3/21/2015

Darwin y Spencer o spenceristas y darwinistas.

Las teorías sobre la edad y el origen geológico de la tierra señalan, en alguna medida, el camino que posteriormente recorrerá la configuración del concepto que ya se ha comenzado a denominar cultura. La introducción, en su construcción, del  progreso y la lucha por la vida, inspiradas en las obras de Lyell y de Malthus (citados por Harris, 1993), impregnaron el desarrollo de las jóvenes disciplinas que configuraron las ciencias del hombre, aquellas que se adjudicaron a la cultura en la gran dicotomía con la naturaleza. Se establecerá, pues, una teoría común que afectará a todas las disciplinas que analizan el cambio, la que se denominará ley de evolución, que trasladará la biología a la Historia.
En el año 1859 Darwin (1992) publicó su gran obra “El origen de las especies” y sustituyó con  la explicación científica y materialista de la vida la menguante autoridad de la teología en las ciencias de la vida. Realmente Lamarck (1986) había desplegado su teoría evolutiva y la herencia de los caracteres adquiridos, que quizás hubieran soportado mejor al racismo pretendidamente científico del nacionalismo, cincuenta años antes. No consiguió tener repercusión hasta que el propio Darwin la rescata, pero marginando la herencia de los caracteres adquiridos que, posteriormente en el siglo XX, será considerada errónea. Hoy, existen corrientes neoevolucionistas que están reconsiderando su propuesta. En su obra principal, Darwin no hace mención al hombre en el desarrollo de su teoría evolutiva quizás temiendo ataques desde estructuras eclesiásticas y de poder. Doce años después en su libro “ El origen del hombre” ( 2009), decide abordar la relación entre su teoria evolutiva y el desarrollo de la humanidad. Será la selección sexual la responsable de los mecanismos del progreso a través de la lucha. Se extenderán al cuerpo social las teorías evolutivas, que se incorporan al proceso de biologización de la cultura y la historia.
Es evidente la influencia del ya mencionado Lyell y  de su obra “Principles of Geology” publicada en 1830, en Darwin y en el desarrollo de sus teorías. Igualmente, la obra de Lyell con su crítica a las teorías de Lamarck  influyó en el pensamiento de Hervert Spencer (Harris, 1993), si bien en sentido contrario al que Lyell expresaba en su refutación de Lamarck, sino convenciéndole de la realidad de la evolución.
Si bien se denomina darwinismo social todo el entorno teórico de Spencer, ya en su obra “Social statics; The conditions essential to human happiness specified, and the first of them developed ” (1868) publicada, por primera vez, en 1850, incluye los principios que, supuestamente, había adaptado de Darwin. En “Social Statics” reunió antiguos ensayos breves y define de forma clara y precisa su objetivos: encontrar y describir las leyes universales que regulan la sociedad y el progreso. La absoluta seguridad en la perfectibilidad humana a través de un proceso reglado evolutivo muestra su seguridad en la acción transformadora de la educación y la cultura y la capacidad adaptativa de la sociedad.
Como hemos estado observando a través de todo nuestro trabajo es imposible separar las ideas políticas del entorno sociocultural en que se construyen las teorías de la cultura, si bien será a partir de Spencer y Marx cuando sea especialmente significativo.
Spencer aborda en todos sus textos una defensa del liberalismo económico del primer capitalismo a la par que condena la emergente doctrina socialista representada por Karl Marx.
Transitamos por un siglo XIX dominado por el determinismo racial y los nacionalismos étnicos y la configuración conceptual de las teorías de la cultura adoptan el evolucionismo cultural como fundamental pilar explicativo. Spencer asumirá como un elemento explicativo fundamental de la diversidad cultural los caracteres hereditarios y así lo aborda en su “ The principles of sociology” (2009). La biologización de la sociedad, una tendencia que, como hemos visto, se desarrolla en los inicios del siglo XIX y su aceptación y desarrollo a lo largo de su obra hacen que se considere a Spencer el creador del organicismo (Camacho, 2006). Y a cada sociedad,  en virtud de su grado de evolución, le corresponderá una determinada forma de organización social. Spencer (citado por Harris, 1993; Pág. 112) nos dice:
“Inevitablemente, con las formas de organización social y de acción social van las ideas y los sentimientos apropiados. Para ser estables, las formas de una comunidad deben ser congruentes con la naturaleza de sus miembros. Si un cambio  fundamental de circunstancias produce un cambio en la estructura de la comunidad o en las naturalezas de sus miembros, las naturalezas de sus miembros o la estructura de la comunidad deben sufrir de inmediato el cambio correspondiente”

Así pues, el determinismo racial y la relación, que Spencer establece de causalidad, entre los componentes genéticos heredados y la diversidad, configuran un determinismo social que se  equilibra mediante la capacidad de aprendizaje.
 La importancia de la educación, fundamental en la etapa de la Ilustración,  tiene una presencia trascendental en Spencer que dedica su libro “Education: Intellectual, Moral, and Physical” (2009) a desarrollar su teoría sobre la educación. Extremando, en alguna medida, sus principios liberales cuestiona la necesidad de la enseñanza formal, preguntándose por qué no puede crecer un niño, hasta convertirse en un ser humano normal, sin necesidad de una educación coercitiva, cercano quizás a Rousseau. Su tesis plantea que, del mismo modo que la sociedad, la educación evolucionará ajustándose a los cambios sociales y culturales que el inevitable progreso genera (Holmes, 1994; Pág. 549):
“[…] en la fase de transición de uno a otro estado, los individuos han perdido las disposiciones que les permitían llevar una vida de salvajes, y todavía no han adquirido las aptitudes necesarias para una vida civilizada. En tales circunstancias, la educación debe reprimir en los niños las características del hombre incivilizado. Así pues, la educación como forma coercitiva, fruto de las imperfecciones del ser humano, es innecesaria. En plazo breve, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, la educación evoluciona como consecuencia de su adaptación a los cambios en la sociedad.”

Spencer afirmó en su autobiografía (1904) que la teoría de la evolución le había servido de guía en la redacción de su libro sobre educación. Reviste gran importancia la extensión de los procesos evolutivos a todas las áreas sociales pues, va a afectar a las aproximaciones al concepto de cultura que se organizan en el siglo XIX. Corresponde este momento con los grandes descubrimientos arqueológicos y la fijación de las grandes edades, de la piedra, del bronce y del hierro, que estructuran además los grandes procesos evolutivos que, para Spencer y sus seguidores, confirman sus teorías sobre el mal llamado “darwinismo social”.

1 comentario:

Joaquineku dijo...

Qué falta nos hace superar el complejo determinista para entender los problemas, las causas y las soluciones de la educación (formal, pública) en Andalucía.
No somos capaces de romper las ataduras burocráticas para crear comunidades de aprendizaje dinámicas (vitales, contradictorias, pero creativas) y achacamos el aborrecimiento de la lectura y de las prácticas letradas a una causa pseudogenética: "el clima" (no se atreven a decir raza). En realidad,
muchos/as hijos/as de origen popular soportan la educación formal como una forma de castración o de represión, que no genera otro placer que el éxtasis momentáneo de la nota calificadora. Hablamos de "aprendizaje", pero estamos tratando del currículum y la ceniza burocrática. Así que, paradójicamente, hoy en Finlandia hay una educación de clima sureño y en Andalucía una formalidad de rigores fríos... Disculpa mi intromisión, Manuel. Necesitaba expresar ideas.