7/12/2015

Marx, Engels y el Materialismo dialéctico

Friedrich Engels (citado por Mehring. 1984; Pág. 556) hablando en el funeral de su colaborador y amigo Carl Marx dijo:
“Igual que Darwin descubrió la ley de la evolución de la materia orgánica, Marx descubrió la ley de la evolución en la historia humana…
Resulta complicado estar en un acuerdo total con la frase de Engels, pero ciertamente, y de acuerdo con Harris (1993), la casi totalidad de los autores que se ocupan de las ciencias sociales en el siglo XX discuten sobre Marx. Inevitablemente, unos se muestran a favor de sus teorías y otros en contra. No obstante no hay discusión sobre su condición de teoría general o teoría de nivel alto, una estrategia de investigación. Es decir, una regla abstracta que, como nos dice Trigger (1992; Pág. 31) “explica las relaciones entre las proposiciones teóricas relevantes para el conocimiento de las categorías principales del fenómeno”. En el ámbito que nos ocupa, el de la cultura, las teorías generales se refieren con exclusividad a la conducta humana. Ahora bien ninguna teoría general ha sido aceptada universalmente por los científicos sociales del modo en que, los biólogos han aceptado la teoría de la evolución. Quizás, en este momento, sea adecuado acudir a una de las características fundamentales de la investigación cualitativa y de cualquier escrito sobre lo cultural o lo social, como dice Lamo de Espinosa (1988; Pág. 48):
"Tal es, con toda probabilidad, el caso de la obra de Carlos Marx. concebida por su autor como una historia "natural" del capitalismo, similar al origen de las especies de Darwin. Ahora bien, lo que sin duda Marx no pudo prever, y lo que sin duda diferencia cualitativamente su obra de la de Darwin es que la naturaleza no leyó a Darwin, pero la sociedad si leyó a Marx."
Pero Marx llegó a establecer un principio general para estructurar la historia, como afirma Harris (1993; Pág. 190):
 “ Marx formuló un principio que era por lo menos tan poderoso como el principio darwinista de la selección natural, un principio general que mostraba como se podía construir una ciencia de la historia humana”
Ahora bien, para llegar a este punto hemos de recorrer un largo camino. Marx desarrolló su pensamiento en un entorno dominado por la filosofía de Hegel que puede definirse como idealista. En su libro (1989) “Lecciones sobre la filosofía de la historia universal” y a lo largo de sus tres primeros capítulos y la introducción general establece la relación de la historia con el concepto de espíritu (geist), la realidad de lo racional, el concepto de evolución, su marcha, el fin de la historia y, por fin, la dialéctica. Castro Nogueira et alli (2004; Pág 680) nos aclaran:
“Lo verdadero, dice Hegel, no debe entenderse al modo de Platón o Spinoza como sustancia ideal estática e idéntica a si misma, sino más bien como un sujeto que se autodespliega en la historia universal, revelándose en todo su esplendor, libertad y hechizo dialécticos. El Espíritu se autoconoce y autodesarrolla merced a procesos que implican una necesidad interna que sólo puede captar un pensamiento dialéctico”.
Pese a la crítica de Marx al idealismo de Hegel que no solamente se dirigió contra sus contenidos sino, fundamentalmente, contra su existencia puramente teórica, todo su trabajo está profundamente impregnado de Hegel y su constante prédica de la inminente crisis del capitalismo y el advenimiento de la revolución proletaria. Aunque dirigida contra Feuebarch, Marx (1987; Pág. 109) es claro en su tesis XI “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos. De lo único que se trata es de transformarlo”. Cualquier teoría sobre el hombre, su sociedad o su cultura ha de consolidarse como unitaria con su práctica y la ciencia social es inseparable de la acción política. Pero esa crítica al idealismo no nos permite forjarnos una idea de un Marx antihegeliano, pues incorpora el método dialéctico.
En sus “Manuscritos económicos filosóficos” de 1844, concretamente en el que titula “Crítica de la dialéctica hegeliana y de la filosofía de Hegel en general” (2001), afirma:
 “Lo grandiosa de la Fenomenología hegeliana y de su resultado final (la dialéctica de la negatividad como principio motor y generador) es, pues, en primer lugar, que Hegel concibe la autogeneración del hombre como un proceso, la objetivación como desobjetivación: como enajenación y como supresión de esta enajenación; que capta la esencia del trabajo y concibe el hombre objetivo, verdadero porque real, como resultado de su propio trabajo”.
Así pues, para Marx la dialéctica (Castro Nogueira, Castro Nogueira, & Morales Navarro, 2005; Pág. 682) es “el verdadero mátodo (camino, en su acepción griega original) que le permite pensar la realidad física e histórico social como un proceso dominado por fuerzas opuestas”. El resultado vino a denominarse, en expresión acuñada  por Plejanov (citado por Ferrater Mora; 1979), materialismo dialéctico o, abreviadamente, diamat, la expresión tendrá un sitio en la obra de Engels y se adoptará por toda la academia soviética. El materialismo dialéctico concibe literalmente la sociedad como una materia sujeta a desarrollo histórico. Ahora bien, el pensamiento marxista no se ajusta estrictamente al materialismo dialéctico, cpnstruido más bien por Engels, según Ferrater Mora (1979; Pág 2.147), “que creyó con ello no desviarse de Marx o, en todo caso, creyó completar a Marx”.

