12/08/2015

Teoría del control cultural

El proceso de relación cultural que se da en nuestro sistema educativo, pese al evidente enfoque intercultural, es de dominador-dominado. En este tipo de relación existe un control de los elementos culturales. La teoría del control cultural de Bonfil (1991) que  explica:
Por control cultural entiendo el sistema según el cual se ejerce la capacidad social de decisión sobre los elementos culturales. Los elementos culturales son todos los componentes de una  cultura que resulta necesario poner en juego para realizar todas y cada una de las acciones sociales; mantener la vida cotidiana, satisfacer necesidades, definir  y  solventar   problemas,  formular   y  tratar  de  cumplir aspiraciones. (pág. 171).

Bonfil entiende que su teoría es aplicable tanto a los individuos como a los grupos sociales, pero fundamentalmente está concebida para entenderla en contexto de lo que denomina grupo étnico. Intenta establecer de forma nítida el concepto para diferenciarlos de los de pueblo, nación, raza o sociedad. Con la finalidad de enmarcar el grupo étnico describe una serie de atributos que lo caracterizan:
·         Se trata de un grupo social que tiene capacidad de reproducirse biológicamente.
·         Se trata de un grupo social que se reconoce con un origen común.
·         Se trata de un grupo social en el que sus miembros se identifican como diferentes a los “otros”.
·         Se trata de un grupo social que interactúa con los “otros” siendo conscientes de su diferencia.
·         Se trata de un grupo social que comparte elementos culturales, entre los que reviste una elemental importancia la lengua.
Son varios las categorías de elementos culturales que se pueden establecer: materiales; organizativos; de conocimiento; emotivos y, finalmente, simbólicos. En la acción diaria de los individuos y los conjuntos sociales recurren a los elementos culturales necesarios para resolver adecuadamente la situación. Esta forma de entender el uso de los elementos culturales como un recurso heurístico se acerca a la conceptualización de Appadurai (2001) y la adjetivación de la cultura para referirse a lo cultural. No obstante Bonfil (1991), sigue manteniendo una idea sustantiva de cultura, pero la idea de recurso elegible, como se puede apreciar,  la matiza.
Es importante conceptualizar todos estos recursos como elementos culturales, porque así se pone de manifiesto que poseen una condición común que permite establecer una relación orgánica entre ellos. No se trata de una relación necesariamente armónica y coherente, como en los planteamientos funcionalistas  clásicos, ya que en la consistencia funcional mínima sólo parece lógicamente necesaria en cada acción concreta, pero no para el conjunto de acciones que forman la vida social; en tal conjunto, por lo contrario, es posible encontrar inconsistencias y contradicciones entre los elementos culturales que permiten, precisamente, entenderla dinámica sociocultural. (pág. 172).

Afirma la existencia de un plano general o matriz propio de cada cultura, con capacidad de cambio, ahora bien sin cercanía a la matriz de elección que sobre la cultura global propone Bauman (2002). Inmersos en esa matriz, están los diversos elementos culturales a los que articula. Ante  cualquier actuación se pondrán en juego diversos elementos culturales, pero las decisiones varían de un grupo a otro y aún dentro del mismo grupo.
Los elementos culturales pueden ser propios del grupo o bien ajenos:
Son propios, los que la unidad social considerada ha recibido como patrimonio cultural heredado de generaciones anteriores y los que produce, reproduce, mantiene o trasmite, según la naturaleza  del elemento cultural considerado. Inversamente, son elementos culturales ajenos aquellos que forman parte de la cultura que vive el grupo, pero que éste no ha producido ni reproducido. (Bonfil Batalla, 1991, pág. 173).


En las actuales sociedades multiculturales, con relaciones intergrupales asimétricas de dominación-sujeción, la cultura, en sentido etnográfico incluye tanto elementos culturales propios del grupo como ajenos. El análisis de todos los elementos del grupo y el análisis de las decisiones del grupo sobre esos elementos que se incluyen en su inventario. Estas incorporaciones pueden ser voluntarias o impuestas permiten establecer cuatro ámbitos o espacios de control cultural.
Elementos
Decisiones

Voluntarias
Impuestas
Propios
Cultura propia
Cultura enajenada
Ajenos
Cultura apropiada
Cultura impuesta

Resulta interesante aclarar los cuatro ámbitos relacionados:
Se define la “cultura propia” como aquella en que se gestionan los elementos culturales propios, los que se han producido dentro del grupo o que forman parte de su herencia cultural.
La “cultura impuesta” se establece en las situaciones en que los elementos culturales que se deben funcionar como recurso heurístico no son propios, ni asumidos, sino impuestos.
Un ejemplo puede ser la enseñanza escolar (o la escuela como institución, en muchas comunidades, todas las decisiones que regulan el sistema escolar se toman en instancias ajenas a la comunidad (el calendario, los programas, la capacitación de los maestros, la obligatoriedad de la enseñanza, etcétera y los elementos culturales que se ponen en juego son también ajenos -al menos en gran medida-, libros, contenidos de la enseñanza, idioma, maestros, etcétera). Las actividades religiosas que desarrollan misioneros de diversas iglesias caen igualmente en este ámbito, por lo menos durante las etapas iniciales de la penetración, cuando el personal misionero es ajeno, los contenidos dogmáticos y las prácticas rituales, también, y las decisiones son externas. En un campo diferente, un stand llevado por una compañía cervecera a una feria tradicional, es otro ejemplo de cultura impuesta. (Bonfil Batalla, 1991, pág. 174).
La “cultura apropiada” se produce mediante el uso voluntario, por apropiación, de elementos culturales ajenos en la acción diaria. Los elementos culturales siguen siendo ajenos, hasta el momento en que el grupo sea capaz de producirlos o reproducirlos por sí mismo. Hoy, en gran medida, y por los procesos de difusión, gran parte de la cultura de todos los grupos es apropiada. El uso de elementos ajenos implica reajustes del sistema simbólico y emotivo del grupo.
La “cultura enajenada” se genera en circunstancias en las que se utilizan los elementos culturales propios, pero se ha perdido la capacidad de decisión de utilización.
La dinámica de los elementos culturales en relaciones interculturales, que se generan en los cuatro ámbitos que se han examinado, se establecen en función de diferentes procesos de alcance y amplitud sólo analizable empíricamente. Se pueden observar situaciones de resistencia, apropiación, imposición, innovación, supresión o enajenación.

Los seis procesos permiten  comprender la dinámica de las relaciones interétnicas asimétricas en términos del control cultural. Explican las transformaciones que ocurren en la cultura del grupo subalterno como resultado de sus relaciones de subordinación; explicarían también, con los ajustes necesarios del esquema para colocarlo desde la perspectiva del grupo dominante, muchas de las transformaciones que ocurren en la cultura de éste. Los cambios en la amplitud relativa y los contenidos concretos de cada uno de los cuatro ámbitos de la cultura del grupo dominado pueden entenderse como resultado de la acción de uno o algunos de estos seis procesos. Por supuesto, no todos los cambios culturales obedecen a los procesos de relación interétnica; otros resultan de factores internos, endógenos, que actúan permanentemente en cualquier cultura. Pero aquí se colocan los primeros en el foco central de atención porque se trata precisamente de estudiar las relaciones interétnicas y no el cambio cultural en general que, por otra parte, difícilmente puede entenderse, en estos casos, sin referencia  al marco general de las relaciones asimétricas. (Bonfil Batalla, 1991, pág. 187).

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