En los inicios del siglo XXI, el neoliberalismo y la globalización son dos conceptos fundamentales que configuran nuestra sociedad. Ahora bien, el contenido formal de ambos conceptos no es universal. Las opiniones, las definiciones y los contenidos discursivos que se vierten acerca de los mismos llegan incluso a ser contradictorios. Por lo tanto, una de las primeras labores que intentaremos desarrollar consistirá en la clarificación de las relaciones entre neoliberalismo y globalización, aunque evidentemente a nivel muy superficial. En primer lugar nos acercaremos al neoliberalismo como sistema político y a la globalización financiera e industrial desarrollada en las dos últimas décadas, con la intención de comprobar su éxito o su fracaso; posteriormente, analizaremos los conceptos de falla de mercado y abandono de Gobierno, para concluir especulando sobre las tentaciones que el voluntariado puede ejercer sobre las administraciones, por cuanto diversos autores plantean la posibilidad de que los voluntarios intervengan llenando los vacíos resultantes de la retirada del Estado de determinados servicios públicos.
Este trabajo está concebido como un instrumento de reflexión y trabajo con el objetivo final centrado en el voluntariado.
¿Qué es el neoliberalismo?
Podemos definir el neoliberalismo como aquel conjunto de políticas económicas desarrolladas fundamentalmente en la década de los ochenta por los Gobiernos de Margaret Tahtcher y Ronald Reagan que recuperan las viejas ideas liberales del siglo XIX, matizadas por las teorías de F.A. Hayek[1] y Luwding von Mises[2] que se basan en la escuela austriaca de economía.
Entre los conceptos fundamentales que lo sustentan podemos destacar:
ü Gobierno del mercado. Fundamentado en la ley de la oferta y la demanda. La propiedad privada es el sustento jurídico de la economía[3] y el libre mercado el mecanismo que mejor determina los precios reales así como la mejor forma de asignar los recursos en el proceso productivo. Por tanto pretende liberar a las empresas de cualquier control y permitir la máxima apertura al comercio y a la inversión internacionales al mismo tiempo que se produce una reducción de salarios mediante la desindicalización, lo que lleva consigo la supresión y reducción de derechos adquiridos tras años de lucha sindical: “Un mercado desreglado es la mejor forma de aumentar el crecimiento económico, que en definitiva nos beneficiará a todos”[4]. Este concepto resume la economía de “goteo” que planteó Ronald Reagan.
ü Reducción del gasto público en servicios sociales. Se produce una importante reducción en el gasto y la inversión justificada por las recomendaciones del Banco Mundial que plantea como doctrina el equilibrio presupuestario. Consecuentemente el Estado de Seguridad se configura como una limitada red de seguridad.
ü Privatización. Con la justificación de una mayor eficiencia, que raramente se llega a demostrar, se produce la venta de empresas, bienes y servicios públicos a empresas privadas concentrando todavía más el capital y transformando derechos en bienes que han de pagarse con la consiguiente mercantilización de la seguridad pública, la salud e incluso la educación. Además se sataniza al Estado debilitándolo y estableciendo una dependencia política mayor del sector económico que equilibre la pérdida de apoyo de la sociedad civil en su conjunto. Se elimina el concepto de “bien público” o “comunidad”, sustituyéndose por el de “responsabilidad individual” .Además se produce presión sobre la sociedad para que atiendan a sus propias necesidades de salud, educación, etc.
ü Neocolonización. El neoliberalismo se ha impuesto doctrinalmente por poderosas instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, desarrollándose inicialmente en el Cono Sur americano con el apoyo de las teorías monetaristas de la Escuela de Chicago y si bien, inicialmente, como en el caso de Chile, se impone por la fuerza, lo cierto es que su expansión se produce acompañada de su modelo político de “democracia formal”[5] y accediendo al poder mediante el triunfo en las urnas.
ü El fin de la historia y la doctrina única. Con diversos orígenes (Haegel, Nietzsche, Marx y Engels), el fin de la historia y la doctrina única aparecen en la campaña política de Margaret Tahtcher: “No hay ninguna otra alternativa: esto o el desastre; esto o el Apocalipsis”.Ya en 1920 Ludwing von Mises ( 1994; 228) afirmaba: Morirá desde luego, esta civilización, tan pronto como sea definitivamente desplazada la mentalidad liberal por cualquier otra ideología que, en definitiva, impida la cooperación social” Posteriormente, y a finales de los años ochenta, se retoma en los planteamientos de diversas fundaciones norteamericanas ligadas al Partido Republicano, tomando expresión en el ensayo de Francis Fukuyama “The end of History and the last man”[6] (1992), donde se afirma que el neocapitalismo y su expresión política, el neoliberalismo, carecen de cualquier alternativa ya que no hay forma más alta de satisfacer a los ciudadanos, así pues desaparecen las contradicciones que dieron lugar a los cambios sociales y se alcanza el estado hegeliano de autocomprensión del espíritu. Puede resultar curioso que su concepto del monopolio no se aplique al ideológico. Friedrich A. Hayeck afirma : “tiene los mismos defectos que todos los monopolios: es forzoso utilizar el producto aunque no sea satisfactorio, y, sobre todo, impiden el descubrimiento de métodos mejores de satisfacer necesidades, métodos que el monopolista no tiene ningún interés en buscar”.
¿Qué es la globalización?
El concepto de globalización, pese a su uso, cada día más frecuente, no está claramente definido, más bien se utiliza para explicar, entender y por fin justificar las nuevas realidades económicas, pero jamás se explica, jamás se entiende y jamás se justifica lo suficiente.
El modelo neoliberal concebido como un proyecto de reestructuración extremadamente conservadora del capitalismo[7](Horacio Flores de la Peña, 1997), ha ido acompañado por un proceso de globalización financiera producto de una sobreacumulación de capital que trata de sostener su desarrollo sobre unas bases sumamente débiles. Con inicio en la crisis que se produce tras el crecimiento real de la posguerra mundial, encuentra alta rentabilidad en el rentismo de los endeudamientos masivos al mismo tiempo que la recuperación de Japón, el desarrollo de las economías burbuja del sudeste asiático, la fase final de la Guerra Fría que impulsa el desarrollo tecnológico (informática y biotecnología), la mercantilización del consumo de masas, la reforma de los corredores alimenticios[8] y la creación de amplios aparatos supranacionales[9] de vigilancia del comportamiento económico y financiero han permitido la acelerada concentración del capital industrial y financiero estableciendo la hegemonía de un potente sistema corporativo transnacional que asume como suya la doctrina económica neoliberal y la transmite desde el Grupo de los Ocho o el Foro de Davos.
La globalización financiera e industrial se percibe de formas bien distintas por los diferentes sectores de la realidad social. Para los defensores del neoliberalismo y sus tesis la globalización debe ser entendida “..como un fenómeno que posibilita la libre circulación de bienes y servicios, elimina las fronteras, crea un mercado y un espacio supraregional ampliado y permite la complementariedad y el intercambio. Todo lo anterior se ha manifestado en la rápida internacionalización de la producción y las finanzas, en el crecimiento del intercambio comercial, la movilidad mayor de los factores productivos y particularmente del capital y de la integración intersectorial de la economía a nivel local e internacional” (Ana Lucía Armijos. 1995).
Contrariamente la Compañía de Jesús[10] en 1996, analiza la globalización con conclusiones bien distintas “la globalización, en tanto síntesis del mensaje dominante, con frecuencia es instrumentado como una propuesta ideológica totalizante e indiscutible, que sintetiza el neoliberalismo. La palabra globalización fue escogida como el portador ideológico de esta aspiración total, que en la práctica recoge el instrumentario neoliberal tan cargado de elementos negativos que frenan su profundización y que es una concepción radical del capitalismo que tiende a absolutizar el mercado hasta convertirlo en el medio, el método y el fin de todo comportamiento humano inteligente y racional. Según esta concepción están subordinados al mercado la vida de las personas, el comportamiento de las sociedades y la política del gobierno”, añadiendo Alberto Acosta lo siguiente: “La globalización vista con lente neoliberal, niega la posibilidad de una alternativa....y es por lo tanto otro de los mitos instrumentalizados para justificar atropellos, para ocultar responsabilidades políticas y para legitimar los intereses de los países desarrollados, de las empresas transnacionales y hasta de las élites de los países subdesarrollados. Sirve desde su marco cultural de aparente validez universal para dirigir y reorganizar el mundo en función de los requerimientos del gran capital”.
Ahora bien, esta monopolización de la doctrina política que se establece como única posible ha demostrado su fracaso en materia económica al ser incapaz de llevar desde el subdesarrollo al desarrollo a ninguno de los países que la adoptaron y ningún país del primer mundo se desarrolló siguiendo el modelo neoliberal. La grave crisis asiática y los numerosos efectos “tequila”, “samba” o “tango” son las pruebas más contundentes de ese fracaso[11].
