Los maravillosos sentimientos de solidaridad que tienen asiento en el corazón de los inversores han quedado de nuevo al descubierto en la primera apertura de la Bolsa de Tokyo tras la catástrofe. En una maniobra que parece sincronizada todas esas fantásticas personas (físicas o jurídicas) que velan por la seguridad financiera de todos los seres humanos han vuelto a demostrar su valía y su apoyo al sistema intentando conseguir honrados beneficios a partir de cualquier catástrofe. Un aplauso a la gran banca, a los fondos de inversión y a todos los capitalistas en general que de nuevo nos demuestran la vieja teoría : "cuando el barco tiene problemas, las ratas son las primeras que lo abandonan", sigamos apoyando a nuestros grandes empresarios en la tarea común de enriquecerlos
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