8/22/2015

Funcionalismo

Una de las características fundamentales del funcionalismo es que conceptualmente la cultura no es un simple ensamblaje de rasgos mezclados, sino un conjunto holístico de elementos complejos que constituyen mecanismos interdependientes unos de otros. Las instituciones sociales están en conexión con el resto de los patrones culturales, y así, todo patrón de cultura se reflejará en otro y dos culturas que integran de modo distintos los rasgos análogos son, en realidad totalmente distintas. Por tanto, podemos afirmar que la sociedad es un todo integrado
El término “funcionalismo” se halla unido al nombre de Bronislaw Malinowski. Éste, en efecto, intentó definir toda la realidad socio-cultural a partir de la teoría desarrollada bajo este nombre, si bien él tendía a exagerar sus propios méritos, sería injusto el minimizarlos. Esto es lo que parece hacer R.H. Lowie al rendirle homenaje (citado por Mercier, 1995; Pág. 131-132):
 “En breve, apenas se podrá decir que él sea el  padre  o  el único interprete del funcionalismo. Nosotros saludamos con alegría a su más claro y persuasivo heraldo. Otros han practicado o profesado esta fe: él ha hecho las dos cosas”.
 Verdaderamente, el hecho existía antes que la palabra, y desde que  surgieron estudios sociales, gran número de investigadores habían presentido, y algunos habían dicho que un hecho no puede ser interpretado sin tener en cuenta, si no todos los demás, por lo menos todos los que están en conexión con el mismo. Este fue un tema menor, aunque en algún caso revistiera mayor importancia, del evolucionismo del siglo XIX. En la época en la que Malinowski comenzó sus trabajos la idea estaba, en expresión de Mercier (1995; Pág. 132) “en el aire”, y Franz Boas, a lo largo de su obra, había señalado su importancia.
La noción de función y la de integración social estaban presentes en la obra  de Durkheim (2007), aunque Malinowski las haya utilizado en posiciones más sistemáticas. Durkheim planteó en “Las reglas del método sociológico” (2005) que la sociedad se compone de diversas instituciones, con su función específica, que se integran sistémicamente y de forma similar a los seres vivos, con órganos especializados, y, del mismo modo, que un ser vivo puede enfermar una sociedad puede caer en anomía. Pero lo cierto es que Durkheim no contemplaba la cultura como objetivo de estudio sino los hechos sociales, pese a ello ejerció una notable influencia sobre las escuelas británicas y norteamericanas de cultura. Marcel Mauss (1970-72), sobrino y colaborador de Durkheim, puso en primer plano la idea de totalidad.
En los años comprendidos entre las dos guerras mundiales fueron puestos de relieve por muchos autores los temas “funcionalistas”. Thurnwald en su obra “La economía de las comunidades primitivas” (1937) nos presenta un trabajo realizado antes que el de Malinowski, y en el que insistía sobre las  interrelaciones entre  todos los órdenes de hechos
Sin embargo, fue Malinowski el animador de la revolución funcionalista. Las posiciones teóricas de Malinowski fueron rápidamente contrarrestadas pero cambió profundamente el concepto de la investigación y el trabajo de campo.
Malinowski (citado por Mercier, 1995; Pág. 132) asumió dar forma teórica a todas las sugestiones y experimentos realizados con anterioridad o que se estaban ejecutando todavía, definiendo el análisis funcional que tendrá como objetivo:
“La explicación de los hechos antropológicos, en todos los niveles del desarrollo, por su función, por el papel que juegan dentro del sistema total de la cultura, por el modo de estar unidos entre sí en el interior de este sistema, y por la manera que este sistema está unido al mundo físico. La identidad real de una cultura parece reposar en la conexión orgánica de todas sus  partes, sobre la función que tal detalle realiza en el interior de su sistema, sobre las relaciones entre el sistema, el medio y las necesidades humanas.”
El término “orgánica” en relación con “función” es importante para el desarrollo de la teoría funcional de la cultura de Malinowski, y es también el más vulnerable. La nueva corriente a la que da forma Malinowski fue denominada inicialmente “organicismo”, en un sentido evidentemente distinto del que trasladaban las viejas teorías.
Efectivamente, el punto más débil de la teoría que construyó Malinowski a través de sus obras ha sido, afortunadamente, construido después (1970), y puede ser separado del conjunto sin perjudicarlo, se trata de la “teoría de la necesidad” aunque que llegó a considerarla la base de su edificio. Éste  tiene la  ventaja de postular la unidad del hombre manteniendo bajo control los determinismos geográficos. Pero los inconvenientes son importantes: parte de la constatación de que los hombres tienen necesidades universales, y la cultura es el medio que permite satisfacerlas; existe una respuesta cultural para cada necesidad. El hombre resuelve sus problemas culturalmente.
Para Malinowski, una cultura debe ser considerada como una totalidad coherente, no pudiendo en ningún caso ser interpretados separadamente   todos los aspectos que presenta. Tal método debía conducir al desarrollo de investigaciones más intensivas que las realizadas hasta entonces. El fin perseguido había de ser el conocimiento de la totalidad  cultural.
Igualmente el simbolismo, fundamentalmente el lenguaje, se constituye como un elemento esencial en la configuración del concepto funcionalista de cultura. Malinowski en “El grupo y el individuo en el análisis funcional” (1993; Pág. 295) afirma:
"El simbolismo hizo su aparición con las primeras apariciones de la cultura humana. Es en esencia esa modificación del organismo humano que le permite transformar el impulso fisiológico en un valor cultural".

Hemos visto pues los elementos que articulan el concepto de cultura del funcionalismo: el concepto de función, su estructura sistémica, la teoría de la necesidad y, finalmente, el simbolismo.

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