Esta situación plantea una clara paradoja pues su fracaso económico va acompañado del triunfo ideológico, dotando al neoliberalismo de una multiplicidad de caracteres que dificultan el desarrollo de una estrategia efectiva por la izquierda. Esta dificultad impide trasladar a la sociedad las claves que le permitan identificar el fracaso, por lo que se sigue manteniendo la creencia en su éxito y la imposibilidad de establecer modelos alternativos[12]. Porque además este fracaso es relativo, pues la crisis económica es parcial. No existe una crisis global del capitalismo porque no existe una economía global sino una globalización financiera y el actual sistema sigue fundamentándose en las naciones estado.
Realmente las grandes empresas tienen su sede en los países del primer mundo, donde centralizan sus beneficios, su tecnología y su finanzas, interviniendo sus gobiernos activamente en apoyo de sus actividades. Esta desigualdad parece explicarse en las desiguales relaciones entre los Estados y sus economías, por lo que debemos analizar no sólo las interdependencias que presuntamente explican la globalización, sino sobre los desequilibrios del poder.
A modo de apunte, quiero introducir la realidad de una condición postmoderna que al desvertebrar los discursos legitimadores establecidos por la modernidad impone como condición legitimadora la eficiencia, por lo que cualquier discurso político, sea de izquierda o de derecha, se articula desde esta peculiar condición que impregna todos los aspectos de la vida en sociedad. Pero, incluso presumiendo como paradigma la eficiencia, no parece que la aplicación de los principios neoliberales sean condición para obtenerla. Joseph Stiglitz, economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial entre 1993 y 2000, en su artículo “The insider”, publicado en la revista The New Republic expone varias ideas cuestionando los mercados abiertos, la globalización irrestricta y la estabilidad macroeconómica que el Fondo Monetario Internacional impone. En relación con la función estabilizadora del mercado dice ”La ideología que dice que los marcados son más eficientes es falsa”, mientras que sobre las políticas de desregulación y privatización afirma su fracaso al menos en dos claros ejemplos: los ferrocarriles británicos y el mercado eléctrico en California “Hay que abordar cada tema de forma individual. Si uno toma una posición ideológica está condenado a cometer errores, como en el Reino Unido o California”.
Concepto de falla de mercado y abandono de Gobierno
Una vez examinados los conceptos de neoliberalismo y globalización, vamos a abordar una serie de conceptos económicos, para posteriormente relacionarlos con las políticas neoliberales.
En teoría económica se denomina falla de marcado a aquella situación en la que el mecanismo regulador del mercado no alcanza la eficiencia en la distribución de algún producto o servicio, pese a la existencia de competencia perfecta.
Una primera visión del concepto de eficiencia nos sitúa en un escenario totalmente ajeno a la justicia social. Económicamente la eficiencia se define como aquella situación en que la producción y distribución de un bien o servicio no puede organizarse para aumentar la utilidad recibida por uno o más individuos sin reducir la utilidad de otros. Esta situación se denomina como Óptimo de Pareto.
Las fallas de mercado pueden ser de tres tipos:
1. Externalidades: cuando se realizan transacciones o se toman decisiones y hay segundas o terceras partes que sufren las consecuencias de dicha transacción, en virtud de que quienes toman esas decisiones no tienen incentivo alguno para tomar en cuenta a los demás[13].
2. Información imperfecta. Sucede cuando se carece de la información necesaria para tomar las mejores decisiones. Además la información asimétrica da origen a riesgos adicionales como puede ser la selección adversa.
3. Bienes Públicos. Son una falla de mercado porque se refieren a una clase de bienes cuya producción no resulta rentable a las empresas, aunque los miembros de la sociedad los necesiten. Los Bienes Públicos producen beneficios colectivos y, en la mayoría de las sociedades, los gobiernos los elaboran o toman las medidas adecuadas para suministrarlos.
Para comprender el concepto de bien público debemos analizar dos características que se producen en el consumo del bien:
· El principio de no exclusión
· El principio de no rivalidad.
Suministro de bienes públicos
El suministro de cualquier tipo de bien en el mercado se soluciona porque los individuos revelan sus preferencias a través de opciones monetarias, es decir ofreciendo su dinero para comprar.
Los bienes públicos debido a las características de no exclusión y no rivalidad, benefician tanto a los consumidores que pagan para financiarlos como a los que no lo hacen (free-riders). Por eso los individuos no revelan sus preferencias.