1.1.1.1.1.    Ideología.


La extensa obra de Marx aporta su especial visión de la naturaleza, especialmente de la naturaleza humana, una virulenta crítica de la economía capitalista y una teoría organizada y sistemática sobre la sociedad, el progreso, el orden y la historia.
Entre 1845 y 1846, Marx y Engels publican “La ideología alemana” (1970), antes de que ambos autores utilizara el término, éste se refería, según el uso de que él hicieron los denominados ideólogos de la Ilustración francesa, a la clasificación de ideas. Marx y Engels denominan ideología a una compilación de creencias que intentan explicar al mundo y a los hombres que lo ocupan orientando, al mismo tiempo, su conducta a partir de determinados valores que la sociedad admite como correctos. Pero en un aparente juego contradictorio la conciben como falsa conciencia que produce una imagen falsa de la auténtica realidad. Esta falsa imagen está producida por el interés de la clase dominante para mantenber su situación de dominio, pues, en cualquier sociedad, son la ideas que la clase dominante desea las que se imponen.
En “La ideología alemana” (1970; Pág. 25-27) explican:
“La producción de las ideas y representaciones de la conciencia aparece al principio directamente entrelazada con la actividad material y el comercio material de los hombres como el lenguaje de la vida real. Las representaciones, los pensamientos, el comercio espiritual de los hombres se presentan todavía, aquí, como emancipación directa de su comportamiento material. Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se manifiesta en el lenguaje de la política,  de las leyes, de la moral, de la religión, de la metafísica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres reales y actuantes, tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercambio al que él corresponde, hasta llegar a sus formaciones más amplias. La conciencia no puede ser otra cosa La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico. Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vía. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. no tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como del individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia solamente como su conciencia."
He reproducido un texto tan amplio por varios motivos, por la influencia que tuvo en el posterior desarrollo de las ciencias sociales, porque nos acerca a la comprensión de las características de la ideología y su conciencia y porque nos permite, por la descripción tan amplia que hacen Marx y Engels, identificar cultura con ideología.

Realmente la gran aportación del marxismo al ámbito de la cultura es su configuración como un producto de las relaciones de producción, es decir está condicionada por el modo de producción de la sociedad que la genera. Igualmente queda fijada como “sistema de orden” de acuerdo con la segunda traslación metafórica del concepto que, iniciada su comprensión en la Francia de la Ilustración, permite el mantenimiento de un sistema que hace perdurar las condiciones de desigualdad en las sociedades.

No hay comentarios: