Al mismo tiempo que Francia desarrollaba el concepto de civilización Alemania iniciaba una seria resistencia a su expansión universal. Si bien, inicialmente los dos países habían desarrollado una concepción de cultura muy similar, con el tiempo se fue estableciendo una diferencia, la tradición nacional frente al cosmopolitismo, el espíritu frente a lo material, las artes y las artesanías frente a la tecnología y las emociones frente a la razón, configuraron el concepto de “Kultur” frente al de “Civilisation”.
La noción alemana de “bildung” equivalía a formación o educación, en el mismo sentido que utilizaban Condorcet o Diderot, y con la misma necesidad imperiosa de actuación, de crear barreras que impidan la barbarie. Pero esa formación se orienta hacia las necesidades del alma individual y es pesimista respecto al progreso secular hacia el que se muestran profundas reticencias.
La noción de “kultur” resalta lo diferente lo específico y su desarrollo más completo se logra con el romanticismo alemán, la idea de nación y los reiterados esfuerzos por lograr la unidad política de la Gran Alemania. No era un término nuevo, más bien podemos decir que fue un término en expansión, no diferente del propio término cultura, y los que siempre resulta complicado, por no decir imposible, definir en que momento puede darse por concluida su evolución, dependerá en gran medida de nuestra propia interpretación.
La expansión del término recoge el paso de lo individual a lo colectivo, después acogió todos los logros humanos, no sólo aquellos provenientes de la agricultura o la educación, para finalmente, en un salto problemático por su novedad y por la carga de profundidad que conllevaba, pasar de connotar la actividad a referirse al resultado: el hombre cultivado y los productos culturales.
Mediado el siglo XVIII y fomentado por la Ilustración, el término “kultur” adquirió el significado de cuidado de los campos y los bosques y, un siglo después, paso a designar, como ya hemos comentado, el producto final, el nuevo estado de los bosques y campos. En su traslado metafórico desde el cultivo de la tierra al cultivo del alma, tuvo una especial importancia Pudendorf, (citado en Goberna Falque, 1999) y su obra “De iure naturae et gentium”, donde utiliza de forma reiterada el concepto ciceroniano de “cultura animi”, introduciendo al mismo tiempo la oposición cultura naturaleza. Cultura como opuesta a barbarie que expresa el refinamiento y la capacidad de ordenamiento de la sociedad. Nuevamente observamos, en este caso explicitada de forma elocuente, la configuración de la cultura como fábrica de orden. La cultura se ha convertido ya, para Pudendorf en una “forma de ser que se eleva sobre el estado natural” (Goberna Falque, 1999, p. 38).
El concepto, ya realizada su traslación metafórica, inicia su andadura hacia 1760. Con anterioridad, su uso se configuraba como la técnica del trabajo en los campos, pero a partir de esa fecha comienza a quedar situado en el entorno de “Bildung” y “Veredlung” o refinamiento, aunque estrictamente personal y referido fundamentalmente a las virtudes del espíritu.
Con posterioridad, el concepto de “kultur” se fue escindiendo en dos grandes líneas. Por una parte, su uso corriente siguió soportándose en el concepto de “bildung”, mientras que por otra inició el proceso de construcción de su cientificidad. Es ese uso no corriente del concepto el que realmente se transmite en la formación del concepto moderno de cultura. Y comienza aplicándose las costumbres de las sociedades individuales, de manera especial a aquellas que presentaban un alto grado de cohesión, con formas de vidas, campesinas que cambiaban de manera muy lenta en contraste con los centros urbanos “civilizados”, sometidos a un rápido cambio.
En las últimas décadas del siglo XVIII, comienzan a aparecer textos sobre “historia cultural” (Kulturgeschichte) y, ya en el siglo XIX (1874) Klemm (citado en Trigger, 1992) publicó una serie etnográfica denominada “Allgemenie Cultur-Geschichte der Menscheit” (Historia cultural de la humanidad). Desde esta posición se dieron los primeros pasos hacia una concepción de la cultura como forma de vida transmitida de generación en generación y hacia la ruptura de la concepción jerárquica aceptando la existencia de culturas entre los grupos no civilizados o primitivos.
También en este momento, y de manera independiente en diferentes escuelas de Arqueología, comienza a desarrollarse el concepto de cultura arqueológica como (Trigger, 1192, p.157):
Conjuntos de material arqueológico prehistórico geográfica y temporalmente restringidos y su identificación como los restos de diversos grupos étnicos
En resumen, la noción de “kultur” se fue estableciendo en confrontación con la “civilisation” francesa, entendida en Alemania como algo externo, ajeno a los valores alemanes y situado en las inmediaciones del poder político y económico, mientras que los intelectuales que desarrollaron el concepto de “kultur” se situaban en la oposición a las aristocracias y los príncipes de los diferentes estados alemanes. De hecho, el más potente de los estados alemanes, Prusia, impulsó a través de Federico II el Grande la “civilisation”, convirtiendo el francés en el lenguaje de su corte. Como corolario de esa confrontación Spengler (1993, p. 61) afirma:
“La civilización es el inevitable sino de toda cultura. Hemos subido a la cima desde donde se hacen solubles los últimos y más difíciles problemas de la morfología histórica. Civilización es el extremo y más artificioso estado a que puede llegar una especie superior de hombres. Es un remate; subsigue a la acción creadora como lo ya creado, lo ya hecho, a la vida como la muerte, a la evolución como el anquilosamiento, al campo y a la infancia de las almas –que se manifiesta, por ejemplo, en el dórico y en el gótico- como la decrepitud espiritual y la urbe mundial, petrificada y petrificante. Es un final irrevocable, al que se llega siempre de nuevo, con íntima necesidad”
Naturaleza y pequeñas aldeas frente a la ciudad, recuperación del gótico como característica creadora vital de los alemanes, y la civilización como final no deseado de la “kultur”. Mientras que Francia entiende la civilización como un complejo que incorporaba los hechos políticos, económicos y sociales, la “kultur” alemana se refiere esencialmente a hechos intelectuales, artísticos y religiosos de naturaleza creadora. Además, era un concepto a la vez nacional y personal, una progresión de la persona hacia la perfección espiritual.
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