Como consecuencia de la existencia de free-riders, teóricamente es posible plantear que si se deja en manos del mercado la provisión de bienes o servicios públicos se produciría un nivel inferior al eficiente.
Así pues parece necesaria la intervención pública para mantener un nivel adecuado de bienes y servicios utilizando la “elección social” (democracia), para determinar el nivel eficiente que cada sociedad determine para si misma.
Las bases generales suelen fijarse en las Constituciones de los Estados, que regulan los derechos inherentes a la población.
Esta cuestión no esta en absoluto resuelta, pues como ya hemos visto el neoliberalismo repudia la intervención estatal como mecanismo de asignación de recursos.
[1] Desarrolladas sobre todo en su libro “La desnacionalización del dinero”.
[2] Ídem en “Liberalismo”.
[3] La Constitución Española que en su artículo33 establece: “1: Se recoge el derecho a la propiedad privada y a la herencia. 2. La función social de estos derechos delimitará su contenido de acuerdo con las leyes”, parece alejarse de los planteamiento del neoliberalismo.
[4] El Premio Nobel de Economía Garys Becker en relación con la crisis argentina declara que para combatir el problema del desempleo había que flexibilizar por completo el mercado de trabajo lo que en opinión de Atilio Borón significa : “si los trabajadores están dispuestos a trabajar gratis o por menos de un dólar al mes se acaba con el problema del desempleo”.
[5] Aunque evidentemente se producen ajustes constitucionales en diversos países, como el Perú de Fujimori, que permiten ajustar las Cartas Magnas a los intereses del neoliberalismo.
[6] Con ideas tomadas de Hegel y de Kojeve, Fukuyama carece de su formación filosófica mostrando en opinión de Alfredo Rubio (La participación de la comunidad en la gestión urbana y la protección del patrimonio. 2000) “....el evidente descaro con que operan tanto los intelectuales y científicos sociales norteamericanos como las industrias culturales que les sirven de base...”
[7] Horacio Flores, embajador de México en Francia y la Unión Soviética, así como Director de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM desarrolló esa idea en su ensayo “El Neoliberalismo: Modelo estéril” : “ .... Es una guerra contra los pobres....parte de una originalidad mentirosa porque ni es nuevo, y no es liberal. Sus partidarios son los mismos conservadores radicales de siempre que se apropiaron de un buen nombre para vender un mal producto cuyas virtudes se predican con fe religiosa.”
[8] Entendida como la concentración de la producción de alimentos, se inicia con la llamada revolución verde y se ha mostrado como uno de los puntos fundamentales de apoyo a la globalización poniendo en manos de los USA la gran reserva alimenticia del mundo.
[9] Estos aparatos supranacionales tienen su origen en las organizaciones creadas tras la II Guerra Mundial en Breton Woods, a los que se les ha ido agregando otros que obedecen a diversas dificultades en el desarrollo económico neoliberal y que necesitaban de foros de solución para sus controversias, como la Organización Mundial del Comercio, el Grupo de los Siete o el foro de Davos.
[10] Juan Bernardo de León “La globalización no es una ideología, no es una panacea, no es una moda, es más bien un contexto complejo y casi totalizador en el que estamos irremediablemente inmerso ni siquiera por nuestra voluntad”.
[11] Curiosamente Chile que pretendió ser un paradigma de las políticas neoliberales, no adoptó de forma ortodoxa sus recomendaciones. En Chile no se privatizó, el tamaño del Estado lejos de disminuir ha ido creciendo y por último, tiene un mercado financiero regularizado. Resulta sorprendente observar como Chile ha quedado relativamente a salvo de las sucesivas crisis sudamericanas.
[12] En este sentido es claro el ejemplo de Argentina que volvió a nombrar Ministro de Economía a Cavallo, a quien en su momento se hizo responsable del fracaso económico del país y que no hizo otra cosa que aplicar el modelo neoliberal.
[13] José Vargas Hernández afirma:”….”La globalización es un factor importante que ha contribuido a la disfuncionalidad de las instituciones del mercado, la sociedad y el Estado…. generando externalidades irresolubles… los intereses de los dueños de eses capital y de los inversionistas se sobreponen a los intereses colectivos de las sociedades. Los procesos de diferenciación por los que atraviesan los Estados-Nación bajo la globalización, reducen las funciones y los recursos del Estado en beneficio del mercado”
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