7/04/2011

América y el "Melting pot"

El primer poblamiento no indígena de Estados Unidos se realizó por castellanos, con carácter universalista, plurirracial y, en cierto sentido multicultural. La llegada de pobladores ingleses, cambió rotundamente la perspectiva, pasando a convertir su ocupación en excluyente y diferenciadora y denotando una clara marginación, primero hacia el indígena y después hacia la población negra esclavizada en los estados del sur. Así pues, la sociedad norteamericana fue estableciendo un prototipo del carácter nacional que denominamos WASP, acrónimo de “White Anglo-Saxon Protestant” y que ocupa del tal forma el imaginario popular estadounidense, que muchos ciudadanos que no lo son, ni por origen ni por religión aspiran ser considerados como tales por serlo de Estados Unidos (Real academia de la Historia, volumen 109, p. 35):
“Durante dos siglos y en lo esencial hasta hoy, el WASP ha representado el modelo al que todos los inmigrantes habían de ajustarse y el molde en el que todos serían asimilados”
Durante los siglos XIX y XX se incrementó exponencialmente el flujo de inmigrantes que las políticas de asimilación, ayudadas por la expansión de la educación pública y gratuita, fueron incorporando a un país que tiene como lema en su Gran Sello, con el que se certifican los documentos públicos, “E pluribus unum” o “de muchos uno”. Una muestra de la consolidación y el éxito de tal política lo representa la obra teatral de Israel Zangwill “The melting-pot”, con una significativa frase final:
“qué gloria es la de Roma y Jerusalén, a donde acuden todas las naciones y razas a adorar y mirar atrás, comparada con la gloria de América, donde todas las naciones y razas vienen a trabajar y mirar adelante.”
La sociedad norteamericana, desde sus centros de poder, difundió una imagen de si misma, como una nación de inmigrantes, cuya cultura, universal, se configuraba en un crisol de razas. Ese crisol de razas se mantuvo inalterado, pese a la avalancha de inmigrantes provenientes de todo el mundo, hasta que la grave crisis económica de 1929 y el fuerte crecimiento vegetativo de la población convirtió en conflictiva la inmigración a Estados Unidos. Las leyes limitativas de la inmigración de 1924 y 1929, redujeron drásticamente el flujo migratorio estableciendo un sistema de cuotas nacionales que, además, intento mantener estable la composición étnica del país. Esta nueva situación se mantuvo estable hasta la promulgación de la “Inmigration and Nationality Act” de 1952, que eliminó el sistema de cuotas nacionales aunque manteniendo en niveles reducidos la llegada de inmigrantes. El verdadero criterio que reguló la inmigración fue el interés nacional con un riguroso control de la captación de personas a las que se les permitía la llegada al país, tales extremos se plasmaron legislativamente hacia finales de la última década del siglo pasado. El papel primordial de la inmigración consistiría en atraer “needed skills” de cualquier parte del mundo. Esta nueva actitud se alejó del ideal WASP ya que declaraba aptas para residir y adquirir la ciudadanía a personas de cualquier raza o procedencia, primándose la reunión familiar. Pese a la variedad étnica, Estados Unidos no inicia sus políticas multiculturales hasta la segunda mitad del siglo XX. Se ha querido ver su origen, como doctrina que respalda la concesión de derechos diferenciados a las minorías culturales, en los textos de Kallen (Cespedes del Castillo, 2005) sobre “pluralismo cultural” y la riqueza que suponía para la sociedad estadounidense la diversidad étnica, pese a que su visión es siempre compatible con la unidad básica representado por el “melting-pot”. Ahora bien, ese “melting-pot” funcionó fundamentalmente entre los grupos afines, mientras que en los estados sureños la segregación racial y la Ley Jim Craw se mantuvieron hasta bien entrados los años sesenta. En ese momento, los líderes de las comunidades negras comenzaron a alejarse del ideal que postulaba la posibilidad de convertirse en ciudadanos americanos de raza negra, coincidiendo con las movilizaciones en pro de los derechos civiles que habían conseguido prácticamente desmantelar la legislación racial.
Pero las políticas multiculturales de Estados Unidos no se gestionan desde el Gobierno Federal, sino desde los Gobernos de los Estados y de las ciudades que, en su conjunto, ejecutan una amplia muestra de políticas multiculturales (Kymlicka; 2009).



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