedad y el medio, como dicho equilibrio suele tardar cierto tiempo
en establecerse a corto plazo son posibles desviaciones importantes respecto a
las predicciones.
La definición
de cultura para los materialistas culturales se acerca a la inicialmente
concebida por Tylor:
“Cultura es el conjunto aprendido de
tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una
sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y
actuar (es decir, su conducta)”. (Harris, 2000, págs. 19-20) .
Podemos
considerar esta definición como una crítica a la dicotomía que se había
generado entre sociedad y cultura.
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