"Tal es, con toda probabilidad, el caso de la obra de Carlos Marx. concebida por su autor como una historia "natural" del capitalismo, similar al origen de las especies de Darwin. Ahora bien, lo que sin duda Marx no pudo prever, y lo que sin duda diferencia cualitativamente su obra de la de Darwin es que la naturaleza no leyó a Darwin, pero la sociedad si leyó a Marx."
Berger y Luckmann nos cuentan que hubo un día en que dos individuos, alejados en la distancia, en sus posibilidades económicas y en sus creencias, sintieron la misma inquietud. Uno de ellos, trabajador de los campos de caña de Haití, conocedor del mito y seguidor de las prácticas vudú, descubrió en su inquietud claras señales de que había intentos de convertirlo en un zombie y su psicología internalizada en esas creencias lo convirtió dramáticamente en un poseso. Al mismo tiempo, un ejecutivo neoyorkino que construye su identidad con las bases de la psicología freudiana y con esos mismos síntomas los identifica inmediatamente como una neurosis y comienza rápidamente su tratamiento psiquiátrico.
Esta propuesta explicativa nos permite comprender que las teorías, creencias, objetivos y expectativas de los sujetos y los grupos y sociedades en que se integran, tienen efectos no sólo para explicar los flujos sociales sino también para producirlos, las ciencias sociales poseen reflexivilidad.
Poco antes de la gran crisis del año 29 del siglo pasado, los empresarios con formación económica neoclásica ante los primeros síntomas de la depresión económica atribuyeron tales síntomas a factores que definieron como presión sindical, altos tipos de interés, caída de la demanda y una evidente distorsión del mercado de trabajo, actuando mediante reducciones de salarios y recortes de inversión, agravando todavía más la crisis que condujo a una de las más severas depresiones de la historia.
Décadas despues, quizás esos mismos empresarios reconvertidos al keynesianismo, reclaman al Estado dinero más barato, procuran mantener los niveles salariales para poder mantener el consumo e instan a las Administraciones a que pongan en práctica un ambicioso programa de obras públicas y gastos sociales.
Hoy, con unas nuevas teorías y expectativas, los empresarios e incluso el mismo Estado, se ajustan a los nuevos paradigmas macroeconómicos corroborando con su actitud las nuevas propuestas de las Escuelas de Negocios.
Me uno a Coleman cuando insiste en que cualquier teoría debe considerar y aclarar, en la medida de lo posible, sus efectos sobre la realidad que analiza o describe, en sus propias palabras: "una autoconciencia de sus propias inercias performativas". Pese a todo el "test de consistencia reflexiva" de Coleman sólo analiza el impacto de los científicos sociales, a través de sus propias prácticas, sobre la realidad social y no al impacto sobre el públicio, y de éste sobre la acción colectiva.
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