Partimos desde la
convicción de que las ciencias sociales tienen una naturaleza
multiparadigmática
y que la noción de paradigma que debemos utilizar, para que se ajuste a nuestra
propuesta, debe ser flexible y amplia. Esas mismas cualidades las hemos de
extender a los conceptos de programa de investigación y al de
tradición de investigación . En palabras de Giddens
“La sociología no está dominada […] por un único
sistema conceptual. Sin embargo, probablemente habría que considerar esto uno
de sus puntos fuertes, no una de sus debilidades. No creo que esa diversidad
haya producido un desorden completo, sino que, por el contrario, expresa el
pluralismo que debe existir cuando se estudia algo tan complejo y controvertido
como el comportamiento social humano y las instituciones»
El mismo criterio es
compartido por Habermas que afirma que la
coexistencia, en las ciencias sociales, de diversos paradigmas es un hecho
vinculado con la naturaleza de la sociedad como objeto de estudio, y que
resulta además fundamental para su comprensión, pues la variedad de intereses y
posiciones normativas debe conducir, por fuerza, a distintos enfoques
paradigmáticos, cada uno de los cuales representa una diferente agrupación de
intereses y valores cognitivos:
“[…] la contienda de paradigmas tiene en las ciencias
sociales un significado distinto que en la física moderna. La originalidad de
los grandes teóricos de la sociedad, como Marx, Weber, Durkheim y Mead,
consiste […] en que han introducido paradigmas que en cierto modo siguen compitiendo
hoy en pie de igualdad. […]. Por otro lado, los paradigmas guardan en las
ciencias sociales una conexión interna con el contexto social del que surgen y
en el que operan”.
No debemos intentar
encontrar esta idea en la obra de Kuhn . La estructura de
las revoluciones científicas. México, Fondo de Cultura Económica, 1986), pues
afirmaba que si una ciencia no cuenta con un paradigma dominante simplemente se
trata de una disciplina pre-paradigmática, es decir, una disciplina que no ha
alcanzado su madurez como ciencia.
Alexander nos puede
ayudar a solucionar este conflicto desde su construcción de la noción de teoría
desde las tradiciones de investigación. Las teorías surgen de una interactuación
entre dos elementos, uno apriorístico y otro fáctico. Si, en alguna medida, nos
sobresalta una investigación inductiva es por el convencimiento de que, en el
origen de nuestro trabajo en cualquier observación, encontramos un elevado
número de elementos y sesgos teóricos. Esta carga teórica, apriorística, esta
condicionada por un elemento fáctico, la propia realidad. Ésta, si bien no
puede conocerse de un modo preteórico y neutral limita al conocimiento
definiendo el campo de lo teorizable a partir de ciertos límites empíricos; con
mucha dificultad se pueda argumentar sobre la libertad religiosa en países como
Irán, Bhutan o Myanmar.
“Llamaré elemento apriorístico a la parte no empírica
de la ciencia. Este elemento no depende de las observaciones sino de las
tradiciones. Esta afirmación puede parecer extraña. La ciencia prototipo de
racionalidad y modernidad parecería opuesta a la tradición. A mi juicio, sin
embargo, la ciencia –aunque sea racional- depende vitalmente de la tradición”
La gran dificultad estriba
en determinar que son y que contienen las tradiciones de investigación.
Podemos, siguiendo a Alexander , hablar de los componentes básicos de la
ciencia social. Estos componentes básicos se conforman con los aspectos ideológicos,
los modelos, los conceptos, definiciones y clasificaciones, las leyes, las
proposiciones teóricas, los supuestos metodológicos y las observaciones. Cada
tradición científica o investigadora acentúa uno o varios de esos elementos
básicos, estableciendo diferentes enfoques.
Ahora bien, más allá de
esos elementos básicos, cada teoría adopta presupuestos más elementales que
determinan el modo en que el investigador se acerca a la realidad. Estos
presupuestos afectan a dos cuestiones fundamentales: la naturaleza de la acción
cultural y social, incluida la racionalidad de tal acción, y el problema del
orden. Acción y orden son los principios básicos que permiten, en múltiples
combinaciones, generar el mundo de la teoría cultural, imposible de reconstruir
sin ser consciente de estas tradiciones que anteceden al propio investigador,
ofreciéndole un marco de pensamiento desde el que dar cuenta de lo real.
No obstante, también
existen corrientes que apuestan por modelos de integración
en las ciencias sociales. Integración que pasaría por el abandono de lo que
Noguera denomina “anarquía cognitiva”, y que afectaría al léxico, los
conceptos, el método, la epistemología y la teoría.
MASTERMAN, Margaret (1974). «The Nature of a
Paradigm», en I. LAKATOS
(ed.),
GIDDENS,
Anthony . En defensa de la sociología.
Madrid, Alianza, 2000.
GIDDENS,
Anthony y TURNER, Jonathan (eds.)
(1990). La teoría social, hoy.
Madrid,