El propio concepto de cultura nace
en una profunda paradoja, una antinomia entre dos ideas dispares: por una parte
un claro espíritu de conservación que pretende el mantenimiento del orden y que
aflora en el mantenimiento en el tiempo de nuestro patrimonio cultural, y, por
otra, en una búsqueda constante de los límites y la libertad, reflejada en la
creatividad.
Ambas tendencias se reflejan en el
encargo competencial que asumen las administraciones públicas pues su propia
universalidad convierte tales competencias en concurrentes. El programa que, en
materia de cultura, se presenta a las elecciones municipales en Málaga
contiene, en mi opinión, una de las líneas más actuales e interesantes en
materia de gestión cultural municipal.
Dentro de los Derechos Sociales,
entre los que debemos encuadrar los Culturales, nos encontramos con que algunos
Derechos consisten en una concesión de títulos, mientras que otros constituyen
un añadido de provisiones que deben facultar a los más necesitados el acceso al
ejercicio de tales derechos.
Estos añadidos se instrumentan a
través de políticas de redistribución de recursos para paliar la desigualdad en
la distribución de las oportunidades y de políticas de reconocimiento que
posibilitan el ejercicio de una discriminación activa que suavice la situación
de desventaja de determinado grupo.
El lugar donde la Administración Municipal coloque
teóricamente el Derecho a la Cultura va a fijar las
políticas culturales, entendidas como “El conjunto de operaciones, principios,
prácticas y procedimientos de gestión administrativa o presupuestaria que
sirven de base a la acción cultural de las Administraciones”.
Existen importantes diferencias
entre el Derecho a la Cultura y el resto de los
Derechos sociales basadas fundamentalmente en la desagregación de los intereses
culturales, hay carencia de necesidades de carácter cultural que sean
asimilables a las necesidades básicas lo que impide su expresión bajo la forma
de demandas.
Cuando existe demanda, en la mayoría
de los casos, proviene de grupos implicados económicamente en la gestión de la
cultura o bien es generalizada e inespecífica, salvo en el caso de los
equipamientos culturales.
Será por tanto el nexo con lo social
y la aplicación de políticas de reconocimiento y redistribución las que
orienten la política cultural, con una visión que asimila la falta de
integración y marginalidad a la falta de cultura, entendiendo ésta como
sinónimo de educación o formación.
Ese nexo con lo social se muestra en
el programa, que refleja la cercanía con los ciudadanos estructurando los
equipamientos culturales en los barrios lejos de la promoción de ramas de actividad
cultural de escasa rentabilidad, generadoras de nuevos criterios de
diferenciación social, por cuanto priman facetas de actividad de carácter
minoritario, accesibles a personas con un amplio capital cultural, en
competencia con otras actividades. Los equipamientos necesarios para esas
actividades buscan más el prestigio y la representación social que ser foros de
participación.
Así pues, trabajo en barrios y
participación conforman la propuesta que podría verse enriquecida si se da un
paso más y la gestión de esos equipamientos se pone en manos de los propios
vecinos, a través de los instrumentos administrativos que lo permitan. Serían
pues, equipamientos de tercera generación, basados en la participación y que
atiendan a las propias necesidades del barrio en que se enclavan: centros
culturales
Pequeños, manejables y múltiples que
no apuesten únicamente por la difusión, que se organicen desde las necesidades
de los ciudadanos, donde las ideas creativas precedan a la gestión, que
desarrollen un trabajo en red flexible con sus similares y, por fin que
atiendan a la diversidad y gestionen con metodología intercultural la creciente
multiculturalidad de nuestra ciudad.
¿Qué
entendemos por Centro Cultural?
Existen diferentes definiciones que
pretenden reflejar la esencia de un centro cultural, yo particularmente
prefiero establecer una serie de descriptores que nos ayuden a entender su
concepto:
1.- Es un espacio abierto a la
comunidad y que refleje sus intereses.
2.- Tiene carácter multidisciplinar
y asume actividades de difusión, formación y apoyo a la creación.
3.- Necesita una serie de espacios
básicos multifuncionales para desarrollar sus actividades y potenciar la
participación activa.
4.- Una relación en red que optimice
los recursos culturales del municipio.
Imagen de : CEPESRURAL
Imagen de : CEPESRURAL
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