Al introducir este modelo
en nuestro teórico asumimos que todo conocimiento es representativo. Resulta
complicado el intento de acercamiento por su elevada complejidad y sus
ramificaciones así como por sus tecnicismos.
Conocer una realidad
significa un proceso de elaboración de una representación de la misma, de modo
que lo que hemos aprehendido en nuestro conocimiento no es la realidad en sí
misma, sino la representación que hemos construido, una aproximación más o
menos compleja, fundada y útil.
La forma común de
elaboración de las representaciones utiliza signos y símbolos, convirtiéndose
el lenguaje, cualquier tipo, en el recurso más habitual de nuestra actividad
cognitiva. Su análisis y el de los procesos de comunicación lingüística tienen
como elemento común una idea (Wittgenstein; 1974): el lenguaje es un mediador
simbólico, el fundamental, entre el conocimiento y la realidad, por lo que los
defectos y límites del lenguaje lo son también de nuestro conocimiento.
La situación central del
lenguaje ha condicionado, en alguna medida, la investigación dirigiéndola hacia
los procesos de semiosis, de transmisión, codificación y decodificación de la
información. Grandi (1995, Texto y contexto en los medios de comunicación.
Análisis de la información, publicidad, entretenimiento y consumo, Bosch,
Barcelona) comienza a relacionar el proceso representativo y su comunicación
con sus acompañamientos culturales y sociales. En palabras de Castro Nogueira
et alii (2005; Pág. 480):
“De este modo, la teoría de la información dejó atrás
el modelo informacional-cuantitativo para incorporar al esquema E-M-R los
complejos procesos de codificación y
descodificación asociados a las posiciones sociales de los sujetos, a sus
orientaciones pragmáticas y a las distintas variables que inciden en los
procesos de interacción, tanto en su dimensión reproductora de
convencionalismos como en su vertiente generadora y recreadora. […]. Así, el
lenguaje, la comunicación y el conocimiento han quedado anclados y afectados
por un conjunto complejo de referencias socioculturales y psicosociales
indisociables. De este modo se han introducido como variables esenciales en el
proceso de comunicación –producción, recepción y semiosis- nociones tales como
género, etnia, clase cultural, habitus, etc., obligando a reelaborar la lógica
de los procesos comunicacionales por completo.”
Encontramos de nuevo
conceptos ya asumidos en nuestro marco teórico y que se ajustan a una
orientación teórica que contempla los fenómenos culturales como semióticos,
tanto desde la perspectiva de los significados ya construidos como desde la
producción de nuevos sentidos culturales.