Las
teorías sobre la edad y el origen geológico de la tierra señalan, en alguna
medida, el camino que posteriormente recorrerá la configuración del concepto
que ya se ha comenzado a denominar cultura. La introducción, en su
construcción, del progreso y la lucha
por la vida, inspiradas en las obras de Lyell y de Malthus (citados por Harris,
1993), impregnaron el desarrollo de las jóvenes disciplinas que configuraron
las ciencias del hombre, aquellas que se adjudicaron a la cultura en la gran
dicotomía con la naturaleza. Se establecerá, pues, una teoría común que
afectará a todas las disciplinas que analizan el cambio, la que se denominará
ley de evolución, que trasladará la biología a la Historia.
En el
año 1859 Darwin (1992) publicó su gran obra “El origen de las especies” y sustituyó con la explicación científica y materialista de
la vida la menguante autoridad de la teología en las ciencias de la vida. Realmente
Lamarck (1986) había desplegado su teoría evolutiva y la herencia de los
caracteres adquiridos, que quizás hubieran soportado mejor al racismo pretendidamente
científico del nacionalismo, cincuenta años antes. No consiguió tener
repercusión hasta que el propio Darwin la rescata, pero marginando la herencia
de los caracteres adquiridos que, posteriormente en el siglo XX, será
considerada errónea. Hoy, existen corrientes neoevolucionistas que están reconsiderando
su propuesta. En su obra principal, Darwin no hace mención al hombre en el
desarrollo de su teoría evolutiva quizás temiendo ataques desde estructuras
eclesiásticas y de poder. Doce años después en su libro “ El origen del hombre” ( 2009), decide abordar la relación entre su
teoria evolutiva y el desarrollo de la humanidad. Será la selección sexual la
responsable de los mecanismos del progreso a través de la lucha. Se extenderán
al cuerpo social las teorías evolutivas, que se incorporan al proceso de
biologización de la cultura y la historia.
Es evidente la influencia del ya mencionado Lyell y de su obra “Principles of Geology” publicada en 1830, en Darwin y en el
desarrollo de sus teorías. Igualmente, la obra de Lyell con su crítica a las teorías
de Lamarck influyó en el pensamiento de
Hervert Spencer (Harris, 1993), si bien en sentido contrario al que Lyell
expresaba en su refutación de Lamarck, sino convenciéndole de la realidad de la
evolución.
Si bien se denomina darwinismo social todo el entorno teórico
de Spencer, ya en su obra “Social statics;
The conditions essential to human happiness specified, and the first of them
developed ” (1868) publicada, por primera vez, en 1850, incluye los
principios que, supuestamente, había adaptado de Darwin. En “Social Statics” reunió antiguos ensayos
breves y define de forma clara y precisa su objetivos: encontrar y describir
las leyes universales que regulan la sociedad y el progreso. La absoluta
seguridad en la perfectibilidad humana a través de un proceso reglado evolutivo
muestra su seguridad en la acción transformadora de la educación y la cultura y
la capacidad adaptativa de la sociedad.
Como hemos estado observando a través de todo nuestro trabajo
es imposible separar las ideas políticas del entorno sociocultural en que se
construyen las teorías de la cultura, si bien será a partir de Spencer y Marx
cuando sea especialmente significativo.
Spencer aborda en todos sus textos una defensa del
liberalismo económico del primer capitalismo a la par que condena la emergente
doctrina socialista representada por Karl Marx.
Transitamos por un siglo XIX dominado por el determinismo
racial y los nacionalismos étnicos y la configuración conceptual de las teorías
de la cultura adoptan el evolucionismo cultural como fundamental pilar
explicativo. Spencer asumirá como un elemento explicativo fundamental de la
diversidad cultural los caracteres hereditarios y así lo aborda en su “ The principles of sociology” (2009). La
biologización de la sociedad, una tendencia que, como hemos visto, se
desarrolla en los inicios del siglo XIX y su aceptación y desarrollo a lo largo
de su obra hacen que se considere a Spencer el creador del organicismo
(Camacho, 2006). Y a cada sociedad, en
virtud de su grado de evolución, le corresponderá una determinada forma de
organización social. Spencer (citado por Harris, 1993; Pág. 112) nos dice:
“Inevitablemente, con las formas de
organización social y de acción social van las ideas y los sentimientos
apropiados. Para ser estables, las formas de una comunidad deben ser
congruentes con la naturaleza de sus miembros. Si un cambio fundamental de circunstancias produce un
cambio en la estructura de la comunidad o en las naturalezas de sus miembros,
las naturalezas de sus miembros o la estructura de la comunidad deben sufrir de
inmediato el cambio correspondiente”
Así
pues, el determinismo racial y la relación, que Spencer establece de
causalidad, entre los componentes genéticos heredados y la diversidad,
configuran un determinismo social que se
equilibra mediante la capacidad de aprendizaje.
La importancia de la educación, fundamental en
la etapa de la Ilustración, tiene una
presencia trascendental en Spencer que dedica su libro “Education: Intellectual, Moral, and Physical” (2009) a desarrollar
su teoría sobre la educación. Extremando, en alguna medida, sus principios
liberales cuestiona la necesidad de la enseñanza formal, preguntándose por qué
no puede crecer un niño, hasta convertirse en un ser humano normal, sin
necesidad de una educación coercitiva, cercano quizás a Rousseau. Su tesis plantea
que, del mismo modo que la sociedad, la educación evolucionará ajustándose a
los cambios sociales y culturales que el inevitable progreso genera (Holmes,
1994; Pág. 549):
“[…] en la fase de transición de uno a
otro estado, los individuos han perdido las disposiciones que les permitían
llevar una vida de salvajes, y todavía no han adquirido las aptitudes
necesarias para una vida civilizada. En tales circunstancias, la educación debe
reprimir en los niños las características del hombre incivilizado. Así pues, la
educación como forma coercitiva, fruto de las imperfecciones del ser humano, es
innecesaria. En plazo breve, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, la
educación evoluciona como consecuencia de su adaptación a los cambios en la
sociedad.”
Spencer
afirmó en su autobiografía (1904) que la teoría de la evolución le había
servido de guía en la redacción de su libro sobre educación. Reviste gran
importancia la extensión de los procesos evolutivos a todas las áreas sociales
pues, va a afectar a las aproximaciones al concepto de cultura que se organizan
en el siglo XIX. Corresponde este momento con los grandes descubrimientos
arqueológicos y la fijación de las grandes edades, de la piedra, del bronce y
del hierro, que estructuran además los grandes procesos evolutivos que, para Spencer
y sus seguidores, confirman sus teorías sobre el mal llamado “darwinismo social”.